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La ‘guerra’ que el Madrid veía venir

Cuentan que Michael Jordan se fabricaba enemigos para motivarse. Era una manera de mantener siempre alto el listón de su competitividad. Tiraba de cualquier hilo de polémica e, incluso, llegó a inventarse declaraciones que en su mente se convertían en ataques imperdonables que merecían una venganza deportiva. Al Madrid no le hizo falta crearse ningún rival de cara al Clásico porque ya lo había. Lamine encendió la chispa y el vestuario del Madrid tuvo claro desde ese momento que no iban a dejar pasar las provocaciones. Por ello no sorprendió la tensión del final del partido. “¿Querían guerra? Pues guerra”, se barruntó en Valdebebas.
Enganchón de Carvajal y Lamine Yamal… ¡y se suma medio Real Madrid!
Xabi Alonso no quiso profundizar en el ‘caso Lamine’ en la previa del partido. Pero lo que MARCA desveló a dos días del Clásico era una realidad: el azulgrana había puesto patas arriba el vestuario madridista. Las declaraciones del azulgrana en las que acusaba al Madrid de “robar y quejarse” sentaron fatal en el equipo blanco, con una mezcla de fatiga y hastío. También como una provocación.
Cuentas pendientes
Desde ese momento, las palabras de Lamine se convirtieron en un aliciente más para un vestuario blanco que ya había marcado en rojo el partido. Si ya tenían cuentas pendientes, había una más. Y no una cualquiera. Las cuatro derrotas ante el Barcelona de la temporada pasada quedaron eclipsadas por las declaraciones de Lamine. Para los madridistas, el azulgrana no respetó los códigos básicos entre profesionales y eso no lo iban a dejar pasar. Lamine estaba en la diana y lo que ocurrió al final del partido se veía venir, porque le tenían ganas.
Roja a Pedri y tangana masiva… ¡hasta con la Policía por medio!
La tensión fue subiendo a medida que el partido se acercaba al final y con el pitido del árbitro acabó saltando todo por los aires. Y con Lamine en el epicentro del terremoto. El primero que se acercó al azulgrana a pasarle factura por sus declaraciones en la previa del Clásico fue Carvajal. El capitán del Real Madrid le hizo gestos claros de que siguiese hablando, reprochando a Lamine sus palabras. El enfrentamiento entre ambos atrajo a muchos más jugadores. Entre ellos Courtois, que también quiso mandarle un recadito al azulgrana. Había muchas cuentas pendientes con él y salieron todas de golpe con el triunfo madridista. Y cuando parecía que la cosa se calmaba, ya con Lamine a punto de enfilar el túnel de vestuarios, se unió a la ‘fiesta’ de los reproches Vinicius, para volver a agitarlo todo.
Enemigo número uno
Los jugadores de Madrid y Barça se agolpan en la tángana final del Clásico.
Apenas ocho Clásicos ha necesitado Lamine para convertirse en el enemigo número uno del Real Madrid. Porque no sólo los jugadores los tenían enfilado, también el Bernabéu. La pelota no había empezado a rodar y la hostilidad con el azulgrana ya se hizo sentir. En cuanto su nombre se anunció por el videomarcador, los decibelios del estadio se multiplicaron y se escuchó una de las pitadas más ensordecedoras de los últimos tiempos. Era la bienvenida que el madridismo le tenía preparada y un aviso de lo que sería su partido. Una vez que comenzó el encuentro: más de lo mismo. Cada vez que el 10 culé tocaba la pelota, la bronca se apoderaba de la grada del Bernabéu.
Los dardos de algunos jugadores del Madrid al final del partido reflejaron lo que se vio en el césped. El vestuario no iba a mirar hacia otro lado tras la declaración de ‘guerra’ de Lamine. Bellingham subió una foto a su perfil de Instagram con los brazos abiertos y un mensaje con un claro destinatario: “Talk is cheap (hablar es gratis). Hala Madrid siempre”.







