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Los hábitos obsesivos de Luis Enrique para mantenerse en forma como un “atleta profesional”

Luis Enrique firmó una temporada histórica al frente del París Saint-Germain, conquistando el primer triplete de la historia del club. Un logro que lo coloca en la élite del fútbol europeo y que, además, repite en su carrera personal: ya lo había conseguido con el Barcelona en 2015.
Pero más allá de su éxito en los banquillos, el técnico asturiano despierta admiración por otro motivo: su sorprendente estado físico. A sus 55 años, el gijonés mantiene una disciplina de entrenamiento a la altura de un deportista profesional. “No puedo entrenar como un deportista porque tengo 55 años, soy más un abuelo que un profesional de alto nivel. También soy activo, me gusta hacer deporte, es importante para mí como persona”, afirma, en declaraciones recogidas por L’Équipe.
Su compromiso con el ejercicio llegó incluso a costarle una fractura de clavícula en septiembre, cuando sufrió una caída durante uno de sus habituales recorridos en bicicleta, aprovechando el parón de selecciones.
Luis Enrique: “El Barça y nosotros somos candidatos a disputar el título”
El medio francés describe a Luis Enrique como “ese atleta total, casi obsesivo en su relación con el cuerpo“. Su alimentación está cuidadosamente planificada: comienza cada jornada con un café seleccionado al detalle, que comparte con sus ayudantes, y sigue con comidas equilibradas, ricas en verduras y productos naturales.
Hábitos de deportista
El entrenador del PSG conserva hábitos de deportista: recibe masajes y tratamientos de los fisioterapeutas del club y frecuenta el gimnasio con regularidad. “Cuando llega tarde, todos sabemos que probablemente está en el gimnasio o con los fisios”, comenta un empleado del club parisino.
El ciclismo es otra de sus grandes pasiones. Lo practica antes y después de los entrenamientos como una forma de desconexión mental, aunque sus rutas más largas las realiza en Barcelona, donde aprovecha los parones internacionales para diseñar planes de entrenamiento más exigentes.
“Su único vicio”
Y, pese a su férrea disciplina, el asturiano también se concede pequeños placeres: tras los partidos, rara vez sale, pero cuando lo hace elige restaurantes de su zona preferida, el oeste de París, y se permite disfrutar de una buena botella de vino. “Su único vicio”, según reconocen quienes le rodean.