Colombia
El Último Refugio del Cine Triple X en Bogotá: Una Lucha Incansable Contra las Llamas

Para Los Iniciados, El Acceso a una Sala de Adultos Puede Provocar una sensación inesperada semejante a la que se experimenta al entrar en un motel habitual: Desconfianza, Miedo y Vergüenza. Mientras que la entrada al motel suele estar oculta tras un bambú, desde el antiguo cine esmeralda Pussycat la distrae el tabique de la gata coqueta que hace 33 años identifica al último teatro de contenido adulto que se resiste a desaparecer del centro de Bogotá.
Detrás de la Reja, La Señora de la Taquilla, de Edad Avanzada, Seria, con Anteojos, Disipa el Aburrimiento de la Tarde Pasada por Agua Envolviendo Rulos de Papel Higiénico que Entrega a los Clientes Junto con la Boleta de Ingreso. Es difícil imaginar a la limpiadora que, seguramente por el Mínimo, Reúne entre Sillas las Suciedades Tras Cada Función.
Entre Taquillera y Cliente No Hay Intercambio de Palabras. Ella se Limita a Proporcionar Boleta y Papel Higiénico: Hombres, Planta Baja; Parejas, Arriba; 15,000 pesos, Tarifa básica por dos películas continuas de 10:30 de la Mañana a 6:30 de la Tarde. Jóvenes, Cédula en Mano. Negándose a Proporcionar Cualquier Información. “No insista”. Si Insiste, Un Tipo Musculoso Está Listo Para Retirar a Cualquiera que Intente Saber Más de la Cuenta.
La Cartelera muestra el Doble Programa de la Semana: ‘Locos por Linda’ y ‘HúnMedo Despertar’, de un sinfín de Extraños que Han Consumido por Años la Pantalla: ‘Yeguas Insaciables’, ‘Enfermeras Ninfómanas’, ‘Profanación Anal’; En Total, en relación a porno grosero y explícito se observará el repetido amalgama de carne erecta y abierta, impostados ayes de corales originales, que succionó una pirotecnia de fluidos hormonales.
Canas y Arrugas
Un Veterano Encorvado, con Boina Rusa y Chaqueta de Pana, mordisquea papas fritas, y con ojos acuosos de moribundo se queda estancado en los pósters que, en los costados del vestíbulo, exhiben las vitrinas. MUJERES DE FORMAS SENSUALES, CURVILINEAS, SIN VELLOS, PEZONES ROSADOS, CONFRONTADAS A JÓVENES ROBUSTOS DE MÚSCULOS MARCADOS EN LA MÁQUINA PESADA DE LOS GIMNASIOS.
En Algunos Carteles Hay Mensajes Sugerentes: “Me gusta cuando me pones contra la pared”. “No dejemos para mañana las ganas que tenemos hoy”. El Anciano Acelera las Últimas PAPAS DE LA BOLSA Y APURA EL PASO hacia la Taquilla. Recibe El Boleto y El Rollo de Papel Higiénico, y Se Desvanece como una sombra en la oscura viscosa del antro.
Taquilla Esmeralda Pussycat. Foto:Ricardo Rondón Chamorro
Entrar por Primera Vez en la Sala es una experiencia oscura, alternativa a la orgiástica que resplandece en la mampara. Personas de mirada Penal, Algunos con sus vergüenzas al aire en un plano secuencia de agitación masturbatoria, con el grito sofocado de las sillas. OTROS, POSTRADOS SOBRE ASIENTOS AJENOS, INDIFERENTES AL ESCÁNDALO DE LAS “POTRAS INSACIABLES” DE TECNICOLOR, QUE NO PARAN DE GRITAR “RICOO, PAPI, DALE, MÁS, MÁS”.
Canas y Arrugas Destacan Con Rizos Lacios y Pieles Vigorosas de un trío de Jóvenes que no Dejan de Reírse de la Obscena Gula Sexual. “¡Cállense, estúpidos!”, Exclama un anciano con Nariz Prominente que saborea una paleta mientras acaricia su Bragueta. El Ambiente en la Sala es Claustrofóbico, Tenso, Como denso el aire irrespirable. Una Mezcla Desagradable de Sudor, Esperma, Olor A Perro Mojado.
Memoria Imborrable
El Cinema Esmeralda Pussycat, Localizado en un Antiguo y Melancólico Edificio de la Carrera 7.ª Con Calle 23, Contiguo al Pasaje Artesanalse ve amenazado de quedar en los archivos de un
Un tiempo en el que proliferaron teatros en el centro de Bogotá, los cuales, al principio, se dedicaron al cine familiar: funciones matutinas, vespertinas y nocturnas. Posteriormente, decidieron mezclar proyecciones de películas de drama, comedia y acción con cine erótico clásico, culminando en la exhibición de pornografía cruda.
Entre los más célebres, en las décadas de los 70, 80 y 90, se encontraban cines como El Apolo, El Novedades, El Ariel, El San Jorge, El Ayacucho, El Bogotá, El Coliseo, El Dorado, El Mogador, El Faenza, El Metro Riviera, El Atenas, El Caldas, El Nariño, El Lido, El Cid, El Caracas y El Real, entre otros.
Al cerrar sus puertas, algunos de estos cines fueron convertidos en almacenes de liquidación, estacionamientos, centros religiosos, discotecas, supermercados o talleres, como El Ayacucho, que todavía mantiene su icónica fachada, las antiguas puertas de pequeñas ventanas circulares y el altillo. La única transformación notable fue la eliminación definitiva de las sillas, espacio que se destinó a talleres de tipografía.
De cada una de estas antiguas construcciones, cinéfilos de tiempos pasados conservan una huella imborrable del ayer, como del Teatro Esmeralda, mucho antes de ser el Pussycat pornográfico, cuando ofrecían matinés dominicales, y en días cotidianos llenaban la sala con películas como ‘Doctor Zhivago’ y ‘Donde las Águilas se Atreven’, y en Semana Santa ‘El Mártir del Calvario’ y ‘Ben-Hur’, como atestigua don William Fandiño, testimonio de la movida cinematográfica capitalina.
Ver en exceso pornografía podría ser perjudicial para la salud. Foto:istock
En el cine erótico, los aficionados evocan clásicos como ‘Emmanuelle’, ‘El Imperio de los Sentidos’, ‘El Decamerón’, ‘Garganta Profunda’, ‘El Último Tango en París’, ‘El Portero de Noche’, ‘Bajos Instintos’, ‘Historia de O’, ‘La vida de Adèle’, ‘Lolita’ y las cintas protagonizadas por la voluptuosa actriz argentina Isabel Sarli, como ‘Una mariposa en la noche’ e ‘Intimidades de una cualquiera’.
El Fin
La llegada de Internet y el DVD, seguidos por la avalancha de películas piratas del llamado “cine para adultos” que se encontraban por tres pesos en antros clandestinos del centro y en el antiguo Sanandresito de la 13, redujeron las ganancias de los teatros, que comenzaron a cerrarse. Esto se sumó a la aparición de video bares como el laberinto de Zeus, que tenía una cafetería como fachada.
El Cinema Esmeralda Pussycat ha logrado sobrevivir a todas estas adversidades, incluyendo el desastre económico de la pandemia que, junto con la inseguridad, ha sido devastador para el comercio de entretenimiento nocturno del centro.
Vandalismo en un comercio ubicado sobre la Carrera Séptima por un grupo de manifestantes del 25N. Foto:Nérstor Gómez
En los últimos años, el Pussycat ha sido objeto de enérgicas protestas feministas. En dos ocasiones, han intentado incendiado el lugar con botellas de gasolina. La arremetida más reciente ocurrió durante la celebración del Día de la Mujer, el 8 de marzo. Como las manifestantes lo encontraron cerrado, su furia se manifestó y violentaron la reja a garrotazos y patadas.
Se desconoce quién es el propietario del Esmeralda Pussycat, si el local está arrendado o en sociedad. Hace años lo administraba Carlos Sánchez, pero ahora está bajo la dirección de Mauricio Ruiz, de quien la señora de la taquilla no proporciona información ni contacto.
“Está Prohibido Proporcionar Información, Ni Siquiera Teléfonos”, Enfatiza Ella Mientras Continúa Inscribiendo Papel.
Uy, no, amigo, qué asco. Menos mal que fui acompañado, porque solo no entro; pero no pudimos permanecer 15 minutos y salimos rápidamente. Esas Miradas de Codicia Que Le Dirigen A Uno Por la Carne Fresca.
‘Rolo Aventurero’Youtuber de Bogotá
Sea como sea, el lugar se mantiene con la clientela habitual de homosexuales y solitarios en la tercera edad que, a puro esfuerzo, buscan exprimir sus últimas gotas testiculares, o atrapar a algún joven perdido en en el baño “hermoso horrendo” “terrible” “horripilante” “espantoso” “horrible”, el YouTuber reconocido como ‘Rolo Aventurero’ expresa: “Uy, no, amigo, qué asco. Menos mal que fui acompañado, porque solo no entro; pero no pudimos durar 15 minutos y salimos rápido. Esas miradas de hambre que te dirigen. Ruidos, gemidos lujuriosos, el olor, que es una mezcla de desodorante barato, axila de anciano y ropa sucia ¡Qué horror! Calle, respiramos un poco.”
En comparación con los contenidos de pornografía extrema, escatológica, zoofílica y violenta que inundan las plataformas digitales, este “coussycat” vendría a ser como un simple aperitivo y un desgaste de rollos de papel higiénico.
Siempre es la misma historia. Pasa como con el sancocho de gallina: un par de cucharadas y uno va a lo directo
Alejandro MonroyPeriodista
‘Palillo’ (70 años), cuya existencia se desarrolla entre los bares de juegos de azar y el Pussycat, comenta que es más sensato pagar 15,000 pesos por dos películas porno que exponerse a una enfermedad venérea o a una puñalada en los burdeles de Santa Fe.
El periodista y abogado Alejandro Monroy tiene una comparación divertida relacionada con el cine pornográfico: “Siempre es la misma historia. Pasa igual que con el sancocho de gallina: un par de cucharadas y uno va a lo que realmente importa”.
Ricardo Rondón Chamorro
Especial para el tiempo