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Se juega a fútbol solo 50 veces al año, el estadio tiene que funcionar los 365 días para que salga rentable

La renovación del estadio Santiago Bernabéu ha sido uno de los proyectos arquitectónicos más comentados de los últimos años. Detrás de esta ambiciosa propuesta se encuentran la firma alemana Gerkan, Marg and Partners (gmp), L35 Arquitectos y el estudio Ribas & Ribas Arquitectos, liderado por el catalán Josep Ribas, confeso seguidor del FC Barcelona. “El ser culé o no solo fue motivo para hablar mucho de fútbol y reír, pero nunca fue una barrera para hacer un muy buen trabajo”, cuenta: a juzgar por los resultados, su afirmación es incuestionable.

El nuevo Santiago Bernabéu es una apuesta por la funcionalidad con aires futuristas.
Un proyecto versátil preparado para todo tipo de eventos
El punto de partida fue la renovación integral de la fachada, que se mantenía prácticamente intacta desde hacía más de setenta años. La nueva se compone de láminas de acero inoxidable, que tenían que, a la vez, permitir la ventilación del recinto, cumplir con las exigencias de seguridad de los bomberos e incluso servir como soporte para la retransmisión de partidos o publicidad. El resultado es una impresionante fachada de aspecto futurista que no pasa desapercibido para ningún viandante, haciendo que el estadio brille con luz propia bajo el sol madrileño.
La otra gran novedad la introduce el videomapping, una tecnología de la que ya se han hecho algunas pruebas, que permitirá proyectar presentaciones de partidos e imágenes de los jugadores y del escudo en la superficie exterior.
Rentabilidad y funcionalidad: un estadio que nunca duerme
En una entrevista concedida al programa Tot es mou de 3Cat, Ribas abordó la cuestión de la rentabilidad, un aspecto esencial en infraestructuras de esta magnitud. “Este estadio está preparado para acoger todo tipo de espectáculos. El fútbol es la base, pero son solo cincuenta partidos al año. Un estadio como este debe funcionar los 365 días del año; de lo contrario, no es rentable. El Real Madrid lo entendió desde el primer día”, explicó a la periodista Helena García Meler.


La fachada está reforzada por láminas de acero inoxidable.
Para conseguirlo, se instaló una cubierta retráctil que permite cerrar completamente el recinto en función del evento, y un césped móvil, que se retira o despliega según las necesidades del espectáculo. De este modo, el Bernabéu puede transformarse en cuestión de horas en un escenario apto para conciertos o eventos deportivos de distintas disciplinas, en línea con otros diseños como el del estadio de Wimbledon. En palabras del propio Ribas, “el mundo ha cambiado mucho y la arquitectura también: esto es ingeniería”.
En cuanto al ruido, uno de los temas más controvertidos del proyecto, el arquitecto señaló que su resolución está en manos de “la mejor empresa de acústica del mundo” y que se prevé una solución definitiva en un plazo aproximado de dos meses.
Un culé infiltrado en el palco del Bernabéu
El arquitecto define el palco del estadio como “elegante, práctico y funcional, donde se puede recibir con comodidad a los invitados”; un lugar donde respira una atmósfera cordial y agradable que, aunque a veces trasciende lo deportivo, siempre tiene al fútbol como tema central. En comparación, considera que este nuevo palco es más amplio que el del Camp Nou: tiene la capacidad de acoger a unas 300 personas.
Como socio del FC Barcelona, Ribas sigue con interés las obras del estadio azulgrana, sobre las que expresa cierta preocupación: lamenta desconocer quién es el arquitecto responsable de la reforma y duda de que se esté realizando un control riguroso entre el diseño y la ejecución, un aspecto que considera esencial en cualquier proyecto.
Aun así, se muestra satisfecho con su trabajo en el Bernabéu, aunque confiesa que, como todo arquitecto, “siempre cambiaría algo”.


Ribas firma también esta casa escultórica situada en medio de las montañas andorranas.
Otras obras del arquitecto
Entre los proyectos más reconocidos del arquitecto catalán figura La Querola, en Ordino (Andorra), una obra casi escultórica que se integra a la perfección con el paisaje verde del entorno. Su amigo, el también arquitecto Jean Nouvel, fue su fuente de inspiración y su gran colaborador durante el proyecto: la obra tardó entre 15 y 16 años en ser acabada. “Es una escultura con contenido”, afirma el arquitecto, haciendo referencia a que más allá de la exquisita belleza que desprende, el proyecto acoge 51 apartamentos construidos bajo una filosofía sostenible que emplea como materiales principales la madera, el hormigón y el granito.







