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Economia

Estados Unidos entra al conflicto Irán e Israel y estas son 5 riesgos para la economía mundial

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Petróleo más caro

El precio del crudo experimentaría un alza significativa, proporcional a la duración y gravedad de la interrupción. Puede alcanzar niveles superiores a los 120 dólares si la tensión persiste.

Inflación global

El encarecimiento de la energía reactivaría presiones inflacionarias a escala planetaria. Con las cadenas de suministro aún frágiles tras los años de pandemia, cualquier interrupción adicional se traduciría en un aumento generalizado de precios. ICIS advierte sobre una posible crisis del costo de la vida que podría extenderse por meses y desbordar la capacidad de respuesta de los bancos centrales.

Colapso de las cadenas de suministro

Las rutas marítimas no solo transportan petróleo. El comercio global depende de seguros accesibles y vías seguras. Un conflicto en Ormuz encarecería el transporte, limitaría el acceso a insumos clave y obligaría a las empresas a replantear sus cadenas logísticas. La consecuencia más inmediata sería la escasez de bienes manufacturados.

Cuando hay bloqueos o ataques en las rutas marítimas, muchas compañías dejan de enviar mercancías por miedo. Asegurar esos envíos se vuelve tan caro que ya no conviene.

Recesión

La combinación de precios energéticos elevados, inflación descontrolada y parálisis logística configura un entorno propicio para una recesión global. Los analistas no descartan una depresión económica si el conflicto se extiende y las políticas fiscales y monetarias pierden eficacia frente a un shock de oferta de esta magnitud.

Inestabilidad financiera

La volatilidad dominaría los mercados. Los activos refugio perderían solidez y el pánico podría extenderse incluso a instrumentos tradicionalmente seguros. El riesgo de una crisis sistémica no proviene de un colapso bancario, sino de una reacción en cadena ante la desconfianza prolongada en los flujos comerciales y energéticos.

Las advertencias no parten de la ficción. El 21 de junio, Donald Trump anunció el ataque a tres instalaciones nucleares en Irán. Fordow, Natanz e Isfahán quedaron bajo fuego. Los analistas de S&P Global Commodity Insights, James Bambino y Rick Joswick, calificaron la operación como un factor de presión inmediata para el precio del crudo. Aunque las instalaciones petroleras permanecen intactas, el temor a una represalia elevó el riesgo geopolítico.

La Agencia Internacional de Energía (AIE) mantiene vigilancia sobre los flujos de crudo y gas. Su director de seguridad energética, Keisuke Sadamori, confirmó la disposición del organismo para intervenir en caso de interrupciones. Sin embargo, las reservas estratégicas no garantizarían una solución estructural. La dependencia de Ormuz limita la capacidad de maniobra.

ING Bank confirma el carácter crítico del estrecho. Una cuarta parte del comercio marítimo de gas natural licuado también pasa por esa vía. La mayor parte de la capacidad excedente de producción petrolera de la OPEP se concentra en la región. Cualquier intento de compensar la oferta necesitaría utilizar el mismo canal. Un cierre implicaría un déficit inmediato.

El conflicto también reaviva los temores sobre la estabilidad institucional en Irán. Clearview Energy Partners destaca las declaraciones del ministro de Defensa israelí, Israel Katz, quien pidió un cambio de régimen. Un vacío de poder en Teherán afectaría las exportaciones incluso sin daños físicos en la infraestructura. El colapso administrativo interrumpiría los envíos.

Por ahora, Irán mantiene abiertas sus terminales. Las exportaciones hacia Asia continúan. Ellen R. Wald, del Atlantic Council, señala que mientras la isla de Kharg no resulte atacada, el flujo petrolero iraní permanecerá sin alteraciones. No obstante, cualquier cambio en ese equilibrio alteraría de inmediato los precios globales. China, el principal cliente de Irán, también depende de ese canal.

Estados Unidos enfrenta un entorno más favorable. Su condición de exportador neto de energía reduce la exposición directa. Sin embargo, el aumento global de precios afectaría a consumidores y empresas. La Reserva Federal, que planeaba un recorte de tasas hacia el cierre del año, puede posponer esa decisión.

En la eurozona, el Banco Central Europeo calcula que un alza de 20% en los precios de la energía restaría 0.1 puntos porcentuales al crecimiento del PIB en 2026 y 2027. La inflación también se elevaría en 0.6 puntos. Ese ajuste alteraría las proyecciones macroeconómicas actuales. El BCE ya descarta una reducción de tasas en julio.

Los mercados no reaccionaron con pánico. Aún no se registran salidas hacia bonos del Tesoro ni hacia activos defensivos. Pero esa calma podría desaparecer. El crédito permanece estable. La demanda por activos corporativos continúa. Sin embargo, ICIS advierte que el entorno actual no admite sorpresas. El cierre del Estrecho de Ormuz representa una línea roja. Si Irán cruza ese umbral, la economía global entrará en un nuevo ciclo de incertidumbre.

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