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He perdido miles de euros por no dorar la píldora a algunas personas…

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Iñaki Cano es uno de esos nombres que se quedan pegados a la historia del periodismo deportivo. Él mismo dice que el auténtico milagro es que le sigan aguantando después de tantos años (“estáis locos por dejarme seguir aquí”, bromea), pero lo cierto es que su voz forma parte de la esencia de Radio MARCA desde que la emisora comenzó su andadura hace ya un cuarto de siglo. 

Cuando recuerda aquel momento, lo hace con una mezcla de orgullo y nostalgia: “Fue algo pionero. Una radio de deporte las 24 horas. Esto era lo que necesitaba el aficionado”. Mientras otros dudaban del éxito, Cano veía claro que la actualidad deportiva merecía una presencia constante, inmediata, como la que él había observado en France Info durante etapas del Tour: “Tener una radio que te dé información al instante es importantísimo”. Por eso lanza un mensaje directo a quienes mandan: “Cuidad Radio MARCA y cuidad a sus profesionales. Esto es una mina de oro aún sin explotar”.

Que Cano llegara al periodismo estuvo lejos de ser un plan trazado. Él mismo reconoce que, de joven, su vida iba por otro camino: “Yo iba para aparejador o albañil. Jugaba al fútbol y los fines de semana era DJ”. Pero en el camino apareció una mujer que cambiaría su vida para siempre: su futura esposa, periodista. “Como yo estaba enamorado, empecé a acercarme al periodismo… para ligar. En la familia la inteligente es ella”, comenta entre sonrisas. Lo que sí tenía claro era que le gustaba comunicar. “En el equipo de fútbol, yo era el que contaba los chistes”. De ese chico vividor de los años setenta, como se define, al periodista que resiste más de cuatro décadas contando deportes, hay un salto que él mismo sigue mirando con sorpresa.

Una familia que continua el legado

Pero no todo han sido alegrías y micrófonos. A Cano le duele especialmente el señalamiento constante hacia sus hijos, también periodistas. “Lo han pasado muy mal. Siempre les dicen que son unos enchufados”. El padre saca pecho sin dudarlo: “En esta profesión hay que aguantar mucho para trabajar 30 años como ha hecho Iñaki”. Y recuerda que su hijo mayor empezó desde abajo del todo: “El primero en apuntarse a ir a repartir periódicos a las cuatro de la mañana era él”. Por eso aclara, tajante: “Jamás he llamado a un jefe para pedir un favor para ellos”. Y concluye: “Los hijos de periodistas conocidos tienen que demostrar el doble que cualquiera”.

El oficio ha cambiado, y mucho. Cano lo ha vivido desde la época de las discusiones cara a cara hasta este nuevo escenario donde cualquiera puede insultar desde un rincón anónimo de las redes: “Antes si había una movida era mirándote a los ojos. Ahora te critica un tal Pepito que no sabes quién es”. A veces intenta responder con ironía: “Les digo: gracias por estar tan pendientes de mis tonterías”. Lo que sí tiene claro es su consejo para las nuevas generaciones: “Ve con tu verdad. Si tu información es verde, es verde. Si es roja, es roja. No puedes estar pensando en lo que dirán de ti”.

Jose María García.

Si Cano es símbolo de algo, es de independencia. Y la independencia, suele costar dinero. “He perdido miles de euros por no aceptar lo que otros querían que dijera”. Su postura es innegociable: “Si no puedo preguntar lo que debo… me voy a conducir un taxi o a vender carne. Pero no me corto las alas”. Señala el caso reciente de la Selección femenina como ejemplo de flaco favor al periodismo: “No dejarle cuatro minutos a un periodista que lleva nueve años siguiendo a las jugadoras… es una falta de respeto”. A Cano le duele especialmente que se ataque al profesional que se lo ha currado en silencio.

Su carrera está llena de duelos y pulso firme. Incluso con José María García, uno de los grandes jefes de la radio deportiva: “Era durísimo enfrentarse a él. Mandaba muchísimo”. Hubo tensiones, pullas públicas —“me llamó taxista durante meses”— pero un día se miraron a los ojos y la guerra se acabó. Hoy se respetan y mantienen una relación cordial. “Nos respetamos mucho. Ya no ha habido más problemas”.

Era durísimo enfrentarse a Jose María García

Iñaki Cano, periodista

A sus espaldas, 43 años de periodismo. Y un principio que nunca se ha permitido traicionar: “Estoy aquí para informar, no para dorar la píldora”. Entre bromas, admite: “Si sigo… será porque no he mentido demasiado”. Quizá ese sea el auténtico milagro: mantenerse fiel a uno mismo en una profesión donde sopla viento en contra casi cada día. Y aun así, Iñaki Cano sigue sujetando el micrófono con la misma fuerza del primer día. Porque, al final, como él mismo dice, esta profesión merece la pena… aunque toque pelearla.



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