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Francisco: “El Arte, El Espejo Esencial del Alma”

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Francisco: “El arte es una necesidad del espíritu”
El Papa Francisco

“En la sombra nocturna surca un espectro iridiscente.

Se eleva y despliega sus plumas,

sobre la oscura y perpetua humanidad.

Todos lo invocan,

y todos le imploran.

Sin embargo, el espectro se disipa con el amanecer

para renacer en el alma.

¡Cada noche surge

y cada día perece!”

(Giacomo Puccini, ópera Tuganot)

A continuación, se presenta una Carta-homilía que el Papa Francisco envió recientemente a los artistas del mundo desde el Hospital Gemelli en Roma. “Debido a la imposibilidad del Papa Francisco para presidir la Misa del Jubileo de los artistas en la Basílica de San Pedro, el 16 de febrero de 2025, debido a su hospitalización, el Prefecto del Dicasterio para la Cultura y la Educación, Cardenal José Tolentino de Mendonça, fue seleccionado en representación del Pontífice y leyó su homilía.

“En una repleta Basílica de San Pedro, el Prefecto recordó que Francisco ha motivado a ser testigos de la visión transformadora de las Bienaventuranzas (ver): “Su misión -afirmó- no es únicamente crear belleza, sino también desvelar la verdad, la bondad y la hermosura ocultas en las aristas de la historia, dar voz a quienes están silenciados, y transformar el sufrimiento en esperanza”.

En la homilía que El Papa Francisco había preparado, recordó que “…nos encontramos en épocas de crisis complejas, crisis económicas y sociales, pero sobre todo una ‘crisis del alma’: Nos cuestionamos sobre el tiempo y el rumbo. ¿Somos viajeros o errantes? ¿Marchamos hacia un propósito o estamos perdidos en la ociosidad?” y enfatizó que el artista tiene la obligación de ayudar a la humanidad a mantener su rumbo y no perder la esperanza”. “Veo en ustedes unos custodios de las Bienaventuranzas,” afirmó.

Para el Papa, el “arte auténtico” es siempre un encuentro con el misterio, con la belleza que nos trasciende, con el dolor que nos interroga, con la verdad que nos llama. Por eso, en estos tiempos donde emergen nuevos muros, donde las diferencias se transforman en justificación para dividir en lugar de ser oportunidades de enriquecimiento, les invito a “construir puentes, a crear espacios de encuentro y diálogo, a iluminar las mentes y encender los corazones”.

“Alguien podría preguntarse… ¿qué relevancia tiene el arte en un mundo lastimado? ¿No hay quizás asuntos más apremiantes, más concretos, más necesarios?”.

“El arte no es un lujo, sino una necesidad del espíritu. No es una salida, sino una responsabilidad, una invitación a la acción, un llamado, un grito,” recuerda el Papa a los creativos.

“La esperanza nunca está desvinculada del drama de la existencia; atraviesa las luchas cotidianas, las adversidades de la vida, y los desafíos de nuestro tiempo”. Además, Francisco destacó que “el mundo necesita artistas proféticos, intelectuales valientes, creadores de cultura” y, por ello, les invita a “dejarse guiar por el Evangelio, y que su arte sea el anuncio de un Mundo Nuevo”: “No dejen de buscar, cuestionar y arriesgar. Porque el verdadero arte jamás es cómodo, brinda la paz de la inquietud”.

Finalmente, Francisco les solicita que recuerden siempre “que la esperanza no es una ilusión; la belleza no es una utopía; el talento que poseen“No es un mero accidente, es un llamado”. Respondan con generosidad, entusiasmo y cariño.” (resumen de Mireia Bonilla-Vaticano; los énfasis y subtítulos son añadidos).

La vocación de Mateo, de
La vocación de Mateo, de Caravaggio

En una interpretación de la obra del compositor italiano Giovanni Puccini en conexión con su espiritualidad. Esta visión se refleja en su rica y diversa producción operística, mencionando títulos como Tosca, Mimi, Madame Butterfly y Turandot. El Papa Francisco hizo referencia a Turandot como un emblema del espíritu de la esperanza cristiana.

Comenta Arledier:

“Como su poema, redactado un año antes de su fallecimiento, sugiere, los últimos años de Giacomo Puccini fueron especialmente difíciles… y hacia finales de 1923 se enfrentó a una enfermedad terminal. Siguió trabajando en Turandot (1762), una fábula poética de Carlo Gozzi.”

“Es una narración cruel de amor y muerte, repleta de simbolismos estereotipados, donde, al final, a través del milagro del amor genuino, el príncipe Calaf logra unirse en matrimonio con la princesa Turandot.”

“La historia se desarrolla en un Pekín imperial atemporal, donde la hermosa (y poderosa) Turandot, para vengarse de la violencia infligida a uno de sus ancestros, solo aceptará casarse con aquellos que resuelvan tres enigmas; quienes se arriesguen y fallen enfrentarán la decapitación. Las murallas de la ciudad se adornan con las cabezas de los ejecutados. Cuando el príncipe Calaf, junto a su padre Timur, un rey desterrado de los tártaros, y su joven esclava Liù llegan a la ciudad, la cabeza de otro príncipe, heredero del trono persa, cuya suerte ha fracasado, está a punto de caer.”

“Al encontrar a Turandot, Calaf decide enfrentarse a las pruebas y, tras superarlas, desafía a la princesa a adivinar su nombre antes del alba. De lo contrario, él tendría el derecho a casarse con ella. Turandot intenta torturar a su padre y a Liù (la esclava) para descubrir el nombre, pero la joven, que ama en silencio al príncipe, prefiere quitarse la vida antes que traicionarlo. Turandot y Calaf se enfrentan al fatal amanecer y, como por arte de magia, en vez de rechazarse y condenarse, se prometen amor eterno.”

(Para Liù, la muerte no representa un final). Liù acepta su sacrificio, “deseando -comenta Ardelier- que la ‘princesa de hielo’ descubra ese amor”. Liù redime los pecados de Turandot, esperando que, por el amor que siente por el príncipe Calaf, se amen. Según este cronista. Y aunque el Papa Francisco no lo menciona de manera explícita en su invitación a reflexionar sobre este pasaje de la ópera, ni lo hace el comentarista Ardelier, el que suscribe entiende que la esperanza de Liù no se limita a lo que ha sido, como si solo se centrara en la muerte, sino en lo que espera, más allá de la muerte. Es un sacrificio redentor y esperanzador en lo no nacido, en el tiempo que vendrá.

Un indicio en este sentido se encuentra en lo que señala el comentarista de la rev. La Civiltà Cattolica: “Que el amor de Liù puede interpretarse en una clave no meramente terrenal (tal como) nos sugiere el Papa Francisco en un fragmento de la entrevista que mencionamos, cuando para ofrecer un ejemplo de esperanza, evoca la descripción que se hace de ella en esta ópera.

Concluye Ardelier haciendo hincapié en que “la extensión a toda la humanidad (al todo, lo absoluto, el agr. es n.), el arraigo en el corazón humano (la parte), la sinceridad por este don, sugieren que no puede ser simplemente esa frágil esperanza que ‘cada noche nace y cada día…

“muere” (del absoluto optimismo, consultar el texto c. en el epígrafe). De este modo, también gracias a los recientes y pendientes aportes de Turandot, no resulta irracional admitir que, cada vez con más conocimiento, Giacomo Puccini intentaba establecer un vínculo entre la belleza musical y lo supremo (belleza, Dios, el agr. es n.), y puede afirmarse que en gran medida lo logró.”

Reproducimos la Carta de Friedrich Hölderlin -uno de los poetas predilectos de Bergoglio y uno de los más destacados de Alemania -a su abuela en su 72° aniversario:

“Querida abuela: has llegado a una vida extensa y ahora descansas de manera dichosa. Y todos, parientes y extraños, pronuncian tu nombre con afecto. Yo también te honro bajo la plateada corona de la vejez, rodeada de niños que maduran, crecen y florecen. Tu dulzura te ha permitido vivir tantos años y la esperanza fue tu compañera en el sufrimiento. Ya que eres serena y devota, así como la Madre que dio vida al Hombre mejor, amigo de nuestra tierra. Lamentablemente, casi nadie recuerda el paso del Altísimo entre los hombres, y así, su existencia ha sido prácticamente olvidada. Pero algunos todavía lo convocan, y a menudo, en medio de épocas tumultuosas, su imagen celestial disipa las nubes. Perdonando todo y en silencio, Él transcurría entre los mortales, Hombre único, repleto de espíritu divino. Nadie que vivía le era ajeno a su esencia y abrazaba contra su corazón herido todas las penas de este mundo. Así, recibió la muerte como amiga, por amor al prójimo. Y ascendió triunfante hacia su Padre, dejando atrás el sufrimiento y el tormento. También tú lo sabes, abuela mía, y sigues su magnífico ejemplo en la fe, la paciencia y la dulce tranquilidad…Avanzo hacia ti, bendice una vez más a tu nieto, para que el hombre pueda cumplir con la promesa del niño que fue” (corrección de la traducción: ) o “que el hombre sostenga lo que admiró/enalteció de niño”, (es decir…cosas que se espera que el niño retenga de adulto, Dass dir halte der Mann, was er, als Knabe, gelobt.) Según la traducción de Federico Gorbea (1977) para Ediciones 29.

En relación con el Jubileo 2025, el 11/11/24, “El Jubileo es Cultura”, el Dicasterio anunció la llegada a Roma de la “Crucifixión Blanca” de Marc Chagall. en el nuevo Museo del Corso – Polo museale, en la sede del Palazzo Cipolla en Roma. Esta obra del artista bielorruso llega a Italia por primera vez.

La “Crucifixión Blanca”. El Papa Francisco siente un gran respeto por esta creación del pintor bielorruso Marc Chagall, nacido en Lëzna, Bielorrusia, en 1887 y fallecido en 1985.

La “Crucifixión Blanca”, realizada en 1938, simboliza un instante decisivo para Chagall. Este retrato de la imagen de Cristo crucificado, fusiona la representación de la condena y ejecución de Dios hecho hombre por los judíos, así como la persecución y el sufrimiento del pueblo judío en la década de 1930. Como enfatiza Aleteia, junto al “Guernica” de Pablo Picasso, la “Crucifixión Blanca” se erige como una de las más elocuentes denuncias contra las guerras y el odio del siglo XX, así como de los crímenes igualmente atroces en la actualidad.




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