Economia
Sin las energías hidráulica y térmica, Colombia se hubiera apagado

Un sistema eléctrico robusto fortalece la confiabilidad energética, atrae inversión y mejora el acceso a servicios básicos. En Colombia, la base de ese sistema está en la energía hidráulica.
Foto: Cortesía EPM
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¿Qué garantiza que el país no se apague? Después de los racionamientos del 92 y 93, esta pregunta tomó fuerza y nunca perdió relevancia. Hoy, 30 años después, los expertos afirman que la generación térmica e hidráulica ha hecho que el sector pueda presentarse como robusto y confiable, y que el país no se apague.
El fenómeno de El Niño, por ejemplo, ha representado un reto para el sector eléctrico colombiano, teniendo en cuenta que de la energía que se produce, un 69 % es hidráulica y casi el 30 % de la generación es térmica. Sin embargo, en los últimos 30 años se ha superado varias veces este fenómeno climático sin tener desabastecimiento en el país. En 2024, año en el que hubo otro fenómeno de El Niño, las sequías hicieron que la generación térmica representara más del 50 % de la energía total del sistema, lo que previno los racionamientos.
Para la Asociación Colombiana de Generadores de Energía Eléctrica (Acolgén), las energías hidráulica y térmica son fundamentales para el país y destaca que el diseño de mercado que se creó en el sector eléctrico con fundamento en la Constitución de 1991, después del histórico apagón, ha permitido sortear tanto fenómenos climáticos como intensos veranos eléctricos.
La matriz local se ha favorecido, principalmente, por la geografía colombiana, que cuenta con abundancia de ríos y caídas de agua, que han permitido el desarrollo de importantes centrales hidroeléctricas, como El Guavio, Hidroituango, Chivor, San Carlos, Betania, entre otras. En el agregado de los últimos cinco años, la generación hidroeléctrica se ha mantenido como el pilar principal de la confiabilidad, representando cerca del 75,23 % de la generación.
“La energía hidráulica o hidroeléctrica ha sido históricamente la principal fuente de generación de electricidad en Colombia. Según datos de XM, aproximadamente el 70 % de la energía eléctrica consumida en el país proviene de fuentes hidroeléctricas, a partir de 13,2 GW de capacidad. Su importancia se ha evidenciado en escenarios extremos: en la sequía de 2016, con embalses al 42,7 %, aportó el 71 % de la generación; mientras que en La Niña de 2021, con reservas al 75,5 %, su participación subió al 81,8 %. Más recientemente, durante el fenómeno de El Niño 2023–2024, las reservas se mantuvieron en un 51,6 % y la generación hidráulica aportó el 65,4 % de la producción total de energía”, precisa Acolgén.
Este desempeño ha hecho que se destaque a nivel internacional como una matriz confiable y mayoritariamente limpia y renovable, gracias a su porcentaje de energía hidroeléctrica. De acuerdo con la Asociación Internacional de Energía Hidroeléctrica (IHA), el país ocupa el puesto 18 en capacidad instalada de esta fuente y, según la Agencia Internacional de Energías Renovables (IRENA), es el cuarto en Suramérica en energías renovables.
Los altos y bajos
Para los expertos del sector, como Natalia Gutiérrez, presidenta de Acolgén, pese a que la generación hidroeléctrica se consolida como clave en la confiabilidad del sector, no se ha explotado su máximo potencial, pues dice que investigaciones, como el Atlas Hidroenergético de la UPME, han mostrado que se podrían desarrollar hasta 56 GW adicionales, lo que permitiría una mayor seguridad para el sistema. “Infortunadamente, y de a poco, se han eliminado los incentivos para la fuente energética más segura, económica y confiable del país”, precisa Gutiérrez, quien también resalta que uno de los beneficios de la generación hidroeléctrica es que su costo de operación es relativamente bajo, lo que la hace competitiva respecto a otras tecnologías.
Según el Informe de Perspectivas Mundiales de Energía Hidroeléctrica 2024, de la Asociación Internacional de Energía Hidráulica (IHA), se estima que a nivel mundial se necesita duplicar la capacidad de energía hidroeléctrica para 2050 para cumplir con los objetivos de cero emisiones netas y para triplicar las energías renovables para 2030.
¿Y qué pasa con la energía térmica? ¿Tiene el mismo panorama? La generación térmica ha sido el soporte del sistema y ha permitido evitar crisis en períodos de baja hidrología (como el fenómeno de El Niño). Su uso se ha incrementado en las últimas décadas debido a la necesidad de diversificar las fuentes de generación y reducir los riesgos asociados a la dependencia de la energía hidráulica, llegando a representar cerca del 30 % del total, con una capacidad instalada de 6,09 GW en 70 recursos de generación. De estas plantas, el 68,45 % usa gas natural, el 25,08 % carbón y el 3,95 % diésel.
“La operación del parque térmico es muy importante para la confiabilidad del sistema, aunque sus costos en general son más elevados debido al consumo de combustibles. No obstante, una infraestructura eléctrica robusta, que integre fuentes renovables convencionales y no convencionales en crecimiento, podría reducir a mediano plazo la frecuencia de operación de las plantas termoeléctricas. Esta complementariedad, por ejemplo, permitiría que la energía eólica supla parcialmente la menor generación hidroeléctrica durante períodos de sequía”, señala EPM.
La importancia del cargo por confiabilidad
El cargo por confiabilidad ha sido clave para garantizar la generación eléctrica en Colombia desde su implementación en 2006, evitando racionamientos. “Funciona como un seguro: pagamos anticipadamente un cargo a los generadores a cambio de su compromiso de entregar electricidad cuando sea necesario”, explica Acolgén.
Para EPM, además, “ha cumplido su objetivo de crear un entorno de inversión favorable. Los proyectos que han obtenido obligaciones de energía firme (OEF) en las subastas han garantizado la cobertura de la demanda, especialmente durante períodos de baja hidrología, cuando el parque térmico es fundamental”.
Este mecanismo ha permitido inversiones por más de US$17.000 millones en los últimos 15 años, fortaleciendo la capacidad instalada en 6.000 MW. Sin embargo, en la última subasta de febrero de 2024, el 99 % de la capacidad asignada correspondió a proyectos solares y solo el 1 % a térmicos, lo que redujo la firmeza de la oferta energética en un 71 %, pues se otorgaron obligaciones de energía en firme por 10,8 GWh-día.
Ante este panorama, Acolgén insiste en que se suministren señales que aseguren una expansión complementaria de todas las tecnologías. “Dadas las necesidades energéticas actuales y futuras, en las cuales se espera un aumento de la demanda aproximado del 2,6 % anual en el escenario medio de la UPME (…) es crucial que las subastas de cargo por confiabilidad permitan el ingreso de más tecnologías para garantizar un sistema confiable y sostenible”, concluye Gutiérrez. Es decir, permitir que las nuevas tecnologías ofrezcan firmeza en períodos más cortos para mejorar la capacidad de generación, según las condiciones climáticas cambiantes.
Energías renovables como un complemento
A la meta de diversificar la matriz se ha sumado la atención por las energías renovables como la solar y la eólica; pero en su implementación se han presentado diversos retos, entre estos los de garantizar la infraestructura y lograr la entrada efectiva de nuevos proyectos. Entre 2020 y 2025, la capacidad instalada de energía renovable en el país se ha multiplicado por 11, este aumento ha estado impulsado principalmente por la expansión de proyectos solares, mientras que el desarrollo de parques eólicos y otras tecnologías renovables ha sido limitado.
No obstante, para el ingreso de mayor cantidad de energía eólica y solar es clave continuar expandiendo el parque de generación en tecnologías como la hidráulica y la térmica, que son las que en los últimos 30 años han dado estabilidad al sistema y han garantizado el la prestación constante del servicio de energía eléctrica en Colombia.
Amylkar Acosta, exministro de Minas y Energía cuenta que entre 2019 y 2021, a través de subastas, se asignaron 2.400 MW en proyectos de energía eólica, sin embargo, hasta la fecha solo ha entrado el 1% (unos 24 MW), lo que para él representa un perspectiva pesimista.
“Sería deseable tener ese “auge” de las fuentes no convencionales de energías renovables, pero no ha sido así (…) prácticamente todos los proyectos de los parques eólicos han venido siendo abandonados por sus desarrolladores”, comenta Acosta, quien también dice que poco de lo que se ha avanzado en la transición es la instalación de granjas solares – fotovoltaicas, que cuentan con 1.8 GW ondulados en operación “muy lejos de la meta del gobierno para su cuatrienio de tener 6 GW en la matriz eléctrica del país”.
Según información del operador del mercado de energía, XM, en la actualidad el país cuenta con 2.131 MW de Capacidad Efectiva Neta en operación a partir de Fuentes No Convencionales de Energía Renovable, de los cuales 1.916 MW corresponden a generación solar y 215 MW a biomasa, y se encuentran en etapa de pruebas 91,5 MW solares y 31,9 MW eólicos. En 2024, el 5,2% de la generación total de energía fue a partir de estas tecnologías.
Para el experto y exministro Acosta, estas energías renovables no deben reemplazar a las convencionales, sino complementarlas, para garantizar una mayor firmeza y confiabilidad en el Sistema Interconectado Nacional (SIN). En un escenario ideal, podrían aportar una mayor resiliencia de la siguiente forma: “cuando el verano es intenso y es mayor la sequía es cuando tenemos más vientos y estos son más fuertes para generar energía eólica y es cuando se tienen más horas de sol y mayor radiación solar para generar energía solar-fotovoltaica”, precisa Acosta.
“Es importante que se den las condiciones para que, a mediano y largo plazo, ingresen proyectos que permitan una diversificación de la matriz eléctrica más equilibrada. Por ejemplo, La Guajira alberga uno de los mayores potenciales para generación eólica del mundo, con vientos comparables a los del Mar del Norte y casi el doble que el promedio mundial. Su potencial eólico asciende a 30 GW costa adentro y 50 GW costa afuera, según el Plan Energético Nacional. Asimismo, no podemos pasar por alto tecnologías más disruptivas como la geotermia, en la que Colombia posee un potencial de 1.170 MW, según el Sistema Geológico Colombiano; u otras que siguen en estudio y evolucionan en función al Costo Nivelado de la Energía (LCOE, por sus siglas en inglés)”, complementa Acolgen.
Pero para llegar a una implementación realmente efectiva, hay que superar el reto de que no afecte la confiabilidad del sistema. Para Natalia Gutiérrez, presidente de Acolgen, esto sólo se logrará “si hay una integración inteligente entre tecnologías”.
“Hemos calculado que para asegurar la confiabilidad del sistema, requerimos inversiones de aproximadamente $10,9 billones de pesos anuales, distribuyendo el crecimiento de la energía en firme entre 50% solar, 30% eólica y 20% hidráulica de pequeña escala. Esta cifra aumentaría a $13,3 billones anuales en caso que el crecimiento en la oferta fuera únicamente con tecnología solar”, señala.
Francesco Bertoli, gerente general de Enel Colombia y Centroamérica precisa que si bien los esfuerzos están mostrando avances, es necesario seguir trabajando. “Debe haber una articulación con los gobiernos nacional, regional y local, para sortear los distintos desafíos que tenemos en el desarrollo de la infraestructura eléctrica, como los atrasos en el desarrollo de infraestructura, además de las sinergias que debemos seguir generando con las comunidades donde estamos presentes para garantizar que podamos ser actores de progreso social y económico para las regiones”, dice.
Es claro que el panorama energético colombiano está en plena transformación, el crecimiento de las energías renovables no convencionales es una realidad, así como la necesidad de que el sistema siga siendo confiable, el mensaje parece unánime y la clave, finalmente, enfatiza EPM, “está en la complementariedad entre tecnologías, la modernización del mercado y la optimización de la infraestructura existente”.