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Friedrich Merz: ¿El nuevo líder que puede poner orden en Alemania tras una victoria caótica?

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Friedrich Merz obtuvo una victoria desordenada: ¿podrá gobernar Alemania?
Friedrich Merz, dirigente conservador de Alemania (REUTERS/Fabrizio Bensch)

Al momento en que los resultados de las elecciones alemanas comenzaron a divulgarse a las seis de la tarde del 23 de febrero, se hicieron evidentes tres aspectos de inmediato. En primer lugar, los conservadores democristianos de la oposición (CDU) y su homóloga bávara, la Unión Socialcristiana (CSU), estaban festejando una victoria clara, aunque no completamente satisfactoria, logrando un poco menos del 30% de los votos. Esto abre la posibilidad para que su candidato, Friedrich Merz, asuma la oficina de canciller, sucediendo a Olaf Scholz después de las negociaciones de coalición. En segundo lugar, la extrema derecha, Alternativa para Alemania (AfD), había alcanzado su máximo resultado histórico, con cerca del 20%, lo cual prácticamente duplicará su representación en el Bundestag. Alice Weidel, co-líder del partido, declaró el “éxito histórico”. Y, en tercer lugar, la participación electoral fue notable: aproximadamente el 84% de los votantes elegibles acudieron a las urnas, representando la cifra más elevada desde la reunificación hace 35 años.

Más allá de eso, la situación se presenta complicada. Merz aspira a formar una coalición con los socialdemócratas de Scholz (SPD), quienes, con un 16%, han experimentado la peor derrota en su historia. Sin embargo, la posibilidad de que los dos principales partidos alemanes de centro-izquierda y centro-derecha puedan construir lo que solía conocerse como una “gran” coalición depende del desempeño de dos partidos más pequeños: los pro-empresariales Demócratas Libres (FDP) y la nueva Alianza “conservadora de izquierdas” de Sahra Wagenknecht (BSW). Las proyecciones indican que ambos se encuentran en el límite del 5% requerido para ingresar al Parlamento. Si ninguno de los dos consigue clasificar, la CDU/CSU y el SPD tendrán mayoría, aunque ajustada. Si ambos, o al menos uno, logran pasar, los dos grandes partidos necesitarán un tercer aliado: los Verdes o, más probablemente, el FDP, dada la aversión de la CSU hacia los ecologistas. Un gobierno tripartito ideológicamente diverso es precisamente lo que Merz busca evitar, ansioso por recuperar la confianza de los votantes alemanes en el sistema político.

Formar una coalición solo con el SPD tampoco será fácil. Tras lo que ha sido una campaña dura según los estándares alemanes, muchos temen que establecer la confianza necesaria para los acuerdos de coalición sea complicado. Una diputada del SPD expresó recientemente que la idea de una gran coalición le provocaba “náuseas”. Merz tampoco colabora con su causa al criticar severamente a los “ideólogos verdes y de izquierdas” antes de los comicios, sugiriendo que su intelecto es cuestionable. Un reto aún mayor será su disposición a ceder en sus propuestas sobre la gestión de la inmigración irregular en Alemania. Merz ha declarado que sus exigencias de controles permanentes en las fronteras alemanas y su negativa a aceptar solicitantes de asilo son innegociables. Sin embargo, tanto el SPD como los Verdes argumentan que estas condiciones infringen la legislación nacional y europea.

Ambos partidos que buscan gobernar también deberán convenir la flexibilización del límite constitucional de la deuda alemana, que restringe al gobierno federal de incurrir en déficits mayores. Alemania enfrenta necesidades de inversión que ascienden a cientos de miles de millones, desde la reparación de sus infraestructuras públicas deterioradas hasta el aumento de su gasto en defensa. Para cumplir con el objetivo de la OTAN del 2% del PIB, el país necesitará encontrar al menos otros 30,000 millones de euros (31,000 millones de dólares) anuales a partir de 2028, una vez que se extinga un fondo especial. Las reducciones presupuestariaspropuestas de Merz no logran cumplir con estas demandas. Por ello, ha manifestado su disposición a flexibilizar el límite de la deuda, que ha sido un principio fundamental para su partido desde hace tiempo.

No obstante, considerando que las reformas constitucionales requieren una mayoría de dos tercios en el Parlamento, esto dependerá de la configuración específica del mismo. Si el FDP (que prioriza la responsabilidad fiscal) o el BSW (que se opone al incremento del gasto en defensa) logran acceder, los partidos en el poder podrían necesitar el respaldo de Die Linke, un partido de extrema izquierda que experimentó un notable crecimiento inesperado, especialmente entre los electores jóvenes, alcanzando cerca del 9% de los sufragios. Como otro partido “pro-paz”, su apoyo, si se ofrece, seguramente tendrá un alto costo.

Sin importar el desenlace, no es satisfactorio para aquellos que esperaban con ansias una claridad política en un país que ha carecido de ella durante un largo periodo. Ninguna de las agrupaciones que aspiran a gobernar puede considerarse complacida. El triunfo de la CDU/CSU se debe en gran parte a la escasa popularidad del gobierno saliente: inicialmente esperaban más del 35% de los votos, pero obtuvieron el segundo peor resultado en su historia. Esto podría reavivar dudas internas sobre Merz. Al mismo tiempo, los desalentadores resultados del SPD provocarán un periodo de reflexión y renovación de liderazgo: Scholz, por ejemplo, pronto será historia. “Es un resultado amargo y duele,” comentó a The Economist Alexander Schweitzer, presidente del SPD en Renania-Palatinado. Los únicos que festejan esta noche son dos grupos marginales sin opciones de formar parte del gobierno: la AfD y Die Linke.

Usualmente, un resultado de esta índole llevaría a los principales partidos alemanes a una reflexión interna antes de iniciar las negociaciones para establecer una coalición. Pero esta vez es distinto. Donald Trump ha transformado drásticamente la diplomacia en torno a Ucrania, forzando a Europa a una actividad diplomática acelerada. Un minuto después de cerrar las urnas en Alemania, António Costa, presidente del Consejo Europeo, convocó una cumbre extraordinaria de la UE para el 6 de marzo con el fin de debatir sobre Ucrania y la seguridad europea. Como canciller de Alemania hasta que el Bundestag elija a su sucesor, Scholz participará en esa reunión, pero deberá coordinar estrechamente con la persona que le suceda. Como Merz reconoció al aceptar la victoria, “el mundo no nos espera”.

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