‘Una batalla tras otra’ podría desempeñar un papel clave en la saga ‘Misión: Imposible’

“¿Sabes lo que es la libertad? No tener miedo. Como el puto Tom Cruise”. Para Sensei Sergio, interpretado por Benicio del Toro en Una batalla tras otra, no hay mucho más. La estrella de Misión Imposible representa, con sus saltos al vacío sin doble o inmersiones en el océano Ártico, el estadio definitivo de libertad. Una batalla tras otra, aún en varias salas de España, es uno de los títulos del año y el regreso a la gran pantalla de Paul Thomas Anderson.

Para el cineasta independiente, Una batalla tras otra parece insinuar una etapa, ya avisada con Licorice Pizza, en la que la acción se electrifica. Si The Master, Pozos de ambición o El hilo invisible lindaban o traspasaban las fronteras del cine más artístico y bebían de la épica de David Lean; Una batalla tras otra recupera el pulso de Boogie Nights con numerosas set pieces (secuencias de cierta espectacularidad visual y pormenorizada planificación logística) que vivifican el metraje. De la contemplación, Paul Thomas Anderson ha pasado a rodar para un público que contempla su película sin parpadear. Y es aquí donde podría entrar la libertad. O sea, Tom Cruise.

La reconciliación más esperada de Hollywood

Tom Cruise hizo uno de sus mejores papeles a las órdenes de Paul Thomas Anderson. Años antes de que la plaga de los connection coachs (un hombre que te asegura que, de ver sus diapositivas, te convertirás en Don Juan Tenorio) asolase el planeta, Cruise se puso en la piel de uno en Magnolia. Inesperadamente, esta fue su última vez junto a Paul Thomas Anderson. En parte porque Cruise ya viraba hacia una etapa monopolizada por el cine de acción, y en parte porque al actor no le hizo ninguna gracia que el director se burlase de la cienciología en The Master.

Recientemente, Paul Thomas Anderson ha confesado su desconsuelo por no haber podido dirigir a Cruise en el cine de acción. “Creo que ya terminó con Misión imposible, así que no se hará”, añadía en una entrevista. Desde luego, la elección para una entrega de Misión Imposible del director de El hilo invisible no parecía muy intuitiva. Sí, en cambio, del hombre tras la cámara en la persecución final de Una batalla tras otra.

Aunque parece que Cruise piensa retomar el cine adulto (su primera película en esta fase corre a cuenta de Iñárritu), Misión Imposible no tiene por qué estar cerrada a perpetuidad. Y, en cualquier caso, se antoja difícil que Cruise, tras años somatizando las subidas de adrenalina en su organismo, rechace un último baile con la muerte en una película de acción. Solo queda preguntarse si Tom Cruise ha perdonado a Paul Thomas Anderson por sus críticas a la cienciología. Si la respuesta se que sí, que alguien escriba un guion y prepare las cámaras, porque Tom Cruise estará listo para jugarse la vida otra vez.