así fue el destino oculto de Wingo que encontró a 386 viajeros con Jamaica como final feliz

Desde el aeropuertolos viajeros fueron trasladados al Hyatt Ziva, un resort de lujo con vistas al mar turquesa. El registro —que el año anterior había sido un caos— esta vez fluyó sin tropiezos. “Aprendimos mucho del manejo de masas. Logramos hacer una experiencia fluida y rápida, incluso con más requisitos y el doble de personas”, señaló Jiménez.

Con las manillas de acceso en la muñeca y un cóctel de bienvenida en la mano, comenzó el itinerario de cuatro días que Wingo había diseñado para hacer del viaje una celebración continua.

El primer atardecer en Jamaica tuvo el tono dorado de los sueños tropicales. El sol se hundía en el mar y los 386 viajeros, vestidos de blanco, bailaban descalzos sobre la arena en Sesión al atardecer de la Corona. DJ, luces, brisa y cerveza. Era la primera gran noche de una travesía que prometía emociones al límite.

La madrugada se confundió con los aplausos. Había sonrisas que no conocían el cansancio y celulares que intentaban capturar lo imposible: el instante exacto en que el viaje dejaba de ser una promoción y se convertía en una experiencia compartido.

El segundo día fue pura adrenalina. Tras un desayuno frente al mar, los autobuses partieron hacia el Parque Chukka, una reserva natural convertida en parque de aventuras. Allí, entre gritos y risas, los viajeros volaron por los aires en tirolesa, cruzaron senderos colgantes y cabalgaron hasta adentrarse en el mar sobre caballos amaestrados.

Luego vino el paseo en catamarán, la inmersión en el azul profundo y un recorrido en balsas de bambú que parecía sacado de una postal. La lluvia, en lugar de arruinar la tarde, se volvió parte del encanto: gotas cálidas que caían sobre una multitud empapada de alegría.

De regreso al hotel, la noche ofreció una cena bajo las estrellas y una escapada para conocer los bares y ritmos de Montego Bay. Jamaica, con su acento pausado y su música contagiosa, seducía a todos.

El tercer amanecer trajo calma. El sonido de las olas acompañó una jornada dedicada al bienestar. El Boticário ofreció un spa frente al mar, con aromas y productos naturales que evocaban la esencia del trópico.

Luego, la piscina de chapoteo del sol se convirtió en un oasis de relajación donde los invitados probaron bloqueadores, aceites y accesorios de playa. Mientras tanto, los más activos participarán en un torneo de volleyplaya impulsado por Gatorade. En la tarde, Yoga al Atardecer cerró el ciclo: posturas frente al horizonte y respiraciones sincronizadas con el vaivén del mar.

La noche trajo brillo y lentejuelas: Fiesta Durex Glitz y Glam. Una fiesta de luces neón, disfraces y concursos que selló el viaje con una explosión de energía. Hubo bailes, risas y abrazos entre desconocidos que ya se sentían parte de una misma historia.

El último día amaneció entre despedidas. Un desayuno ligero, un baño final en el mar y las maletas listas. Los viajeros regresaron al aeropuerto con la nostalgia. propia de quien ha vivido algo irrepetible. Cuatro días que parecieron una vida.

“Destino Oculto no busca rentabilidad, aunque la tiene. Lo que perseguimos es alcance, posicionamiento y, sobre todo, conectar emocionalmente con los viajeros”, explicó Jiménez antes del vuelo de regreso.

Y es que detrás de la fiesta y las sorpresas, hay una estrategia bien pensada. El Destino Oculto es hoy una de las apuestas más audaces del modelo de bajo costo en la región. Una experiencia que genera exposición para Wingo y para las marcas aliadas, y que al mismo tiempo sirve de vitrina para nuevos destinos.

En la entrevista con EL TIEMPOJiménez reveló cómo se gestó la nueva ruta Bogotá–Montego Bay. “Hacemos análisis estadísticos de todas las posibilidades dentro del radio de alcance de nuestras aeronaves. Miramos cuántos viajeros hay entre dos puntos, con o sin vuelos directos. En este caso vimos un potencial enorme entre Colombia y Jamaica.”.

El estudio mostró que muchos colombianos viajaban a la isla a través de conexiones en Panamá o Lima, lo que encarecía y alargaba el trayecto. Con la nueva ruta directa, Wingo reduce el tiempo de vuelo a solo 2 horas y 40 minutos, un detalle que sorprendió incluso a los pasajeros.

Además del análisis técnico, hubo un componente clave: el interés de la Autoridad de Turismo de Jamaica. “Ellos están comprometidos en invertir para atraer al público colombiano. Durante años no se había hecho promoción fuerte en Colombia, pero eso cambió. Ahora hay un esfuerzo conjunto para posicionar a Jamaica como destino favorito”, explicó el directivo.

La ruta comenzará a operar el 18 de diciembre con dos frecuencias semanales, jueves y domingos, hasta el 26 de enero.. En ese período, Wingo proyecta mover cerca de 18.000 pasajeros entre ambos destinos.

“Si la respuesta del mercado es tan buena como esperamos, Podríamos ampliar la temporada, aumentar frecuencias o incluso volverla permanente”, adelantó Jiménez.

El modelo contempla también la posibilidad de estimular el turismo inverso, es decir, atraer jamaicanos hacia Colombia. Experiencias previas en Aruba y Curazao demuestran que los mercados pequeños pueden generar tráfico hacia Medellín por turismo médico o de bodas. “Seguramente veremos algo similar con Jamaica”, dijo.

Más allá de los números, Destino Oculto es una estrategia emocional. Combina la sorpresa, la comunidad y el sentido de pertenencia hacia la marca. En palabras de Jiménez, “no es solo un vuelo, es una vivencia donde los viajeros sienten que hacen parte de algo exclusivo, irrepetible y, sobre todo, divertido.”.

La experiencia ha sido tan exitosa que ya se planea la versión 3.0. El equipo de Wingo evalúa varios destinos y espera concretar alianzas durante la próxima feria Anato 2026, en Bogotá. “Todo depende de qué tanto aporte el destino a la marca y del interés de los aliados. Sin ellos, esto no sería sostenible”, precisó.

Mientras el avión emprendía el vuelo de regreso, muchos miraban por la ventana con una mezcla de asombro y gratitud. Jamaica, tan lejana en el imaginario, estaba en realidad a menos de tres horas de Colombia.

Wingo no solo inauguró una ruta: acortó distancias y derribó mitos. Mostró que el Caribe sigue teniendo secretos por descubrir, y que viajar puede ser todavía una aventura cargada de emoción.

Cuatro días bastaron para comprobar que el Destino Oculto 2025 no fue solo un vuelo, sino una historia compartida que marcó el inicio de una nueva conexión entre dos pueblos unidos por el sol, la música y el mar.