Colombia
Joven barranquillero destaca en foro internacional de derecho animal en Chile
A los 21 años, Adrián de Jesús Torres González habla de los animales con la misma pasión con la que otros citan artículos de ley. Estudiante de noveno semestre de Derecho en la Universidad del Atlántico, este joven barranquillero ha convertido su formación jurídica en un instrumento para defender a quienes no tienen voz.
Su paso reciente por el X Simposio Internacional de Derecho Animal, realizado en La Serena, Chile, lo consolidó como uno de los nuevos referentes en investigación sociojurídica sobre bienestar y dignidad animal en Latinoamérica.
Adrián llegó al encuentro con un artículo académico que propone un modelo de normativa postantropocéntrica, una visión que busca reconocer a los animales como sujetos de derecho y no como simples bienes. Allí, entre más de 30 expertos internacionales, compartieron sus hallazgos y su historia de cómo el amor por los animales se convirtió en su propósito profesional.
El joven busca impulsar una normativa que reconozca a los animales como sujetos de derecho. Foto:Cortesía Adrián Torres González
“Desde pequeño he amado a los animales. Estudiar Derecho me dio las herramientas para comprender cuánta negligencia y vacío existe en su protección. Esa inconformidad me volvió crítico, pero también propositivo”, explica con tono pausado, propio de quien reflexiona antes de hablar.
Un camino entre la ley y la empatía
Adrián no investiga en solitario. También lidera y acompaña procesos sociales en su entorno universitario.. Es coordinador del voluntariado Nexum de la Facultad de Ciencias Jurídicas, creador de la iniciativa Mentebaq.dedicado a la salud mental juvenil, y director por Colombia del Club de Investigación Iberojuris, adscrito a la Red Iberoamericana de Facultades de Derecho.
Su disciplina y liderazgo le han permitido conectar causas: la defensa animal, la educación jurídica y la conciencia ambiental. “Como líder social quiero impulsar una transformación profunda y sostenible, donde los animales sean reconocidos como sujetos autónomos y donde la ética ambiental sea pilar de la sociedad”, dice a EL TIEMPO.
El joven reconoce que Colombia ha avanzado en materia de legislación, con normas como la Ley Ángel y la Ley Lorenza, además de la reciente sentencia C-332 de 2025, que reafirma el deber de garantizar la dignidad animal. Sin embargo, advierte que las políticas públicas aún son desiguales y centralizadas.
“Tenemos leyes importantes, pero la verdadera protección depende de la cultura ciudadana y del trabajo institucional en los territorios”, enfatiza.
El caso Chucho: una lección de jurisprudencia y humanidad
Durante su ponencia en Chile, Adrián citó uno de los casos más simbólicos del derecho animal en Colombia: el del oso de anteojos Chucho, que vivió en el Zoológico de Barranquilla y fue protagonista de una batalla legal que llegó a la Corte Constitucional.
Adrián Torres González explicó el debate jurídico por el caso del Oso Chuco. Foto:Cortesía Adrián Torres González
El joven repasó cómo en 2017 una acción de hábeas corpus buscó su libertad, alegando que el cautiverio afectaba su bienestar. Aunque la Corte Suprema ordenó su traslado a una reserva, la Corte Constitucional revocó la decisión en 2020, declarando que los animales no son titulares de derechos fundamentales. Chucho murió en 2023, víctima de cáncer, pero su historia sigue siendo referencia académica y moral.
“Ese caso fue el génesis de la discusión jurisprudencial en Colombia. Inspiré mi artículo porque abrió el debate sobre qué tipo de medidas deben adoptarse para proteger eficazmente a los animales”, explica Adrián.
El próximo paso en su camino será la publicación de su artículo en la revista DALPS Animal, una de las más reconocidas en derecho animal a nivel global. Desde su rol académico, busca que más jóvenes del Atlántico se sumen a investigaciones sobre justicia ambiental y bienestar animal.
Su meta inmediata es fortalecer semilleros jurídicos y clases ambientales en la Universidad del Atlántico. “La protección de los animales no es un tema romántico, es una responsabilidad ética y jurídica que define el futuro del planeta”, concluye
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