Deportes
crónica del apoteósico recibimiento de los campeones

A la cita para recibir a los campeones llegaron todos los santafereños: papás, hijos, mamás, hermanos, abuelos, abuelas, nietos, perros, todos; iban en motos, carros, ciclas, a pie o en los hombros de alguien, cada quien con su corneta o su bandera, banderas que se ondeaban en una caravana interminable. Todos iban con su indumentaria de león: gorros, bufandas, melenas y los gritos que eran una sola voz y una sola certeza: “Ya volvimos, ya volvimos, ya volvimos otra vez, ya volvimos a ser campeones, como la primera vez”. Eso cantaban bajo una lluvia que iba y venía, y eso a nadie le importaba porque lo importante era estar ahí, afuera del aeropuerto El Dorado de Bogotá, para esperar a los héroes de la décima estrella de Santa Fe que llegaban con la copa.
El tumulto era monumental, niños corriendo, hombres saltando, mujeres cantando, todos para un lado y para el otro. “Qué hermosura esta hinchada”, dice ella; “corran, corran que van a salir por Catam”, alertó él. La marea roja se mueve para esperar el bus, nadie se lo quiere perder, el trancón ya es monumental, los carros no se mueven, solo pitan, y todos los conductores parecen amigos: “pase usted”, “después de usted”. De repente, el estruendo de la pólvora y alguien que pregunta: “¿ya salieron?”. La corneta suena, ‘fa fa fa’, y los niños se asoman felices por todas las ventanas de las camionetas. Un curioso dice: “qué envidia”, un distraído con maleta de viaje pregunta: “¿qué es lo que pasa?, me deja el avión”. Un joven agacha la cabeza y esconde sus pasiones, que deben ser de otro color. “Ya va a salir el bus, ¿usted dónde está?”, pregunta a gritos alguien por celular, y como que nadie le escucha; “logramos la décima, mi socio”, dice un joven con tatuajes de Santa Fe en los brazos. Todos hablan como si se conocieran de siempre: “¿usted de dónde es?”, “de Bosa”, “¿y usted?”, “de Kennedy”, “venga ese abrazo”. El carro de bomberos pita duro y alerta, suenan sirenas, las motos de policía se mueven, ahora sí sale el bus.
Hinchas de Santa Fe Foto:Néstor Gómez – El Tiempo
Son las 12:15 p. m. Los campeones santafereños que lograron la décima estrella salieron de Medellín hacia las 11 a. m. y ya están en tierra y montados en el bus. Los hinchas prefieren decir a las 10 + 1; para ellos, el 10 ya es pare de su lenguaje. “Vamos, los leones”, gritan algunos desvelados, esos que pasaron la noche celebrando y no paran. Cada quien luce su mejor camiseta, se ven camisetas nuevas, camisetas viejas, hombres sin camiseta, con sus tatuajes de leones a la vista de todos. Un señor de unos 60 años dice, a propósito de camisetas: “Quiero la nueva, pero está muy cara”. “Yo te la regalo”, le responde el que parece ser su hijo. Cae espuma en las cabezas, hay descontrol porque ahora sí el bus asoma. “¡Vamos equipo!”, gritan los eufóricos que están cerca. “Papi yo no los vi”, se queja un niño. “Ay, no los perdimos, allá van, allá van”, responde su padre.
Independiente Santa Fe Foto:José Acevedo / CityTV
El bus, que salió por la base aérea de Catam, arranca, pero no avanza, no puede; hay mucha gente. Los héroes van arriba, empezando por Hugo Rodallega y Daniel Torres, llevan gafas negras y tienen la Copa en sus manos, se la muestran a toda la manada de hinchas. “¡Toqué el bus!” grita un niño afortunado. El bus cardenal de dos pisos tiene la estrella 10 estampada al frente y avanza lento, muy lento, como por entre un río rojo… Inicia la caravana, la lluvia se aleja, el sol asoma para darle la bienvenida a los campeones. Las calles no tienen horizonte, solo se ve rojo atrás y rojo adelante. Todos los jugadores se van trepando en el techo del bus para compartir con la afición. El DT Bava prefiere quedarse en su silla y, desde ahí, graba con su celular la algarabía. Los hinchas se acercan, tocan las ventanas del bus, caminan a su ritmo; son muchos, son miles. Atrás queda una caravana interminable. El que no vino por Santa Fe, se sentirá atrapado. Los demás, aguantan lo que sea.
Carnaval santafereño
Hinchas de Santa Fe Foto:Néstor Gómez – El Tiempo
El bus recorre toda la avenida El Dorado, detrás toda la marea de autos, hinchas a lado y lado de la calle gritan y agitan sus banderas, hasta que finalmente los héroes hacen su entrada gloriosa al parque Simón Bolívar. Son casi las 3 p. m., allí los esperaba otra romería cardenal, más bulliciosa. Fueron los que tuvieron que escoger, o el aeropuerto o el parque; eligieron el parque. Allí empezaron a llegar desde las 10 a. m., algunos habían estado ahí en la noche anterior viendo cómo sus jugadores ganaban en Medellín. Ahora están ahí para celebrar con ellos. Y son muchos, llegan de todos los rincones de Bogotá, aguantan la espera, preguntan cada tanto dónde viene el bus, hasta que ven llegar a sus campeones y suena el claxon cardenal, tal como suena en el estadio.
Festejo de Santa Fe Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
Los héroes subieron a la tarima, uno a uno, iban todos. Hugo Rodallega, el capitán, el artífice de una estrella épica, tomó el micrófono y presentó a cada león. Se movía en la tarima como si no le doliera un pelo, a él que hizo el gol de la gloria en una pierna. Estaba eufórico y más cuando la gente lo recibió con una tonada conocida: “oé oé oé oé, Hugoool, Hugoool, oé oé oé oé, Hugoool, Hugoool”, clamó la afición. Hugo tenía la copa, linda, dorada, pesada, esbelta, entre sus manos, la abrazaba como quien abraza a su pareja en un baile, o como si le susurrara al oído. Luego la compartió con Daniel Torres, el otro jefe de manada, y ambos la levantaron como lo hicieron en el Atanasio Girardot, donde faltaba el calor de su afición. “Es difícil explicar, quiero agradecerle a todos estos jugadores y compañeros, porque a pesar de todo y contra todos, pusimos la cara, el pecho, nos unimos, y hoy somos campeones de la Liga colombiana. Esto no sería posible sin su apoyo… celebren, disfruten, gocen, vívanlo, es una realidad: Santa Fe consiguió la décimaaaaa”, dijo Hugo para hacer delirar a toda la afición, y más cuando empezó a cantar, él sobre su pierna heroica: “Poropopó, poropopó, el que no salte, no es del león…”, y todos saltaron porque todos eran del león, y hasta la copa parecía querer tener piernas para brincar.
Emanuel Olivera celebra con Santa Fe. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
Festejo de Santa Fe Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
‘Ahora por la 11’
Para seguir el carnaval, Daniel Torres alentó a todos los hinchas a que cantaran una canción que ya es un himno: “Ya volvimos, ya volvimos, ya volvimos otra vez, ya volvimos a ser campeones, como la primera vez”. Y así, cada campeón, con su medalla en el cuello, pasó a saludar a los hinchas. Una mujer levantaba un letrero que decía “gracias” y ese era el mensaje colectivo. Harold Mosquera, contagiado por la alegría, lanzó una promesa: “¡Ahora vamos por la once!”. Luego, la afición empezó a llamar a un león que no se dejaba ver: “Frasica, Frasica”, y Frasica pasó al frente, por fin sosegado, por fin en estado de reposo; ya había corrido todo lo que se necesitaba y, que sepamos, no venía corriendo desde el aeropuerto. Frasica cantó “dale león, dale león”, al ritmo del Matador de los Fabulosos Cadillacs y agitaba sus brazos como en una murga y, todo el público saltó con él. “Cuando las piernas no pueden, se corre con el corazón”, dijo, y la frase le llegó al alma a cada santafereño que ve en Frasica a uno de los suyos, de los de su estirpe. La locura se mantuvo en alto cuando Rodallega llamó al arquero Andrés Marmolejo y un coro retumbó por todo el parque y por toda Bogotá, como si fuera una súplica: “Selección, Selección, Marmolejo Selección…”. Y Marmolejo sonreía sin saber qué decir.
Festejo de Santa Fe. Foto:Néstor Gómez. EL TIEMPO
A su turno, Elvis Perlaza clamó una frase que al parecer traía atorada: “Pa’ los que decían que yo era un bocón, ahí está la décima”, bramó. Luego, Hugo llamó al presidente Eduardo Méndez, el tantas veces criticado. Méndez estaba radiante, como si no pudiera creer que los insultos que ha recibido se cambiaron por aplausos. “Esto no es mío, es de ellos (señaló a los jugadores) y de ustedes. Ojalá esta unión sea por siempre. Seguiremos trabajando, sigan apoyando… y compren el abono”, remató entre risas y abrazos con Hugo.
Nadie se quedó sin brillar. Todos los campeones pasaron al frente, también Bava, que lució más eufórico que nunca. Los leones campeones se marcharon y toda su manada mantuvo el rugido que no deja de sonar: “Ya volvimos a ser campeones, como la primera vez…”.
PABLO ROMERO
Redactor de DEPORTES
@PabloRomeroET
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