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Acaben ya con este bodrio del All Star ¿Tiene miedo la NBA a un Estados Unidos-Resto del mundo?

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El enésimo intento de la NBA por reflotar el All Star Game, antaño un partido de referencia para cientos de millones de aficionados al baloncesto de todo el mundo, fue un fiasco tal y como se preveía. La Liga, casi a la desesperada, se sacó de la manga un formato tipo ‘Final Four’ con cuatro equipos, tres con las estrellas más rutilantes del campeonato elegidas por los aficionados y un cuarto integrado por el equipo de novatos de primer y segundo año ganador del ‘Rising Stars Challenge‘. Y tal y como era de esperar el invento fue un chasco. Otro más.

Wembanyama se dispone a machacar sin oposición en el All Star de San Francisco.LAPRESSE

Mucho glamour en las gradas, ambiente circense, buen rollito entre las estrellas, pero cero baloncesto. Cero en competitividad, cero en seriedad, cero en tensión, cero en defensa, cero en expectación y cero en interés. A esos ceros habría que añadir los que se llevaron en sus respectivos cheques los jugadores que perpetraron este bodrio: 125.000 dólares para cada uno del equipo ganador, 50.000 para los de los finalistas y 25.000 para los eliminados en semifinales. Y gracias.

Las audiencias se desploman por falta de interés

Y mientras las audiencias desplomándose año tras año. Lejos quedan los 22,91 millones de espectadores que congregó frente a los televisores la NBC en el All Star de 1993 con estrellas como Michael Jordan, Shaquille O’Neal o el propio Charles Barkley, estos dos últimos participantes de este circo en las últimas ediciones como meros ‘clowns’.

Michael Jordan y Kobe Bryant, durante un All Star.

Michael Jordan y Kobe Bryant, durante un All Star.RAFA CASAL

Los últimos años el bajonazo ha sido mayúsculo y parece imparable. En 2023 la audiencia cayó un 27%, hasta los 4,5 millones de telespectadores, mínimo histórico  Se impuso el Oeste al Este 184-175 en un partido en el que sólo se señalaron siete faltas personales, la prueba más inequívoca de que nadie defiende y la competitividad es nula. En el citado All Star de 1993 se señalaron 62 faltas. Sí, los jugadores mostraban entonces orgullo, querían ganar y no hacían pasillos a los rivales como ahora.

Es un honor formar parte de un gran fin de semana con grandes jugadores, pero este ha sido el peor partido de baloncesto jamás jugado

Michael Malone (Entrenador del Oeste en el All Star de 2023)

Tras el All Star de 2023 Michael Malone, entrenador de los Nuggets y del equipo del Oeste, fue rotundo tras el esperpento perpetrado por ambos equipos (recuerden, 184-175): “Es un honor formar parte de un gran fin de semana con grandes jugadores, pero este ha sido el peor partido de baloncesto jamás jugado”, dijo entonces.

Un 211-186 con ¡tres faltas personales!

Pero sus palabras cayeron en saco roto. Un año después, en el All Star de 2024 la audiencia repuntó algo, 5,5 millones, el segundo peor dato de la historia, pero el espíritu vacío del partido se hizo más grande si cabe. Ganó el Este 211-186 en un encuentro en el que se señalaron sólo tres faltas personales en 48 minutos. Un atentado contra cualquier atisbo de competitividad.

Stephen Curry celebra un triple en el All Star de San Francisco.

Stephen Curry celebra un triple en el All Star de San Francisco.LAPRESSE

Llegados a este punto quizá a la NBA le interesaría revitalizar el formato, y sería una buena forma de hacerlo enfrentando en un partido a las mejores estrellas estadounidenses contra los mejores jugadores internacionales de la Liga, un Estados Unidos contra el mundo que quizá serviría para añadir morbo al desafío y recobrar la competitividad que hace años se fue por el sumidero.

Es una fórmula que ha planeado los últimos años por los despachos de los altos ejecutivos de la NBA pero que no se han atrevido a llevar a cabo. Tal vez por temor a que los jugadores internacionales dejasen claro al mundo que ya no tienen nada que envidiar a las estrellas estadounidenses, algo que ya viene siendo patente los últimos años.

Los seis últimos MVP, no estadounidenses

No es casualidad que los últimos seis premios de MVP de la temporada los hayan ganado jugadores no nacidos en Estados Unidos: el griego Giannis Antetokounmpo (2019 y 2020), el serbio Nikola Jokic (2021, 2022 y 2024), y el camerunés Joel Embiid (2023). Como tampoco es casualidad que los dos últimos números 1 del draft hayan sido franceses: Victor Wembanyama (2023) y Zacharie Risacher (2024). Ni que por undécima campaña seguida haya al menos 100 extranjeros en la Liga, 125 de 40 nacionalidades distintas en 2024.

Jokic y Antetokounmpo, dos de los últimos MVP de la NBA no estadouidenses.

Jokic y Antetokounmpo, dos de los últimos MVP de la NBA no estadouidenses.LAPRESSE

Ha llegado la hora de que la NBA tome cartas en el asunto. ¿Se imaginan un duelo entre un equipo con los mejores estadounidenses y los mejores internacionales. Los Stephen Curry, James Harden, LeBron James, Kevin Durant, Jayson Tatum, Jaylen Brown… luchando a brazo partido contra otro integrado por Luka Doncic, Victor Wembanyama, Jamal Murray, Nikola Jokic, Giannis Antetokounmpo, Shai Gilgeous-Alexander, Domantas Sabonis…

Por orgullo o por un suculento premio económico

Sería maravilloso si esos equipos se lo tomasen en serio, ya fuese por el orgullo o por un suculento premio económico. Algo que no sería sencillo en una temporada saturada y con un parón en el que las estrellas piensan más en cogerse esa semana de vacaciones que en jugar. Ya lo dijo Doncic cuando le preguntaron en 2023 que cuál era el momento más esperado para él de ese All Star. “El domingo cuando vuele a México”, contestó el esloveno.

¿Mi momento más esperado del All Star? El domingo cuando vuele a México

Luka Doncic en el All Star de 2023

Pero sería bonito que la NBA lo intentase, aunque fuese por probarlo. Cualquier cosa antes que estos bodrios que nos vienen ofreciendo los últimos años y que no hacen más que socavar el prestigio de la mejor competición de baloncesto del planeta que durante tres días se convierte en un circo con poca gracia. El público no es tonto y ya no traga con ese pseudo espectáculo. Las audiencias, cada vez más por el subsuelo, no engañan.



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