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el icónico templo de la salsa busca su reconocimiento oficial

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En medio de una noche cargada de ritmo, memoria y emociones, la Secretaría de Cultura y Patrimonio de Barranquilla anunció que La Troja, el emblemático estadero que por más de cuatro décadas ha sido punto de encuentro de salseros locales y visitantes, entrará en el proceso para ser incluido como Bien de Interés Cultural del Distrito.

El anuncio fue realizado por el secretario de Cultura, Juan Carlos Ospino, durante la celebración del Día de la Salsa en Barranquilla, en un acto que tuvo lugar en la misma sede de La Troja, ubicada en la esquina tradicional de la carrera 44 con calle 74. El funcionario destacó que esta medida busca preservar y reconocer el legado musical y cultural del lugar que se ha convertido en un ícono de identidad para la ciudad.

Desde este martes iniciaremos el trámite para incluir a La Troja en la lista de candidatos a Bienes de Interés Cultural del Distrito. Queremos visibilizar y conservar los espacios que mantienen viva la esencia barranquillera”, señaló Ospino ante un público que respondió con aplausos y congas.

Un homenaje al legado de Edwin Madera

Edwin ‘Guayacán’ Madera, propietario y alma de La Troja. Foto:redes sociales

El anuncio se dio durante la conmemoración del Día de la Salsa en Barranquilla, fecha establecida en homenaje a Edwin Madera, fundador de La Troja, conocido como “el bacán de los bacanes”. Madera fue un apasionado promotor cultural y musical que, desde finales de los años 70, transformó una esquina del barrio Recreo en un santuario para los amantes de la salsa clásica.

En la velada estuvieron presentes Darlin Celis, viuda de Madera, sus hijos y decenas de “trojeros”, como se autodenominan los fieles seguidores del lugar. La jornada transcurrió, como siempre en La Troja, al ritmo de los éxitos inmortales de Héctor Lavoe, Ismael Rivera y Rubén Blades, mientras en las paredes resonaba la memoria viva del fundador.

Edwin hizo de La Troja un símbolo de la alegría y la cultura barranquillera. Este reconocimiento no solo es merecido, sino necesario para que las nuevas generaciones entiendan lo que representa”, expresó Celis, visiblemente emocionada.

Un espacio que trasciende generaciones

La Troja, Barranquilla Foto:cortesia

Durante el evento, el presidente del Carnaval de la 44, Édgar Blanco, destacó que, aunque La Troja es un establecimiento privado, su significado pertenece a todos los barranquilleros. “Es un patrimonio colectivo. Aquí se baila, se celebra y se comparte sin distinciones. Eso es lo que somos como ciudad”, afirmó.

El lugar, fundado hace más de 45 años, ha sido testigo de la transformación urbana y cultural de Barranquilla. A lo largo de su historia, ha albergado a músicos, melómanos y visitantes de todo el mundo, convirtiéndose en un referente del turismo musical y popular del Caribe colombiano.

La propuesta de declararla Bien de Interés Cultural implica que La Troja entre en un proceso de valoración patrimonial que evalúa su importancia histórica, social y simbólica dentro de la vida cultural de la ciudad. De ser aprobado, el estadio podría acceder a apoyos institucionales para su preservación, además de integrar la red oficial de sitios patrimoniales del Distrito.

Preservar la esencia de la salsa barranquillera

La Troja, Barranquilla. Foto:cortesia

Para la Secretaría de Cultura, este reconocimiento no solo busca proteger un inmueble emblemático, sino también mantener viva la tradición musical y comunitaria que le da sentido. La Troja representa un modelo de convivencia popular en torno a la música, en el que convergen generaciones, clases sociales y culturas.

La iniciativa coincide con el interés del Distrito en fortalecer su política de patrimonio inmaterial, que ya ha permitido el reconocimiento de expresiones como el Carnaval de Barranquilla y las danzas tradicionales del Caribe. En este contextoLa Troja simboliza una continuidad entre el pasado y el presente de la ciudad, un espacio donde la salsa sigue siendo un lenguaje de identidad colectiva.

La velada, que Reunión a artistas locales, gestores culturales y decenas de melómanos, cerró de la manera más coherente posible: al son de trompetas, timbales y soneros legendarios.. La música volvió a llenar la esquina más salsera de Barranquilla, confirmando que, más allá de una resolución o una declaratoria, La Troja ya pertenece al patrimonio emocional de toda una ciudad.

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