Economia
así transformó su riqueza fósil en energía limpia y sostenible
Noruega, la tierra de los vikingos, los fiordos y los crudos inviernos, es el paraíso de los carros eléctricos. Ningún otro país en el mundo puede preciarse de que el 90 % de sus ventas de carros el año pasado fueran de este tipo. Tampoco hay una nación que tenga una infraestructura eléctrica para la carga de estos carros tan completa, correcta y funcional como la suya.
Ese enorme logro, en términos medioambientales y de evolución de la automoción, se debe al que se considera el peor enemigo de los ambientalistas: el petróleo. Sin los enormes excedentes de petróleo de Noruega hubiera sido imposible ese ‘milagro eléctrico’. Pero antes de tener más detalles de su parque automotor enchufable, hay que explicar el primer prodigio que hizo posible semejante avanzada eléctrica.
El petróleo electrificó a Noruega Foto:iSTOCK
En 1969, frente a las costas de Noruega y en lo profundo del mar Negro, se encontró uno de los mayores yacimientos de petróleo del mundo. Este país, ahora boyante y con uno de los mayores índices de calidad de vida, era hasta antes de ese hallazgo uno más, casi rezagado y vecino de las franjas de pobreza, en una Europa que trataba de recuperarse de la posguerra.
Sin embargo, el petróleo fluyó no solo para salvar su economía, sino para transformar a todo el país, sus paisajes y la cultura, y se convirtió en un punto de quiebre para una nación que, sin importar los colores políticos, pensó que este golpe de suerte gracias al oro negro debía ser aprovechado para crear lo que ahora es una palabra compuesta de moda: un futuro sostenible.
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Los dirigentes de Noruega de la época del descubrimiento, apelando al más puro raciocinio y planeación, decidieron crear una figura económica que denominaron el Fondo Soberano, que básicamente era una alcancía donde guardaron parte de las ganancias de su bonanza petrolera.
Esa sabiduría los llevó a contar con un dinero de previsión intocable para la clase política y sus componendas, sin importar el partido, y que solo podía utilizarse para mejorar la calidad de vida de la población, en educación, salud, alimentación y demás necesidades.
El petróleo electrificó a Noruega Foto:iSTOCK
Poco a poco, la población, que en la actualidad es de un poco más de 5,5 millones, que se distribuyen en un área que es la tercera parte de la de Colombia, fue supliendo cada uno de sus mínimos vitales, hasta llegar a ser una de las naciones más avanzadas en la materia.
No obstante esa atención a la población, ese ‘colchón’ siguió engordándose al punto de que empezó a ser destinado para atender uno de los pocos problemas que el dinero no podía solucionar sin un plan concienzudo: mejorar la calidad del aire gracias a la transición energética.
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Ahí es donde empieza el ‘milagro’ eléctrico, pues la nación empezó a utilizar esos excedentes del crudo en la generación de energías renovables que pudieran llegar a ser sustitutos del uso de combustibles como el diésel, que dejaban una capa de esmog permanente en sus innumerables puertos y ciudades costeras.
Esa inversión creó una inmensa infraestructura eléctrica, fortaleció la ya robusta generación hidroeléctrica y les dio empuje a las incipientes fuentes alternativas de energías que llevaron a este país a ser líder en el desarrollo de energía eólica, electricidad a partir de las olas y de paneles solares, y poco a poco fue transformando el panorama de sus ciudades y sus puertos, con una idea clara que les permitió ese presupuesto: vender el petróleo afuera para tener ‘limpieza’ adentro.
El petróleo electrificó a Noruega Foto:iSTOCK
Para no entrar en detalles más específicos, todo este proceso ‘aterriza’ en el mundo de los carros en 2012, cuando la política, ahora sí en un buen momento y con todas las circunstancias dadas, decidió cambiar también la forma de movilizar a la gente.
En aras de tener ese aire más respirable, se decidió que todos los carros particulares y el transporte público debían ser 100 % eléctricos, pero, una vez más, no fue una medida de facto. Se hizo de forma gradual y con la ayuda de atractivos beneficios para los compradores de ese tipo de vehículos que los convencieran, por el alivio en el bolsillo, de abandonar los carros con motores de combustión.
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Así, a partir de 2016 y con la meta de que en una década todos los carros nuevos que se vendieran fueran eléctricos, las autoridades desarrollaron un plan de descuentos y beneficios tributarios para las marcas que empezaran vender carros eléctricos y derivaran su portafolio hacia este tipo de motorizaciones. Todo esto gracias de nuevo al gran bolsillo que tenía la nación en su Fondo Soberano.
Este movimiento tuvo como gran efecto la ostensible disminución del precio de un carro eléctrico frente a uno convencional, al punto de que desde 2014 un Tesla Model S se podía comprar al mismo precio de un Mercedes Clase S, gracias a los beneficios para la importación de este tipo de autos.
También motivaron al comprador, que se vio tentado por el menor precio de esta tecnología en las vitrinas y al que le dieron otras gabelas como el menor pago de impuestos, la utilización de parqueaderos en cualquier lugar de forma gratuita, el no pago de peajes en todo el país y la circulación por carriles exclusivos.
El petróleo electrificó a Noruega Foto:iSTOCK
La ley también impuso que todos los taxis fueran eléctricos y les otorgó beneficios especiales a las compañías que fomentaran la compra de carros de este tipo para sus flotas.
Lo que sucedió fue un giro del consumidor hacia la electricidad sobre ruedas, hubo un cambio de mentalidad y de uso de la energía, pues las autoridades están esperando que su parque automotor, compuesto por unos 5,4 millones de unidades, sea cada vez más eléctrico.
Así, para ir a cifras más actuales, en los últimos meses, el 98,6 % de los carros que se vendieron fueron eléctricos y en los últimos cuatro años, el aumento ha sido gradual, pasando del 80 % en 2022 al 82 % en 2023 y al 89 % en 2024.
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Lo único que en Noruega no pudo dar el salto a la electricidad fueron los camiones de más de 3,5 toneladas y la maquinaria agrícola, que siguen y seguirán dependiendo del diésel por obvias razones técnicas, pues por el frío extremo que ‘apaga’ las baterías en los campos noruegos durante el invierno y las enormes distancias en el caso del transporte de carga, no pueden depender de la electricidad.
Sin embargo, hasta los ferris que circunscriben los sinuosos fiordos, tan típicos de esa extrema geografía noruega, son eléctricos y diariamente transportan a miles de personas en Oslo. Allí, y en Estocolmo y otras capitales, la gente se mueve en los buses con ‘calzonarias’ o trolebuses y también, aunque sea difícil de creer, en biarticulados tipo TransMilenio, que obviamente son eléctricos y en su mayoría de las marcas Volvo, Scania y BYD.
En su capital, hoy en día, se encuentran todas las marcas que ofrecen carros eléctricos; por ahora, Tesla es la que se ve con más frecuencia, pero también pululan otros como la familia ID de Volkswagen, los eléctricos e híbridos de Toyota, los deportivos eléctricos de Porsche, las furgonetas eléctricas de Opel, Renault y otras marcas europeas y bastantes camionetas de firmas como Hyundai o Kia.
El petróleo electrificó a Noruega Foto:iSTOCK
Asimismo, hay una cantidad creciente de marcas chinas, empezando por BYD, que domina el mercado particular. También están las que son subsidiarias de tipo premium de Chery, Geely, Dongfeng y otras más, que ahora se reparten las ordenadas y limpias calles y que pueden cargarse como todos los demás en enemil cargadores públicos, instalados en parqueaderos, sitios comerciales y estaciones de servicio, y que van desde los modestos tótems de 7 kWh hasta diminutas centrales de 150 o 300 kWh, que se pueden encontrar en cualquier esquina y donde suelen repostar los taxis.
A diferencia de nuestra realidad, allí todos funcionan, reciben un mantenimiento diario y siempre hay un enchufe disponible que se puede usar a un precio mínimo, con solo deslizar la tarjeta débito o crédito.
El precio por kilovatio hora en los cargadores públicos de entrega lenta es de hasta 2.000 pesos, un valor que puede llegar hasta los 10.000 en los rápidos, y lo único que por ahora sigue siendo un obstáculo es que hay que esperar incluso en las estaciones más capaces por lo menos media hora en el proceso.
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Pero todo lo demás funciona a la perfección y es muy posible que a finales de este año se haga realidad la predicción de que todos los carros que se vendan allí sean eléctricos, un hito que será posible gracias al milagro noruego que vio en el petróleo la salvación de su país, su gente y su futuro.
*Asistimos a Noruega por una gentil invitación de Gezpomotor, que será el representante de la firma china de carros eléctricos ‘premium’ Voyah.
Giovanni Avendaño – Editor Motor.com