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Melania Trump no había sido vista en la Casa Blanca en más de un mes. Pero mientras su esposo se preparaba para una cumbre crucial en Alaska con su homólogo ruso en busca de poner fin a la guerra en Ucrania, la primera dama practicaba la diplomacia.
“Querido presidente Putin”, escribió en un llamado directo al presidente de Rusia. “Cada niño comparte los mismos sueños tranquilos en su corazón, ya sea que nazcan por casualidad en el campo de un país o en el magnífico centro de una ciudad. Sueñan con amor, posibilidades y seguridad”.
Esto subrayó, según quienes conocen y observan a la primera dama, el papel discreto, pero influyente, que ha desempeñado en el segundo mandato de Donald Trump como presidente, a pesar de su ausencia física en Washington.
La primera dama rara vez es vista en público. No acompañó a su esposo cuando él entregó su carta al presidente Vladimir Putin durante la cumbre de la semana pasada en Anchorage, ni estuvo presente en la Casa Blanca días después cuando él recibió al presidente de Ucrania, Volodymyr Zelensky, y a otros líderes europeos. Hasta ahora, ha aparecido en público 19 días en lo que va de este mandato, en comparación con los 40 del anterior. Esta vez, su equipo en el Ala Este es una fracción del que tuvo en su primer mandato y del de sus predecesoras.
Sin embargo, Trump se comunica frecuentemente con su esposa, a menudo mediante mensajes de texto o llamadas a lo largo del día, de acuerdo con fuentes familiarizadas con el asunto. Y al igual que su esposo, la primera dama recibe noticias constantemente. Según el propio Donald Trump, Melania Trump ha mostrado una buena dosis de escepticismo después de conversaciones previas con Putin.
“Le dije a la primera dama: ‘Sabes, hablé con Vladimir hoy; tuvimos una conversación maravillosa’. Ella dijo: ‘¿De verdad? Acaban de atacar otra ciudad’”, relató Donald Trump durante una reunión en julio en la Oficina Oval con el secretario general de la OTAN, Mark Rutte.
El momento ofreció una ventana inusual sobre cómo se comunican los Trump.
“Creo que mucha gente subestima lo normal que son como pareja. … Él la escucha y busca su consejo”, dijo una fuente familiarizada con la dinámica, quien solicitó el anonimato para hablar con libertad. “Ella solo interviene cuando realmente va a luchar por algo, y realmente le importan los niños”.
La oficina de Melania Trump no respondió a múltiples solicitudes de CNN.
En su carta a Putin, Melania Trump hizo referencia de manera indirecta a la “oscuridad” que rodea a los niños afectados por la guerra, diciéndole al líder ruso que él mismo tiene el poder de “restaurar sus risas melódicas”.
No mencionó específicamente a Ucrania, pero miles de niños ucranianos han sido presuntamente secuestrados por Rusia desde el comienzo de la guerra.
Si bien los recientes comentarios del presidente sobre las fuertes reacciones de su esposa al ver la guerra en televisión han generado críticas de los medios estatales rusos, también han generado memes de admiración como “Agente Melania Trumpenko” en Ucrania. Y tras su carta a Putin, Zelenski entregó personalmente a Donald Trump una carta de su esposa a la primera dama de EE.UU.
Melania Trump no ha expresado públicamente ninguna postura sobre Ucrania o Gaza, pero sus reacciones —según las describe el presidente— han ofrecido una especie de control de la realidad sobre las guerras que él ha prometido, pero hasta ahora no ha logrado terminar.
“Ella piensa que es terrible”, dijo Donald Trump el mes pasado sobre las imágenes provenientes de Gaza, que el primer ministro de Israel, Benjamin Netanyahu, ha negado que muestren hambruna.
“Y ella ve las mismas imágenes que ven ustedes, que todos vemos. Y creo que todos, a menos que sean muy insensibles —o peor aún, estén locos—, no hay nada que se pueda decir aparte de que es terrible cuando ven a los niños”.
El hilo conductor ha sido la amenaza a los niños.
“La señora Trump ha sido constante en su enfoque en la seguridad de los niños y su futuro”, dijo Anita McBride, exsecretaria general de la Casa Blanca de la primera dama Laura Bush y directora de la iniciativa de la American University sobre el legado de las primeras damas de Estados Unidos.
Melania Trump también abordó su carta a Putin desde su experiencia única: nació en lo que entonces era la Yugoslavia comunista en 1970.
“Ella aporta otro nivel de credibilidad al haber crecido en una Europa bajo el control de la agresión rusa antes de que su país lograra la libertad con éxito”, agregó McBride.
Y su compromiso no tiene precedentes: McBride señaló que Nancy Reagan habló directamente con el presidente de la Unión Soviética, Mijaíl Gorbachov, para buscar la paz y escribió a su esposa en vísperas de una reunión clave. Jackie Kennedy escribió al primer ministro de la Unión Soviética, Nikita Khrushchev, expresando esperanza por la paz tras la muerte de su esposo. Y Laura Bush se dirigió a los periodistas en la sala de prensa de la Casa Blanca, reprendiendo al régimen en Myanmar tras un ciclón mortal.
“Las primeras damas tienen una autoridad moral única. … Aplaudo a la señora Trump por usar su plataforma de esta manera en temas importantes, especialmente en este momento crítico de la historia mundial”, dijo McBride.
Los problemas relacionados con la infancia también han motivado la limitada participación de Trump en la política nacional, desde abogar por legislación contra los “deepfakes” y la pornografía de venganza hasta una inversión de US$ 25 millones para jóvenes en hogares de acogida que, de acuerdo con la Casa Blanca, ella aseguró en el presupuesto presidencial. Ese interés también ha influido en los lugares donde ha decidido asumir el papel público de primera dama. El mes pasado, por ejemplo, consoló a niñas afectadas por catastróficas inundaciones en Texas Hill Country, donde recibió una pulsera de la amistad y rezó con las campistas.
“La gente espera o anticipa que habrá participación de la primera dama de Estados Unidos, sin importar quién ocupe el cargo, sin importar el partido político”, dijo Bennett.
“Ella realmente se preocupa por las tragedias y las cosas que han involucrado a niños. Creo en su autenticidad cuando participa”, dijo Kate Bennett, experiodista de CNN que cubrió a la primera dama y autora de “Free, Melania”.
Aun así, el uso que Melania Trump hace de su enorme plataforma es selectivo, marcando una diferencia respecto a la mayoría de sus predecesoras.
“Es evidente que, para Melania Trump, al menos por ahora, este ha sido un rol de elección libre”.
Una parte clave de esa decisión ha sido una ausencia relativa de Washington.
Trump divide su tiempo entre Nueva York y Palm Beach, con intervalos de varias semanas entre sus viajes a la capital del país. Su última aparición conocida en la Casa Blanca fue el 11 de julio, cuando partió con el presidente a un viaje a Texas.
Durante el primer mandato de su esposo, no anunció su residencia a tiempo completo en la Casa Blanca hasta junio de 2017. Este año, con su hijo Barron en la Universidad de Nueva York, sus apariciones han sido mucho menos regulares.
Ha estado junto a su esposo en más de una decena de eventos públicos, lo acompañó en un par de recorridos tras daños climáticos extremos y realizó tres eventos en solitario. Pero se la ha visto en público menos de la mitad de los días que estuvo en este mismo momento del primer mandato del presidente, cuando asistía a múltiples reuniones en la Oficina Oval y conferencias de prensa con líderes mundiales y realizó viajes a siete países.
Y ha faltado a los momentos simbólicos a los que solían asistir sus predecesoras, como la inauguración de un asta de bandera y la plantación de magnolias en los terrenos de la Casa Blanca. Su esposo incluso supervisó la renovación de un reinventado y pavimentado Jardín de Rosas, y el Ala Oeste anunció unilateralmente planes para una expansión del salón de baile del Ala Este, con un costo de US$ 200 millones, que impactará directamente el espacio de oficinas del equipo de la primera dama.
“No creo que sea nada interpersonal”, dijo una fuente familiarizada con el asunto a CNN, y agregó: “Es solo que no le interesan” las formalidades del cargo.
En las últimas semanas, ha hecho todo lo posible para proteger su reputación, amenazando con acciones legales contra quienes han intentado vincularla a Jeffrey Epstein, lo que le valió una retractación y disculpa por parte del Daily Beast.
En Washington, emplea un personal reducido en comparación con el equipo de su primer mandato, de aproximadamente 11 funcionarios.
Al 1 de julio, la primera dama contaba con cinco funcionarios a tiempo completo, de acuerdo con un informe enviado al Congreso, cuyos salarios sumaban US$ 634.200 al año. Un puesto clave, el secretario de relaciones sociales de la Casa Blanca, quien planifica y coordina todos los eventos sociales oficiales y personales, sigue vacante.
Un informe similar enviado el 1 de julio de 2024 reflejaba que más de 20 funcionarios trabajaban en la oficina de la primera dama Jill Biden, con salarios que sumaban casi US$ 2,5 millones al año. Michelle Obama tenía 12 funcionarios a tiempo completo en julio de 2016.
En una inusual entrevista con Fox News antes del regreso de su esposo a la presidencia, Melania Trump dijo que no quería “apresurarse” en contratar y que quería asegurarse de que sus empleados la “sirvieran a ella”, y no a sus propios intereses. Esto quizá refleje cierta aprensión tras la renuncia de funcionarios clave luego del asalto del 6 de enero de 2021 al Capitolio de Estados Unidos.
Esa cautela podría deberse a una serie de traiciones públicas por parte de exempleados, incluida Stephanie Winston Wolkoff, una exempleada y asesora principal que grabó en secreto conversaciones con la primera dama y escribió unas memorias sobre su relación.
La exsecretaria general Stephanie Grisham, quien renunció el 6 de enero, testificó ante el panel de la Cámara de Representantes que investigó el ataque y posteriormente respaldó a Kamala Harris en la Convención Nacional Demócrata de 2024.
No obstante, sin un equipo numeroso, Trump aún no ha presentado nuevos objetivos políticos ni ha expandido su campaña “Be Best” del primer mandato. No ha participado en ningún viaje oficial, ni al extranjero ni en el país. No ha anunciado planes para ninguna visita de Estado oficial a la Casa Blanca.
Aun así, sus recientes —aunque indirectos— comentarios sobre dos conflictos intratables han ofrecido indicios de su influencia.
“Cuando ella habla, la gente realmente la escucha, y no sé si se debe a que se hace poco, pero definitivamente tiene una plataforma. Debería aprovecharla”, dijo la fuente cercana.