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“Del Sufrimiento al Alivio: Una Escala del 1 al 10”

¿Cómo se practica el fútbol con sufrimiento? ¿Cómo se practica el fútbol profesional con un dolor insoportable? No con un malestar habitual, sino con un dolor auténtico, de esos que te hacen llorar y te hacen contorsionarte y gritar. Un dolor que no te permite descansar ni caminar y que tampoco te permite estar en pie, y que mucho menos te deja jugar al balompié. Juan Daniel Roa tiene las respuestas. Durante ocho años sufrió un calvario, un dolor en la cadera que lo llevó a sus límites de aguante y que lo impulsó a tomar la decisión más difícil para un futbolista: aceptar el retiro cuando se piensa que aún queda mucha trayectoria por delante.
Roa cuenta con 33 años. Es joven. Aún joven para el fútbol. Pero el fútbol ya no es para él. Ya no le pertenece. Al menos no como jugador. Hace dos años, justo en abril, Roa disputó su último encuentro profesional, lo realizó con Santa Fe en la Copa Libertadores. Se fue del fútbol en silencio, con su dolor oculto, un dolor que solo él y su círculo más cercano conocían. Hoy recuerda todas sus experiencias y no tiene temor de rememorar sus sufrimientos, porque recientemente se ha sometido a una tercera operación de cadera y esta vez está convencido de que el insoportable dolor ha terminado.
¡Basta de sufrimiento!
Juan Daniel Roa, en un clásico ante Millonarios. Foto:EL TIEMPO
Roa empezó a experimentar su inconveniente de cadera desde mucho antes de ingresar al fútbol. Cuando ni siquiera soñaba con ser un profesional del balompié, de jugar en estadios llenos y ser campeón. De hecho, cuando surgió su problema, Roa era un infante. Displasia de cadera, diagnosticaron los médicos. Y también señalaron que esto lo afectaría muy probablemente en su vejez. Aún había mucho tiempo para eso. Pero la vejez llegó muy rápido para Roa. Su anhelo se cumplió, se convirtió en futbolista profesional y esa exigencia física despertó su dolor latente, un dolor terrible.
La vejez de Roa fue anticipada. Él, que era tan activo que entrenaba al máximo y en la cancha rugía como un león en cada jugada, notó un día que un dolor aparecía en su cuerpo y no podía evitarlo ni soportarlo, un dolor que lo llevaba a sus límites y a la desesperación. Era el año 2018. Primero fue un dolor disfrazado de incomodidad, ¿qué te sucede, Roa?, le preguntaron en un entrenamiento, y Roa no pudo ocultar sus síntomas: me duele, me duele mucho la cadera derecha. Ese primer síntoma fue una señal de alarma. Roa no podía ni levantar la pierna.¿Cómo iba a golpear el balón, a correr, a chocar? Roa empezó a luchar en silencio, a fortalecer su cuerpo alrededor de su cadera. Durante un tiempo el dolor volvió a estar inactivo. Parecía que la amenaza se había retractado o postergado. Pero regresó y con mayor fuerza.
Juan Daniel Roa, exjugador de Santa Fe. Foto:EL TIEMPO
Ya en 2019 su situación se complicó. Roa cayó en el abismo de los dolores y no sabía como escapar de allí. “El dolor se hizo más intenso, perdía movilidad en la cadera derecha. Ser futbolista profesional es frustrante. Comencé a probar de todo: colágeno, glucosamina, remedios, brebajes para los cartílagos, me realizaba tratamientos de ácido hialurónico con plasma cada seis meses, pero ya
“no me realizaba lo mismo”, narra.
Comencé a experimentar de todo: colágeno, glucosamina, fármacos, brebajes para los cartílagos, me sometía a procedimientos de ácido hialurónico con plasma cada 6 meses, pero ya no me realizaba lo mismo
Roa, quien llegó a formar parte de la Selección Colombia, que anhelaba jugar en el extranjero, que fue buscado por clubes como Boca Juniors, Newell’s y hasta el Herta Berlín, empezó a darse cuenta de que esos anhelos se desvanecían a causa de su dolor de cadera. Después de su etapa en el Cali, terminó en Alianza Petrolera, con la esperanza de poder ser un futbolista funcional. Solo disputó seis partidos. El dolor en ese momento era abrumador. Sus entrenamientos se convirtieron en una pesadilla, y un mes después ya no podía más, pero se negaba a renunciar al fútbol.
Un día, al no poder asistir a una práctica, decidió que no podía continuar. Viajó de regreso a Bogotá, se sometió a varios tratamientos, pero nada lograba eliminar por completo el dolor. Relata que optó por inyecciones de corticoides –que ayudan a mitigar el dolor–, pero su situación se aceleraba. Ya no podía ni siquiera correr. Entonces Roa tomó la decisión de operarse.
Radiografía de Juan Daniel Roa después de la cirugía de cadera. Foto:Juan Daniel Roa
—¿No voy a poder jugar más?, fue lo primero que les preguntó a seis médicos que examinaron su caso. Cinco le respondieron que ni de broma. Solo uno, un especialista de Tigres de México, le comentó que sí, que había una mínima posibilidad con una buena recuperación. Y Roa se aferró a esa esperanza. Se sometió a la cirugía, la primera: reemplazo total de la cadera derecha con una prótesis que normalmente tendría una duración de aproximadamente 30 años, pero no para un futbolista profesional. Con suerte, aguantaría 10, le afirmaron.
Roa asumió los riesgos. Regresó a Santa Fe, que era como su hogar. Firmó un contrato lleno de cláusulas, porque ambas partes eran conscientes de la situación. “Quedé con una carga, uno se convierte en una responsabilidad para el equipo”, se lamenta. En Santa Fe no permaneció mucho tiempo, en 2023 no pudo continuar. Intentó mantenerse en el fútbol aficionado, pero eso tampoco era viable. Debido a su deseo de jugar, un día la prótesis se salió: sufrió una luxación parcial y, una vez más, tuvo que pasar por el quirófano, donde acomodaron la prótesis y le pusieron tornillos para fijarla. Parecía que Roa renacía. Entonces, el drama se trasladó a la cadera izquierda…
—¿De 1 a 10, cuánto era su dolor?
—¡Diez. Era horrible!
Un ‘Robocob’ con molestias
Juan Daniel Roa, después de su última cirugía. Foto:Instagram Juan Daniel Roa
A pesar de contar con el físico de un futbolista disciplinado y atlético, y la felicidad que irradiaba al jugar, el dolor era invisible. Pero ahí estaba. Y cuando se vuelve tan intenso, el sufrimiento es silencioso, porque, ¿cómo puede un futbolista decir: ‘me duele la cadera y no puedo soportarlo’, cuando sabe que su cadera es una parte fundamental de su profesión, cuando es consciente de que revelar esa dolencia podría significar no ser contratado? Roa se queda sin muchas palabras para describir la intensidad de su dolor, el que fue avanzando progresivamente.
Relata que no podía dormir más de tres horas, el dolor lo despertaba, se tiraba al suelo, gritaba, tenía que mantener una pierna estirada mientras estaba sentado, y pararse era otro problema. Roa llegó a perder movilidad. “Llegó el momento en que no podía ni amarrarme“Los tacos, yo que fui futbolista, allí decidí por primera vez someterme a una operación”, comenta Roa, y se percibe que no le agrada recordar esa etapa.
Llegó un momento en el que no podía ni atarme los tacos, yo que fui futbolista, allí opté por mi primera intervención quirúrgica”
Recuerda que durante su tiempo en el Cali pudo manejar el sufrimiento con ácido hialurónico, “eso era como lubricar mi articulación”.
Sin embargo, cuando se unió a Alianza, todo se complicó: consumía cuatro pastillas antes de cada entrenamiento, cuatro al finalizar, otras cuatro para poder descansar, se había convertido en una especie de boticario ambulante. “Si tuviera una farmacéutica, la llevaría a la quiebra je je”, hace una broma. “Probé de todo, cannabis, analgésicos, tomaba más de 20 pastillas diarias, y nada. Ponía mi salud en peligro con tantas pastillas, pero por mi ansia de jugar decía: ‘yo puedo, yo puedo’ ”.
Juan Daniel Roa, campeón de la Superliga 2017 con Santa Fe. Foto:EL TIEMPO
Roa pasó del drama en la cadera derecha al de la izquierda. Relata que en menos de seis meses, esta se deterioró de forma “agresiva”. Con problemas en ambas caderas, Roa ya no tenía mucho más que ofrecer al fútbol. Si con la derecha era un desafío, ahora sabía que ya no lo contratarían más. Eso lo llevó a su retiro y a reconocer que fue un futbolista que vivió con dolor. “El fútbol me apartó, fue un retiro forzado”, afirma. No tuvo opción más que regresar al quirófano, esta vez por tercera ocasión: otra cirugía de cadera, esta vez en la izquierda. Ahora, tras tres operaciones, Roa comenta, entre risas y en serio: “Ya parezco un Robocob”.
Vivir después del fútbol
Juan Daniel Roa y su familia. Foto:Instagram Juan Daniel Roa
La tercer cirugía de cadera de Roa se realizó hace cuatro semanas. Asegura que todo salió de maravilla. Narra que la recuperación va rápida, mucho más que cuando tuvo su primera operación. En una semana desechó las muletas y transitó a la fase de las terapias. “Agradezco a Dios porque estoy muy recuperado, llevando una vida sin dolor después de casi ocho años… Puedo realizar actividades como estar sentado, estar de pie, todo progresivamente, es necesario que la prótesis se adapte y se fije adecuadamente en el hueso, se necesita una buena recuperación, no apresurarse porque no quedaría bien”, menciona.
Agradezco a Dios porque estoy muy recuperado, llevando una vida sin dolor después de casi ocho años… Puedo realizar actividades como estar sentado, estar de pie, todo progresivamente
Su carrera como futbolista ha llegado a su fin y ya está en proceso de duelo. Se aferra a los recuerdos, como su paso por Santa Fe, donde está convencido de haber dejado un “legado” –jugó 9 años consecutivos allí y conquistó 8 títulos–. Asegura que le hubiera gustado tener más oportunidades en la Selección, ganar una Copa Libertadores y jugar en el extranjero. Sin embargo, compensa su frustración con el fútbol con su nueva vida como padre y esposo: ahora se encarga de preparar a sus hijas, las lleva al colegio, pasa más tiempo en casa y así recupera los momentos que su actividad profesional le impedía debido a los viajes y las concentraciones. “Mi esposa y mis hijas son mi apoyo, son mis psicólogas, mi refugio”. Con ellas, Roa se siente más fortalecido.
—¿Y a qué se dedicará?
—Deseo continuar en el fútbol, estoy formándome para ser entrenador, para el año que viene comenzar a dirigir… El fútbol seguirá siendo mi pasión, es lo que amo —comenta Roa, y su tono es alegre y sereno: es la voz de un Roa que ya no experimenta dolor.
PABLO ROMERO
Redactor de DEPORTES
@PabloRomeroET
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