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Los ejes del plan estratégico decenal para el fútbol colombiano (opinión)

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En Colombia deben dejar de preguntarse “por qué no ganamos” y empezar a trabajar con claridad en “cómo se gana”. Si se quiere ver a los clubes locales levantando títulos continentales en una década, se debe asumir que el progreso no surge del azar ni del semestre iluminado de una nómina costosa.

La competitividad requiere planificación, inversión y disciplina. Brasil lo demostró: la hegemonía deportiva se construye con sistemas, no con milagros.

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El fútbol brasileño sigue mandando en su “barrio”. Algo que no es casualidad ni un chispazo de talento aislado. Tres de sus clubes, nuevamente (como ya sucedió en el 2024) disputarán las finales de la Copa Libertadores y la Copa Sudamericana. 

Racing vs. Flamengo. Foto:AFP

Eso no ocurre porque sí: responde a una estructura deportiva sólida, un sistema formativo de élite y una visión empresarial que entiende el fútbol como industria y patrimonio cultural. Brasil no solo exporta jugadores, de allá también se pueden revisar los procesos y los modelos de gestión.

Los pasos que hay que dar para mejorar el fútbol colombiano

El primer paso es modernizar la liga. Para competir a nivel internacional se necesitan calendarios más exigentes, torneos largos y mayores oportunidades para la rotación de plantillas. Es imposible aspirar a dominar Sudamérica si el ecosistema interno de cada día no obliga a los clubes a rendir al máximo durante todo el año. Una liga fortalecida económicamente, con distribución equitativa de ingresos y mejores escenarios, es la base de cualquier transformación.

Sao Paulo vs. Nacional. Foto:AFP

El segundo paso es priorizar la cantera como negocio estratégico, no como fábrica de ventas rápidas. En diez años, cada club colombiano debería contar con infraestructura mínima para formar talento: residencias, educación dual (académica y habilidades blandas), entrenadores preparados en ciencia deportiva y un plan de transición claro al profesionalismo. La meta: que al menos el 40 por ciento de los jugadores en las plantillas estelares surjan de procesos propios. Sin raíces, no hay árbol que crezca.

El tercer paso es profesionalizar la gestión deportiva. Colombia necesita directivos capacitados, con visión empresarial, manejo financiero y planificación deportiva de largo plazo. Los clubes deben pasar de la administración improvisada a la gestión estratégica, con objetivos que trasciendan el marcador del domingo. La continuidad de proyectos también es clave: los ciclos técnicos deben respetarse cuando hay procesos sólidos detrás.

El cuarto paso es invertir en ciencia y tecnología aplicada al rendimiento: análisis de datos, medicina deportiva avanzada, ‘scouting’ estructurado. Brasil entendió hace tiempo que los títulos se ganan también en los laboratorios de rendimiento. En los próximos diez años, Colombia debe convertirse en un país que mide, evalúa y optimiza cada detalle del juego.

Selección Colombia Foto:EFE

Finalmente, se requiere una cultura deportiva que premie la ambición. Que el éxito internacional no se vea como una excepción heroica, sino como la consecuencia natural de hacer bien las cosas.

Si el país se compromete con esta hoja de ruta, en una década se podrán ver a varios clubes colombianos disputando —y ganando— finales continentales. Claro que se puede. Pero hay que tomar decisiones valientes hoy para celebrar triunfos mañana. Competir para ganar debe dejar de ser un deseo y convertirse en una política nacional del fútbol, con todos los actores incluidos, todos, pero desde la base.

Opinión

Camila Espinosa Aristizábal

Para EL TIEMPO

@CamilaNoticia

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