Colombia

Movilidad, inclusión social y cultura ciudadana, las banderas del cable aéreo de Ciudad

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Para cerrar con broche de oro el Día Mundial de las Ciudades, los expertos internacionales que visitaron Bogotá la semana pasada, y que participaron de los distintos paneles de alto nivel, realizaron una última parada en Ciudad Bolívar, localidad que cuenta con la única línea de cable aéreo de la ciudad.

El recorrido, como lo ha sido la cumbre global de ciudades, sirvió como punto de encuentro para compartir experiencias entre las distintas urbes. En este caso, Bogotá mostró al mundo el TransMiCable, uno de los proyectos con mayor impacto entre la ciudadanía y en especial la población más vulnerable de la capital.

Entre las montañas y laderas de la localidad “autoconstruida”, como la llaman los mismos habitantes, vuelan 163 cabinas rojas que atraviesan en línea semirrecta casi el 30 por ciento de Ciudad Bolívar.

Arte y cultura aldedo del TansMicable. Foto:Nicolás Díaz/EL TIEMPO

A sus pies pasa la gente, entre las calles angostas y los barrios improvisados ​​que desde hace décadas habitan las montañas del borde sur de Bogotá. Justamente esa fue una de las excusas para que naciera el TransMiCable: ofrecerle a los más de 1 millón de habitantes de Ciudad Bolívar una solución a los eternos recorridos y la escasa conexión con el resto de Bogotá.

Los invitados internacionales que asistieron al recorrido de este sábado pudieron evidenciar tres frentes que han marcado el éxito del cable aéreo en Bogotá.

El primero es la movilidad. Un viaje en bus TransMiZonal o alimentador desde el Portal Tunal hasta el barrio El Paraíso, puede tomarle más de una hora y media a un usuario. Tiempo que podría ser usado para estudiar, trabajar o simplemente pasar tiempo en familia, pero que por años fue desperdiciado en la silla de un autobús.

Con la llegada del cable, el trayecto se reducirá a menos de 25 minutos. Esa es la realidad que pudieron experimentar un grupo de académicos globales y que cada día viven los vecinos de Ciudad Bolívar. Hoy se mueven 3.600 personas hora/sentido y alcanzan a ser 25.000 los usuarios al día, según explicaron las autoridades de TransMilenio y La Rolita durante el recorrido.

Las cabinas con capacidad para 10 personas son un ejemplo de inclusión. Su infraestructura está adaptada para acoger población con discapacidad visual (lenguaje braille en las barandas y acompañamiento permanente de funcionarios) y motriz, permitiendo ajustar las bancas para ingresar sillas de ruedas.

Instalaciones del TansmiCable de Ciudad Bolívar. Foto:Nicolás Díaz/EL TIEMPO

Además, las estaciones no sirven solo para subir y bajar pasajeros, sino que son un punto de encuentro para las comunidades en espacios colindantes como museos, parques, centros comunitarios, colegios, plazoletas, miradores y alamedas.

Finalmente, la cultura ciudadana se hace notar. “Se siente una gran diferencia bajarse del TransMilenio y subirse al TransMiCable”, señaló un asistente. Su argumento fueron las filas, el orden y la paciencia con la que los usuarios, habitantes mismos de Ciudad Bolívar, usan el sistema.

“No se han tenido que cambiar ni una sola vez los paneles solares”, dijo un funcionario. A eso se le suma que las 24 pilonas permanecen impecables y las estaciones sin una mancha de vandalismo. La explicación: ha sido la misma gente la que ha protegido el sistema.

Esto se logró con una vasta participación comunitaria, de los líderes sociales y barriales, quienes se han convertido en tomadores de decisiones alrededor del proyecto. Tanto es así que esa participación se traduce en vigilancia y acciones populares que han logrado cambiar el rumbo del proyecto.

Una experta global comentó que “da la impresión que el cable de Ciudad Bolívar es abrazado por la misma comunidad. Y cómo no si tienen la infraestructura pasando por encima de sus casas”.

NICOLÁS DÍAZ

REDACCIÓN BOGOTÁ

EL TIEMPO

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