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Economia

Luces y sombras de la economía en los tres años del Gobierno Petro

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Tras tres años de gestión, el gobierno del cambio de Gustavo Petro ha generado expectativas y debates intensos sobre el rumbo del país. Este balance busca ir más allá de los titulares y de las pasiones políticas para sumergirse en los datos y analizar brevemente el desempeño económico de Colombia en este periodo, mediante la revisión de variables clave, evidenciando que la realidad es más compleja de lo que parece.

I. Modesto crecimiento económico y transformación estancada

El crecimiento económico es el termómetro que suele encender alarmas o entusiasmos en los debates económicos. Tras la histórica caída del PIB en 2020 (-7,2% por la pandemia), Colombia vivió un rebote sin precedentes (10,8% en 2021 y 7,3% en 2022, según el DANE), impulsado por la reapertura, el consumo represado y políticas de estímulo, pero también fue un efecto estadístico tras el desplome del PIB.

Sin embargo, el impulso se desvaneció desde la segunda mitad de 2022, en el Gobierno Petro, la economía se desaceleró. En 2023, el crecimiento fue apenas 0,6%, y en 2024 solo 1,6%. El primer trimestre de 2025 trajo un respiro con 2,7%, ubicando a Colombia entre los países OCDE con mejor arranque del año.

En suma, el crecimiento ha sido modesto; si bien el gobierno celebra repuntes, la realidad es que la economía no ha logrado despegar como prometía el Gobierno de cambio.

La escasa confianza empresarial, la incertidumbre regulatoria y la lentitud en la ejecución de proyectos estratégicos han hecho que la transformación productiva y la transición energética anunciada sigan siendo más una aspiración que un logro tangible.


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II. Inflación: la cuesta abajo… pero con curvas

Tras la crisis global de 2020, y en medio de una tormenta de restricciones, disrupciones logísticas y caída de la demanda, la inflación se mantuvo contenida, y cerró en 1,6% el nivel más bajo en décadas, reflejo de la parálisis económica; pero desde 2021, el rebote pospandemia y el encarecimiento de insumos importados, fenómenos climáticos y la depreciación del peso, empujaron los precios al alza.

En 2022, la inflación se aceleró y en 2023 alcanzó un pico de 13,3%, el más alto en más de 20 años, golpeando especialmente a los hogares de menores ingresos.

Durante el gobierno Petro, controlar la inflación fue un reto central y una fuente de presión social y política. Se intentó mitigar el impacto con subsidios y ajustes al salario mínimo, mientras el Banco de la República (BanRep) subió tasas de interés, enfriando el consumo y el crecimiento.


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Desde la segunda mitad de 2024, la inflación empezó a ceder y en junio de 2025 llegó a 4,8%, la cifra más baja desde 2021. El alivio se debe a la caída de precios de alimentos y servicios regulados.

El BanRep ha empezado a bajar tasas incentivando el crédito, aunque la política sigue siendo cautelosa, por ejemplo, decidió dejar inalterada la tasa de intervención en julio 2025 (9,5%) por tercera vez consecutiva, pues la reducción ha sido más lenta de lo esperado, en ello, el Gobierno no solo ha cuestionado la decisión sino que ha optado por medidas de alivio inmediato, postergando ajustes estructurales que podrían anclar mejor las expectativas de precios.

III. Menos desempleo, informalidad que no cede

Desde la pandemia, el mercado laboral transita un camino accidentado. El desempleo se disparó hasta el 22% en el peor momento del confinamiento, dejando retos en la estructura productiva y social.


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Desde entonces, la recuperación es paulatina y desigual. En 2021 y 2022 se redujo el desempleo, aunque por encima del promedio regional.

En 2023, la economía mostró signos de fatiga, aunque el empleo continuó recuperándose, impulsado por el comercio, transporte y servicios profesionales.

Bajo el gobierno Petro, el empleo muestra luces y sombras. En junio de 2025, el desempleo bajó a 8,6%, con 831.000 empleos recuperados frente a 2024 y 10 meses consecutivos de mejora, logro que el Gobierno celebra en el marco de la reforma laboral.

Sin embargo, la letra menuda revela matices menos optimistas, por ejemplo, la Asociación Nacional de Empresarios de Colombia (ANDI), advierte que “Los datos publicados siguen confirmando las dificultades existentes en el país para transitar de la informalidad a la formalidad” por ejemplo, el mayor incremento de los ocupados se dio en la posición de trabajador por cuenta propia.


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En el trimestre marzo-mayo la informalidad permaneció en el 55,9%; por tanto, el trabajo decente y digno para la mayoría de los colombianos y más en territorios como Cúcuta y AM (área metropolitana) sigue siendo una promesa del cambio.

Por su parte, el salario mínimo se incrementó significativamente (16% en 2023, 12% en 2024, 9,5% en 2025), pero la inflación erosiona parte del avance y eleva los costos para las pymes, dificultando la formalización.

La reforma laboral, presentada como una de las grandes banderas del Gobierno del cambio, genera debates intensos sobre su impacto real en la creación y formalización del empleo en un contexto de bajo crecimiento y alta incertidumbre. Por ahora, el cierre de brechas entre el discurso y los hechos se mantiene abierto.

IV. Presupuesto, déficit y reformas: talón de Aquiles

El frente fiscal es quizás el más complejo y el más cuestionable en la gestión del Gobierno del cambio. Cuando Petro asumió la Presidencia en 2022, heredó unas finanzas públicas inquietantes.


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En pospandemia, el telón de fondo era un Estado con cuentas en rojo y varios frentes de presión. El déficit fiscal incluyendo el impacto del Fondo de Estabilización de Precios de los Combustibles (FEPC), rondaba el 6,5% del PIB, una cifra que superaba los estándares de sostenibilidad, convirtiéndose en un verdadero dolor de cabeza.

Petro se enfrentó ante un hueco fiscal de proporciones históricas.

Ante este panorama, las expectativas sobre el Gobierno de disciplina fiscal eran altas y la reforma tributaria presentada como una gran apuesta para transformar la estructura fiscal, resultó insuficiente para cerrar brechas y garantizar los recursos necesarios para las ambiciosas metas sociales del Gobierno; sin embargo, tras tres años, los avances han sido limitados y los riesgos crecientes.

El déficit se proyecta en 7,1% del PIB para 2025 y la deuda pública supera el 61%, récord histórico. La suspensión de la regla fiscal mediante la activación de la cláusula de escape, es criticada por expertos y se advierte riesgo de perder grado de inversión y el acceso a líneas de crédito favorables, lo que encarece la deuda.

El Gobierno ha postergado los ajustes del gasto, poniendo en entredicho la sostenibilidad fiscal, y la confianza de los mercados se ha visto afectada por la falta de señales claras de disciplina en esta coyuntura.


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El reto de materializar gestión en un año

El balance tras tres años del Gobierno del Cambio es mixto, la economía navega con vientos cruzados. Las proyecciones para 2025 sugieren un crecimiento del PIB entre 2,5% y 2,6%, cifras optimistas frente al estancamiento de 2023 y el lento 2024, pero modesto ante el crecimiento económico potencial del país.

La inflación, aunque aún por encima de la meta del BanRep, va cediendo, por su parte la reducción del desempleo sin duda es favorable, sin embargo, la informalidad es el elefante en la sala.

A un año de finalizar su mandato, el gobierno Petro enfrenta el reto de consolidar los avances y acelerar la materialización de las promesas de campaña pendientes.

Si bien se han logrado mejoras en algunos indicadores, las grandes transformaciones prometidas requieren de un mayor esfuerzo, en donde el tiempo y la coyuntura política jugaran un papel decisivo.

 

Redacción: Alexander Botello, economista. 


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