Las confusas determinaciones de Donald Trump respecto a la asistencia a Ucrania en su conflicto con Rusia han tenido un impacto inmediato: una renovada cohesión entre las naciones europeas, incluyendo a España. Esto se refleja en el plan colectivo para el fortalecimiento militar de Europa y en la anulación de acuerdos como el que Portugal mantenía con EEUU para la adquisición de aviones cazas F-35, pero también podría acarrear otras repercusiones, como nuevas iniciativas que refuercen ese renovado espíritu de cooperación continental.
Una de estas propuestas respaldadas por la UE es Starline, una red de trenes de alta velocidad que facilitaría una conexión más directa y veloz de Madrid y Barcelona con destinos cercanos como París o Roma, así como con ciudades tan distantes como Helsinki, Kiev e incluso Estambul. Este ambicioso proyecto, ideado por el think tank 21st Europe y el estudio de diseño y tecnología danés Bakken & Bæck, emplearía trenes similares al AVE para conectar 39 estaciones distribuidas por todo el continente, asegurando al menos una parada en cada nación, e incluso más allá, con paradas en Ucrania, Reino Unido o Turquía.
“Más que una red de transporte ferroviario de alta velocidad, se trata de una reconsideración de cómo el diseño, la tecnología y la cultura pueden establecer infraestructuras fluidas, sostenibles y estimulantes“, afirman los responsables en la web del proyecto. “Imagina trenes azules de alta velocidad deslizándose sin esfuerzo a través de las fronteras, transformando un mosaico de trazados nacionales en una experiencia singular y unificada”.
Un Metro a escala europea
El avión continúa siendo el medio de transporte más utilizado por los europeos en los viajes de alta velocidad por el continente, a pesar de ser más costoso y considerablemente más dañino para el medio ambiente que el tren. Y es que, a pesar de la unión económica, la UE aún carece de una auténtica interconexión a través de una red ferroviaria que sigue estando fragmentada e incompleta.
Aunque China y Japón siguen liderando en cuanto a la cantidad y calidad de los trenes de alta velocidad, con ejemplos como el nuevo tren bala japonés que supera los 350 km/h y resiste terremotos, en Europa contamos con hasta tres variantes diferentes. El AVE español, el ICE alemán y el TGV francés han marcado el camino a seguir, pero se echa en falta una cohesión transfronteriza que facilite el Acuerdo de Schengen.
El plano que propone Starline
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Ya se ha establecido un plan para consolidar las estructuras ferroviarias, denominado RTE-T o Red Transeuropea de Transporte, aunque según los encargados de Starline, “falta rapidez y ambición”. Aseguran que hay interés, respaldándose en los más de 400.000 usuarios anuales de Interrail, quienes, a pesar de su entusiasmo por explorar Europa en tren, enfrentan trayectos lentos, costosos y a las complicadas interconexiones entre países adyacentes.
Las cifras son contundentes y las estadísticas hablan por sí solas: 8 billones de pasajeros utilizaron el tren de alta velocidad en 2023, pero menos del 9% viajaron más allá de las fronteras. Reemplazar los vuelos de corta distancia con trenes de alta velocidad resultaría en una disminución de las emisiones del 95%, y en China, cada nueva línea de tren alta velocidad aportó un 7,2% al crecimiento del PIB urbano.
Con el fin de modificar esta realidad, desde 21st Europe proponen un sistema unificado de alta velocidad en todo el continente, una red de 22.000 km con un esquema de conexiones que recuerda a un plano del Metro. Estas 39 estaciones, que abarcan Madrid y Barcelona en España, se planean construir en los alrededores de las grandes urbes y funcionarán como nodos de transporte pero también como iconos arquitectónicos y culturales. Irán más allá de las estaciones típicas, incluyendo museos, salas de conciertos y áreas para eventos deportivos.
El proyecto, bastante detallado en todos los aspectos vinculados al diseño, desde el color azul intenso de los trenes, los interiores de los vagones hasta el mapa en sí, sin embargo, evita concretar el tipo de locomotoras que se podrían emplear. La única especificación es el uso de trenes con velocidades que oscilan entre 300 y 400 km/h para ofrecer viajes un 30% más rápidos que las opciones tradicionales o por carretera. Además, esta nueva red ferroviaria podría convertirse en un campo de pruebas para la definitiva electrificación o incluso para la propulsión con hidrógeno.
Los trenes Starline también servirían
para trasladar productos
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De acuerdo con los promotores de la iniciativa, Starline operaría mediante fuentes de energía renovables, incorporando instalaciones de energía solar, eólica y almacenamiento en baterías tanto en la red como en las estaciones. Con una gestión eficiente de la energía, el excedente se almacenaría en períodos de baja demanda, lo que permitiría disminuir gastos y aumentar la resistencia del sistema.
Más seguro y adaptable
Los aspectos tecnológicos de la iniciativa también se enfocan en el sistema de venta de boletos y la seguridad. “Para que Starline funcione como algo más que una red de rutas y trenes, requiere una infraestructura digital tan avanzada como la física“, indica el sitio web del proyecto.
Así, desde 21st Europe promueven una plataforma inteligente capaz de “integrar datos, automatización y capacidades predictivas para que el sistema opere de manera eficiente a gran escala”. Con esto, fomentan el diseño de un sistema que permita una optimización continua, fundamentado en estándares logísticos para interactuar con diversos proveedores y servicios europeos, tanto para la emisión de boletos como para la gestión de la energía, por ejemplo.
Lo que pretenden desarrollar es “una experiencia de compra de boletos unificada, donde buscar, comparar y reservar un viaje sea tan fácil como adquirir un vuelo”. No buscan centralizar las ventas bajo un único operador, pero sí que la experiencia de los usuarios sea homogénea. Esto también se extendería a la seguridad, introduciendo un sistema basado en sensores y asistido por inteligencia artificial. A diferencia de los aeropuertos, esto permitiría supervisar en tiempo real el flujo de pasajeros sin generar largas filas y esperas.
Para ello, se utilizaría “la verificación biométrica, la detección automática de amenazas y la coordinación en toda la red para identificar riesgos sin que todos los pasajeros necesiten detenerse y hacer fila”. Aparte de esa seguridad física, el proyecto también destaca por construir una infraestructura descentralizada, capaz de protegerse ante ciberataques para evitar la filtración de datos de los usuarios y la interrupción del servicio.
Si el exterior del mismo azul que la bandera europea busca transformar estos trenes en un ícono comparable al taxi amarillo de Nueva York o los autobuses rojos de dos pisos de Londres, en el interior Starline aboga por la “claridad” sin caer en enfoques demasiado industriales o futuristas. Esto se refleja en un cuidado minimalismo, tonos sobrios y espacios amplios.

Estilo del interior de los trenes Starline
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Los trenes Starline no contarán con las convencionales divisiones por categorías, sino que podrán ajustarse a las diversas necesidades del viaje. En los diseños que exhiben en su página web, se observan espacios abiertos para laborar o dialogar, áreas específicas para aquellos que viajan con niños y, por supuesto, zonas de comida para ampliar la gama de servicios disponibles a bordo.
Más allá de los traslados de pasajeros, el plan busca actuar como opción para el transporte de mercancías actual, que solo alcanza el 18% del mercado mundial. Esta red ferroviaria de alta velocidad permitiría asegurar la entrega de mercancías mucho más rápidamente que en la actualidad, además de ayudar a disminuir la congestión de las vías terrestres. De hacerse realidad, se posicionaría como un competidor serio ante proyectos como el Hyperloop para mover mercancías de manera rápida y segura.