Colombia
43 mujeres asesinadas, 11 casos tipificados y una justicia de género que no alcanza

Kelly Johana De Arco tenía una medida de protección. Había denunciado a su agresor. Aun así, fue asesinada a quemarropa por su expareja. en el conjunto residencial Metrocentro, en Barranquilla, la madrugada del 6 de octubre en el barrio Ciudadela 20 de Julio. Siete disparos la convirtieron en la mujer número 43 asesinada en el Atlántico en lo que va del 2025. Su caso, el número 11 tipificado como feminicidio este año, volvió a encender las alarmas sobre un sistema que no logra proteger a las víctimas, ni castigar con severidad a los agresores.
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La Secretaría de la Mujer del Atlántico confirmó que Kelly contaba con una medida de protección activa. Su agresor, con antecedentes delictivos, se entregó tras el crimen. La secretaria María Lourdes Dávila lamentó el hecho y reconoció que “este feminicidio se pudo prevenir”. La funcionaria señaló los cuellos de botella en las rutas de atención y cuestionó la operatividad de los mecanismos de protección. “Nos damos cuenta de cómo este agresor, que incluso se entregó, ya tenía un historial delincuencial. Lo importante es seguir identificando cuáles son estos cuellos de botella”, afirmó.
Desde la Red de Mujeres del AtlánticoRuth Pareja tuvo que exigir que el caso sea judicializado como feminicidio y no como porte ilegal de armas, como se trató inicialmente al no ser capturado en flagrancia. “Si eso es una realidad, pues apague la luz y vámonos”dijo en entrevista con Emisora Atlántico. También denunció que días antes del asesinato, el agresor había destruido el apartamento donde vivía Kelly con su hija, una clara. “bandera roja” que no fue atendida por las autoridades.
La mujer había presentado agresiones por parte del sujeto previas a su asesinato. Foto:redes sociales
Son más que una cifra, son vidas que se rompen
La historia de Kelly no está aislada. En septiembre, el Atlántico fue escenario de una escalada de violencia de género que dejó múltiples víctimas en apenas semanas. El 28 de septiembre, Yolanda Estefany Arias Santos fue hallada sin vida en su cama, con signos de asfixia. Su pareja sentimental huyó y fue capturado horas después en Salgardonde intentaba lanzarse al mar. El 10 de septiembre, Johanna Alexandra Bacca Echeverría cayó desde el cuarto piso de un edificio en Soledad. Su pareja, con antecedentes por violencia intrafamiliarfue señalado por la familia. La Fiscalía investiga el caso como tentativa de feminicidio.
Seis días después, Sherlyn Camila Monroy Turizo fue atacada con 12 puñaladas por su expareja en el barrio San Isidro. El agresor, alias “Goyo”, está prófugo. Sherlyn había denunciado acoso y violencia. Su padre fue quien la auxilió. “Ver a tu hija arrollada, con esas heridas abiertas, es una imagen que nunca se borra”dijo. Ese mismo día, Mercedes Zambrano Gutiérrez, de 82 años, murió tras recibir dos impactos de bala en una balacera entre motociclistas vinculados al microtráfico. Estaba sentada en la terraza de su casa.
El 17 de septiembre, Rosaura Esther Pacheco Villafañe fue asesinada en el Parque Las Mariposas, en Sabanalarga. Había denunciado a su pareja por violencia familiar y privación ilegal de la libertad. El crimen ocurrió en presencia de otra mujer. La Policía investiga si está relacionada con el asesinato previo de su pareja.
Nalfi Esther Blanco Olmos era una docente oriunda de Sabanalarga. Foto:redes sociales
Estos casos, aunque distintos en sus circunstancias, comparten un hilo común entre la violencia de género que persiste, y en muchos casos, se repite.. Las rutas de atención, los protocolos judiciales y las medidas de protección no siempre logran evitar que los agresores reincidan. o que las víctimas queden expuestas.
Sino que lo diga el caso de Jorge Leonardo Piña Rodríguez. El 30 de septiembre del presente año fue dejado en libertad por vencimiento de términos. Estaba procesado por el feminicidio de Nalfi Esther Blanco Olmos, ocurrido en 2022. La audiencia se realizó sin presencia de la Procuraduría ni de la Personería, y la Fiscalía no apeló. La Comisión Nacional de Disciplina Judicial, en cambio, sí abrió una investigación por posibles irregularidades. La familia de Nalfi, que esperaba justicia desde hace tres años, quedó en el limbo.
Insistencia desde las organizaciones
La diputada Alejandra Moreno solicitó a la Procuraduría Regional un informe detallado sobre las acciones adelantadas en los últimos tres años. “Necesitamos saber qué se ha hecho, qué ha fallado y cómo podemos corregirlo”expresó. Ruth Pareja pidió al Gobierno Nacional abrir mesas de diálogo con líderes regionales, la Secretaría de Educación y el Ministerio de Igualdad. “Las rutas de atención están fragmentadas, y las víctimas siguen siendo vulnerables ante sus agresores”, dijo.
Según cifras de organizaciones sociales, en el Atlántico se han registrado al menos 35 posibles feminicidios en lo que va del año. Más de 1.500 denuncias por violencia intrafamiliar fueron interpuestas en 2024y actualmente hay más de 500 mujeres con medidas de protección activas. Y esas son sólo las que denuncian; porque hay un número que despreciamos sólo porque se esconde en el flagelo del silencio.
A nivel nacional, el panorama no es menos preocupante. En 2024 se registraron 872 feminicidios y 648 tentativas. Entre enero y mayo de 2025, la Defensoría del Pueblo reportó 352 feminicidios, 217 tentativas y 29 transfeminicidios. El Atlántico fue el segundo departamento con más casos en 2024. En lo corrido de 2025, ya se han registrado 43 mujeres asesinadas por razones de género.
Johana fue objeto de agresiones que aún son investigadas como intento de feminicidio. Foto:suministrada
La Procuradora General de la Nación, Margarita Cabello Blanco, convocó el pasado 17 de julio a la cuarta mesa de seguimiento a la situación de violencias contra la mujer en Barranquilla y el Atlántico. “Es un llamado urgente desde la corresponsabilidad que tenemos como mandato constitucional el Estado, la sociedad y las familias”dijo.
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Pero los llamados no bastan. Las cifras crecen, los casos se repiten, y los agresores reinciden. La justicia flaquea, y las víctimas siguen cayendo. En el Atlántico, la violencia de género ya no es solo una tragedia individuales una evidente falla estructural que se perpetúa en cada omisión, en cada medida que no se cumple y en cada agresor que vuelve a atacar.
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