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Me traicionaron en Roma. Ranieri no me tuvo en cuenta…; me gustaría ser entrenador, pero no hay muchos negros haciéndolo

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Julio Baptista aún habla con emoción cuando recuerda su etapa en Roma. Fue el autor de uno de los goles más celebrados en los derbis frente a la Lazio —un cabezazo bajo la lluvia tras un centro de Totti—, pero también vivió momentos amargos. “A veces parece que en Roma solo se acuerdan de los errores y no de las chilenas”, lamenta desde Madrid, donde se forma como entrenador. Aquel desembarco en la capital italiana coincidió con la muerte del presidente Franco Sensi. “Llevé su ataúd junto a Totti. Le vi llorar y entendí lo que significaba ese club para su gente. Nunca había visto algo igual”, dice en La Gazzetta dello Sport.

Con Spalletti vivió su mejor momento como giallorosso: goles decisivos, una conexión especial con la afición y el respeto del vestuario. Todo cambió con la llegada de Ranieri. “Me sentí traicionado. Estaba bien, jugaba con Brasil, pero en Roma no contaba. Él nunca me explicó nada. Me fui porque necesitaba volver a sentirme futbolista”, recuerda. Aquella etapa dejó también cicatrices mediáticas. “Se dijeron muchas tonterías sobre mí. Mucha gente habló sin saber. Era un momento difícil, y en lugar de apoyo, recibí burlas”.

Júlio Baptista a Pedrerol: “No hay muchos entrenadores negros trabajando”

Baptista se mira hoy en el espejo sin rencor, aunque con la sensación de haber tenido un papel más importante del que se le reconoce. “Hice cosas grandes en la Roma, pero algunos prefieren quedarse con lo negativo. En el Sevilla fui un tanque, marqué 47 goles y me gané el apodo de ‘La Bestia’. Luego vinieron el Real Madrid, el Arsenal y aquel partido inolvidable en Anfield, con cuatro goles y el público aplaudiendo de pie. Esa noche fue mágica”. También hubo puertas que se cerraron por poco: “Estuve cerca del Milan y del Inter de Mourinho. Al final no se dio y ficharon a Sneijder. Quizá ahí se me escapó la Champions”.

Baptista se mira hoy en el espejo sin rencor

Hoy, a sus 43 años, mira al futuro con ilusión y un punto de reivindicación. “No lo sé. Pero es un hecho. ¿Cuántos entrenadores negros ves en las cinco ligas principales? Yo no veo muchos. Me gustaría pensar que es solo una coincidencia, pero lamentablemente no lo creo. Hay menos oportunidades. Espero ser yo quien revierta esta tendencia, nunca digas nunca…”. La voz de Baptista suena firme, pero sin amargura. Como quien ha aprendido a convivir con las sombras sin olvidar la luz que un día iluminó su camino en el Olímpico.



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