Colombia
los motociclistas no son intocables

El alcalde de Bogotá, Carlos Fernando Galán.ha decidido jugarse buena parte de su capital político adoptando las medidas que adoptó este fin de semana con la restricción de parrilleros en moto y su desplazamiento por varios corredores viales de la ciudad.
Fue una medida temporal y no generalizada, y tuvo origen en lo que muchos ciudadanos le vienen reclamando: ponerles orden, ‘tatequieto’ a los desmanes que vienen protagonizando grupos de motociclistas con sus piques ilegales, sus desmanes y algo que suena terrible: las llamadas caravanas del terror. Ese solo nombre les da una idea de lo que significan 20, 30, 40 mil motos que deciden tomarse las principales vías como si fueran dueños de las mismas. Muchas veces con consumo de alcohol incluido, según han denunciado las autoridades. Bloquean la ciudad, desafiaban a la autoridad y les importa poco los efectos que generan. ¿Por qué?
La fiesta de los niños, por ejemplo, que es una fecha que siempre esperan las familias, los vecinos, los abuelos, ahora resulta que se volvió sinónimo de desorden, caos, tragedias, muerte, miedo, etc. ¿Cuándo perdimos el Día de los Niños por cuenta de las motos? ¿Cuándo perdimos el Día de la Madre por cuenta del incremento de los homicidios?
Es hora de que el Gobierno y los mismos motociclistas comiencen a trabajar en normas que permitan verlos como actores viales importantes y no como enemigos públicos de la sociedad.
Motociclistas bloqueando el centro de convenciones Agora. Foto:MAURICIO MORENO
Alegan los motociclistas que el decreto de la Alcaldía es injusto, restrictivo, atenta contra personas humildes que trabajan y viven de la moto y que lo mejor sería actuar contra grupos específicos. Lo que uno se preguntan es: ¿y por qué se acuerdan de esto cuando se les aplica la ley? ¿Por qué el tema de la moto para el trabajo no se tiene en cuenta cuando hacen piques ilegales, hacen caravanas del terror, despliegan rodadas a velocidades infernales en vías nacionales? ¿Por qué entre los motoros más conscientes no se impulsan campañas que permitan mejorar la percepción que se tiene de ellos? ¿Toca esperar el decreto, la norma, la restricción a la brava?
Hay que ser claros: algunos grupos de motociclistas creen que por ser ellos entonces son intocables, que la ley no se aplica para sus intereses, que cualquier norma que se intente para controlar sus desmanes es un atentado a su trabajo ya sus derechos, y que por tanto tienen patente para bloquear y afectar a millones de ciudadanos, es decir, a las verdaderas mayorías.
Pues no. Y los ciudadanos que son víctimas de los despropósito de algunos motociclistas a diario, que los atropellan cuando circulan por andenes y plazoletas, que les rayan el carro, que los asaltan, que los ven pasar a más de 100 km por hora, pues tienen que hacer causa común para que esto no siga sucediendo. Es hora de que los ciudadanos se hagan sentir contra los desmanes de ciertos motociclistas que creen que pueden ponerse la ciudad de ruana.
Los derechos de las mayorías están por encima de las minorías. Y si bien es cierto que los motociclistas también tienen derecho al desplazamiento y al paso de las vías de la ciudad, también les asisten deberes para con esa ciudad y con sus habitantes. Y el primero de ellos es el respeto hacia los demás actores viales, que incluye a ciclistas y peatones, los más vulnerables.
Bogotá debe estar cerca de completar dos millones de motocicletas rodando por ahí. Esto debe llevarnos a mirar con prontitud cómo vamos a actuar frente a dicho fenómeno. Tienen poder político, económico y capacidad de amargarnos la vida. Por tanto, es hora de que el Gobierno, el Concejo, el Congreso y los mismos motociclistas comiencen a trabajar en normas y reglas de juego que permitan que los moteros sean vistos como actores viales importantes y que estos, a su vez, entiendan que su papel es ser parte de la convivencia social y no el sinónimo de un enemigo público. De lo contrario, seguiremos escalando esta batalla campal que se viene dando en las calles.
Y hay que empezar por elegir muy bien a los líderes del gremio, que no pueden ser los matones que por estos días han salido a relucir en medios y redes desafiando a la autoridad y enviando un pésimo mensaje al horrible de la ciudadanía.
Las motos llegaron para quedarse. Son el sustento para millas de familias. Claves para el desarrollo de la economía. La mayoría de moteros quieren lo mejor para su gremio. ¿Por qué entonces hacen tan difícil la convivencia con los demás?
ERNESTO CORTÉS FIERRO
Editor General
EL TIEMPO
@ernestocortes28
erncor@eltiempo.com







