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la promesa que le cumplió a su esposa, historia de amor, tango y Santa Fe

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A Omar Lorenzo Devani le brillan los ojos, se le ilumina el rostro cuando habla de Colombia. Nació en Argentina hace 85 años, pero fue aquí donde encontró la fama y, lo más importante, el amor. El sábado volvió a El Campín, el escenario de muchas de sus tardes gloriosas como futbolista, en un viaje con el que cumplió una promesa a la mujer de su vida, la diva y cantante de tangos Alicia Gurrieres.

“Cuando yo no esté, prométeme que tomarás un avión hacia la felicidad, hacia el lugar que nos unió, hacia la tierra donde te quieren. Si muero antes que vos, mi última voluntad es que vuelvas a Colombia, donde fuimos felices”, le dijo Alicia, quien falleció el 4 de agosto. El 23 de septiembre, tomó un avión rumbo a Bogotá, donde permaneció hasta el miércoles.

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Devani es uno de los seis jugadores en la historia que pasaron de los 200 goles en la liga colombiana: marcó, según el fallecido estadígrafo Guillermo Ruiz Bonilla, 201. Fue tres veces botín de oro: en 1963, con Atlético Bucaramanga, hizo 36; al año siguiente, con Unión Magdalena, marcó 28, y en 1966 no solo fue el máximo artillero, con 31 goles, sino que salió campeón con Santa Fe, algo que apenas vino a igualar Hugo Rodallega el semestre pasado.

Santa Fe campeón en 1966. Devani es el tercero, abajo. Foto:Cortesía Guillermo Ruiz

La historia de amor de Omar Lorenzo y Alicia

Pero, más allá del fútbol, su vida giró alrededor de Alicia, con quien, curiosamente, pese a que ambos eran argentinos, se conocieron por casualidad en Cúcuta. Ya para esa época, Omar había colgado los guayos e incursionado en la dirección técnica.

“Yo dirigía al Unión Magdalena y fuimos a jugar a Cúcuta. El lunes, el plantel viajó a Santa Marta y yo me quedé porque quería ir a la frontera con Venezuela, había un jugador que nos interesaba. Dante Lugo (que fue compañero suyo en el DIM) me invitó a ver a una señora y unos músicos que habían venido de Medellín, los habían contratado allá. Ahí la conocí: la hicieron cantar, cantó muy bien, y al otro día la llevaba a Venezuela para sacar el permiso”, contó.

“Cuando salimos del restaurante, la acompañé y empezamos a hablar hasta que llegó al hotel. La invité a que fuera a Santa Marta. Luego fuimos a jugar a Medellín y la busqué en el lugar donde cantaba, que se llamaba Casa Gardeliana; ya no estaba allí. La encontré en otro sitio. Le dije que la estaba esperando. Finalmente, viajó a Santa Marta y ahí empezó todo”, agregó.

Alicia Gurrieres y Omar Lorenzo Devani Foto:Archivo particular

Fue Alicia la que convenció a Omar de casarse. “No es porque fuera mi señora, ella era muy simpática. Pero eso sí, yo asumí el gasto de las alianzas, a pesar de que ella dijo que las iba a pagar”.

El nacimiento de La Casa del Tango

Y ya juntos, Alicia y Omar tomaron la idea de emprender y montar negocio: La Casa del Tango, un restaurante show que fue muy famoso en Bogotá y que hoy, en otra ubicación, se llama La Esquina del Tango.

“Vimos una casita en Chapinero, cerca de un sitio donde se reunían los mariachis. Averigüé quién era el dueño, dónde vivía: el tipo me conocía y eso me dio más confianza. Le dije que quería alquilarla y le conté qué quería hacer: montar una parrilla y, dentro del restaurante, montar un show para que mi señora cantara. Nos pusimos de acuerdo y al mes ya estaba funcionando La Casa del Tango”, recordó.

Sin embargo, recién el restaurante comenzó a tomar fuerza, a Devani lo llamaron para dirigir al Deportes Tolima. En principio, era por tres o cuatro meses. Le ofrecieron renovar y Alicia le dijo que pidiera una cifra tan alta como para que no lo dejaran. La sorpresa fue que aceptaron. Tenía que viajar por carretera a Bogotá después de los partidos, y los lunes y los martes se quedaba con Alicia ayudándole en el negocio. Finalmente, acabó renunciando. Nunca más dirigió en Colombia.

Omar Lorenzo Devani (der.), en su época de DT del Tolima. En la foto, con Raúl Macías. Foto:Archivo EL TIEMPO

Ese restaurante terminó siendo una conexión más con Bogotá, una ciudad a la que llegó en 1965, por casualidad, porque en Santa Fe ni se imaginaban que podían contratar al goleador de los dos años anteriores.

“Yo estaba en el Unión Magdalena y llegó un técnico brasileño, Gaudencio Thiago de Mello, que llegó con unos jugadores de su país, entre ellos Quarentinha. Apenas llegó, me mandó a entrenar con los suplentes. El día en que iba a debutar, empezó a leer la nómina y el último nombre fue ‘Devani’. Me iba a poner de puntero izquierdo y yo era ‘9’. Ni fui al estadio de la rabia. El equipo seguía concentrado después del partido, pero cuando llegó al hotel, me dijo: ‘Devani, usted se puede ir’. Y yo le respondí: ‘Sí, yo ya me iba’. Armé mi maleta y no jugué más allá”, expresó.

El partido era contra Santa Fe y el empresario que lo había traído a Colombia lo llevó a saludar allá. Habló con el delegado del equipo y con Luis ‘Mono’ Rubio, que estaba como técnico encargado, porque el titular, el médico Gabriel Ochoa Uribe, viajó a Brasil a buscar refuerzos. “Ochoa no podía creer que me hubieran dejado ir”, dijo. Lo juntó con Alfonso Cañón, uno de sus grandes amigos hoy, y lograron el título.

Alfonso Cañón y Omar Lorenzo Devani Foto:Agencia Hand Made Group

Aunque su corazón es santafereño, además de Bucaramanga y Unión Magdalena, actuó en el Medellín (con el que jugó la Copa Libertadores en 1967) y Once Caldas, antes de volver al Unión, donde terminó su carrera. Otra coincidencia: su último partido fue el 9 de agosto de 1970 en Cúcuta, la misma ciudad en la que se conoció con Alicia: una grave lesión lo hizo retirarse.

Su libro: una historia hecha a mano

Fueron muchos años de amor por Colombia. Sin embargo, el talento de Alicia ya era internacional y un día le ofrecieron irse a Aruba. Allá fue a parar la familia: Omar dirigió, además, un equipo de fútbol en ese país. Y después, acabaron viviendo muchos años en Nueva York, donde, en los primeros seis meses, él estuvo, según sus propias palabras, ‘viviendo como un dandy’. Luego consiguió trabajo como valet parking.

Al final, la familia Devani, que no dejó hijos, regresó a Buenos Aires y allá, Omar pasó por varios trabajos, hasta llegar a ser guardia de seguridad. En medio de los largos turnos, charlaba con sus compañeros y les contaba sus anécdotas del fútbol, el tango, los restaurantes y su vida en varios países. “Uno de ellos me dijo: ‘¡Eso da para una película! ¿Por qué no te animás a escribirlo?’. Y ahí empecé”, recordó.

Omar comenzó a registrar todo eso en hojas tamaño oficio, a mano: fueron 108 cuartillas. Eso llegó a oídos de un editor de libros e hincha de Santa Fe, que no quiso poner su nombre: solamente firmó la presentación como ‘Monaguillo’, el nombre de la mascota del club. Recibió el manuscrito hace dos años y comenzó a trabajar en él. De ahí salió un libro: Devani, goleador histórico del fútbol colombiano. El título está sustentado en el siguiente dato: es el segundo goleador promedio de la historia del fútbol colombiano, 0,61 por partido, superado solamente por Alfredo Castillo, con 0,72.

Portada del libro de Omar Lorenzo Devani Foto:EL TIEMPO

La muerte de Alicia y su viaje a Colombia aceleraron la salida del libro, que venía en el limbo. Omar quería que en la portada estuviera Alfonso Cañón. Como Devani no venía a Colombia desde 2015, pensaron en hacer un montaje. Finalmente, lograron reunirlo con el mejor amigo que le dejó el fútbol en Bogotá.

El sábado, antes del clásico contra Millonarios, Omar, vestido con la misma sudadera que hoy usa el equipo profesional, y junto a Cañón, recorrió los alrededores de El Campín en un auto convertible. ¿Qué modelo? Un Karmann Ghia de 1966, el año de su mayor gloria en el club. Hizo el saque de honor y le entregó una herencia a Santa Fe: la placa que le entregó la Dimayor como máximo artillero del campeonato ese año.

Omar Lorenzo Devani hace el saque de honor en el clásico Santa Fe vs. Millonarios. Foto:Santa Fe

“Cuando estuve en Nueva York, casi no seguí a Santa Fe. Pero cuando volví a Argentina, sí. Y ahora que estoy solo, aún más. Pasan los partidos; el encargado del edificio que me cuida el apartamento estaba pendiente del clásico”, reveló. Fue el último acto público de una visita en la que se reunió con otros referentes del León, como Rodallega y Omar Pérez, y con la que le cumplió la promesa de amor a su esposa. Y de paso, ratificó el cariño por Santa Fe, su equipo del alma.

José Orlando Ascencio

Subeditor de Deportes

@josasc

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