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6 meses del Gobierno de Trump: la pestilencia del fascismo y la crisis política

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El presidente Donald Trump llega a un evento para firmar la Ley GENIUS, un proyecto de ley que regula las llamadas “monedas estables”, un tipo de criptomoneda, en el Salón Este de la Casa Blanca, 18 de julio de 2025, Washington [AP Photo/Alex Brandon]

El Gobierno de Trump conmemoró sus seis meses el domingo, con los alardes usuales de la Casa Blanca sobre su éxito sin paralelo, así como las evaluaciones igual de vacías de la prensa corporativa representando a Trump como un titán que rehízo la vida política estadounidense. La realidad es que este es un Gobierno caracterizado por métodos dictatoriales, provocaciones militaristas y una profunda impopularidad. Y está entrando en una crisis política que bien podría provocar su colapso.

El escándalo sobre el encubrimiento deliberado de los lazos de Trump con el especulador y traficante sexual condenado, Jeffrey Epstein, seis años después del supuesto suicidio de Epstein en la celda de una prisión en Manhattan, no es algo insignificante. Recuerda escándalos del siglo veinte como el de Stavisky (1933-34) en Francia y el de Profumo (1963) en Reino Unido, que tumbaron Gobiernos y provocaron importantes giros en la vida política de cada país.

Vale la pena analizar estas experiencias históricas, entendiendo siempre que no se trataba de mala conducta individual, ya sea sexual o financiera, sino que revelaban la profunda corrupción de toda una clase dominante, descreditando todo el orden político burgués en Francia y al colapso del Gobierno conservador en Reino Unido. El escándalo de Epstein tiene implicaciones aún más trascendentales, ya que está exponiendo la criminalidad de la clase dominante en los Estados Unidos, el centro del capitalismo mundial.

El caso Stavisky tuvo lugar cuando Francia se tambaleó bajo el impacto de la Gran Depresión y la llegada al poder de Hitler en Alemania en 1933. Alexandre Stavisky era un judío ruso, criado en Francia, que ideó un método de estafa financiera que implicaba la emisión de bonos municipales sin valor basados en garantías fraudulentas, incluidas joyas falsas. 

Cuando su esquema comenzó a ser expuesto, muchos funcionarios del Partido Socialista Radical, el partido burgués entonces en el poder en Francia, fueron implicados. Pero a través del soborno desenfrenado y la manipulación legal, Stavisky logró posponer su juicio por fraude 19 veces en seis años, en medio de la creciente indignación pública. En enero de 1934, fue encontrado muerto de una herida de bala, y su muerte fue calificada como un suicidio, como en el caso de Epstein. Se levantaron cejas cuando algunos periódicos de París señalaron que la bala fue disparada desde una distancia que parecía descartar una herida autoinfligida.

Solo un mes después, azuzados por la agitación antisemita por el asunto Stavisky, una banda de fascistas atacó el Parlamento francés y tuvo que ser expulsada con armas de fuego por la policía. El primer ministro francés renunció y una coalición de derecha llegó al poder, un cambio de gobierno que presagiaba el ignominioso colapso de Francia ante la invasión nazi en junio de 1940.

León Trotsky escribió sobre el intento de golpe fascista:

Naturalmente, en Francia se ha pensado durante mucho tiempo que el fascismo no tenía nada que ver con este país. Por ser Francia una república, en ella todas las cuestiones son resueltas por el pueblo soberano mediante el sufragio universal. Pero el 6 de febrero de 1934, miles de fascistas y monárquicos, armados con revólveres, palos y cuchillas, impusieron al país el régimen reaccionario de Doumergue, bajo cuya protección siguen creciendo y armándose las bandas fascistas. (¿Hacia dónde va Francia?, pág. 3)

El escándalo Profumo, 30 años después, cruzó un escándalo sexual y la política de la Guerra Fría. John Profumo, un parlamentario conservador, ocupó el cargo de secretario de Estado para la Guerra, el equivalente al ministro de Defensa, el principal funcionario civil que supervisa al Ejército. Estableció una relación con la modelo y prostituta Christine Keeler, quien le fue presentada por el osteópata de alta sociedad Stephen Ward, actuando como su proxeneta. (Ward tenía a Winston Churchill y J. Paul Getty entre sus pacientes, así como a numerosos miembros de la realeza). Keeler era al mismo tiempo la amante de Yevgeny Ivanov, un agregado naval en la Embajada soviética en Londres.



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