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siete puestos para 13 talentos

Luis de la Fuente no tiene un problema, tiene una bendición. Pero una de esas bendiciones que obliga a pasar noches sin dormir. El seleccionador español encara la cuenta atrás hacia el Mundial de 2026 con un centro del campo plagado de opciones, talento y perfiles complementarios. A falta de ocho meses para la gran cita en Estados Unidos, México y Canadá, la incógnita no es tanto quién puede jugar, sino a quién se atreverá a dejar fuera.
España ha encontrado en su centro del campo la zona más fértil de su ecosistema futbolístico. Pocas selecciones (quizás ninguna) reúnen tal abanico de centrocampistas de tan alto nivel técnico y tan distintas virtudes. De los 13 nombres que maneja De la Fuente —Pedri, Rodri, Fabián, Mikel Merino, Zubimendi, Barrios, Isco, Fermín, Dani Olmo, Aleix García, Jauregizar, Gavi y Marc Casadó— saldrán, en principio, los seis o siete elegidos para acompañar al bloque base de un equipo que, desde la Eurocopa de 2024, ha ganado en identidad y continuidad.
Los tres fijos y los aspirantes al trono
A día de hoy, el estado de forma ofrece pistas, aunque no certezas. Rodri continúa siendo el gran pilar del sistema. Indiscutible en el Manchester City y en la selección, ha alcanzado un nivel de madurez futbolística que le sitúa como uno de los mejores mediocentros del mundo. Es el termómetro, el metrónomo y el capitán silencioso del juego español. Pero las lesiones ofrecen algunas dudas.
Pedri, en cambio, vive un momento de esplendor físico y futbolístico. Su calidad es incuestionable y su conexión con De la Fuente es profunda. El seleccionador lo considera una pieza clave por su capacidad de dar sentido a los ataques entre líneas.
Rendimiento de Pedri
Fabián, por su parte, ha consolidado su rol como interior izquierdo de referencia. En el PSG tiene jerarquía y gol. Y con España rinde como nadie.
De todas las combinaciones posibles, los tres serían los que aparecerían grabados a fuego en la pizarra. Sin embargo, hay jugadores que vienen pegando con fuerza. Y hay dos nombres por encima de todos: Mikel Merino y Zubimendi. El primero es un comodín de confianza para De la Fuente. Su físico, su despliegue y su fiabilidad táctica le convierten en el perfecto recurso para equilibrar partidos de alta exigencia. Ofrece soluciones tácticas distintas. Aporta algo que España necesita cuando los partidos se traban: músculo, presencia aérea y llegada. Y, últimamente gol, como dejó claro ante Bulgaria.
Mapa de calor de Mikel Merino
Zubimendi es el heredero natural de Rodri. Pero ha aprovechado muy bien la larga baja del Balón de Oro 2024. Su última temporada en la Real Sociedad, más completa que nunca, y su gran inicio en el Arsenal, han confirmado su capacidad para sostener al equipo desde el orden, a lo que está añadiendo mucha experiencia internacional. Su madurez y regularidad invitan a dudar si puede quitarle el puesto a Rodri… o a otro para jugar con el del City en un doble pivote.
Comparativa Rodri vs Zubimendi
Donde hay más ruido —y más debate— es en el resto de opciones. Dani Olmo aporta verticalidad y una relación con la portería que le da ventaja frente a los mediapuntas puros. Puede entrar como falso interior, aportando gol y último pase, algo que España necesita en partidos cerrados. Pero las lesiones le están lastrando y dejando sin regularidad.
Algo parecido le ocurre a Isco, revitalizado en el Betis, ha vuelto a ser un futbolista influyente, capaz de cambiar el ritmo de los partidos. Su talento es innegable, pero su inclusión dependerá del equilibrio global de la lista y, sobre todo, de las lesiones. Estuvo en la Final Four de la Nations League, pero se ha caído de las dos últimas listas y casi lo hará de la tercera por la fractura de peroné. Ya sólo le quedarán las ventanas de 2026 para convencer al seleccionador.
Gavi, debilidad de De la Fuente, es una incógnita. Su grave lesión le impedirá llegar en condiciones hasta el tramo final de la temporada. Todo apunta a que llegará a tiempo, pero su ritmo competitivo marcará el desenlace.
En cambio, Pablo Barrios ha ganado terreno precisamente gracias a su regularidad. Debutó hace casi un año y no había vuelto hasta ahora, pero el jugador del Atlético representa la sangre nueva que pide paso. Ha ganado madurez y ofrece un perfil box-to-box que cada vez convence más al seleccionador.
Perfil Pablo Barrios
Fermín es otro de los que gusta a De la Fuente por su energía, agresividad y capacidad de pisar el área. Pero su falta de minutos habituales en el Barcelona le resta opciones de estar no sólo en un posible once, sino incluso en la lista definitiva.
El resto parte con menos opciones pero sin perder la ilusión. Aleix García, es de los pocos que pueden dar una alternativa real a Fabián si España quiere un mediocentro con golpeo y visión desde atrás. Jauregizar y Marc Casadó, por su parte, representan más una inversión de futuro que una realidad inmediata..
El equilibrio, la clave del rompecabezas
De la Fuente basa su modelo en la convivencia de roles, no en la acumulación de nombres. Por eso, más allá de la calidad individual, la elección final dependerá de cómo encajen los perfiles. España no puede prescindir de un pivote posicional ni de interiores con llegada, pero tampoco puede permitirse un centro del campo que carezca de energía o ritmo defensivo.
Si está sano, Rodri es innegociable.Fabián y Pedri también lo son. Zubimendi ofrece la cobertura necesaria y Merino, intensidad y llegada. A partir de ahí, el margen será mínimo. Si opta por seis centrocampistas, De la Fuente deberá elegir entre el talento de Isco, la verticalidad de Olmo o el ímpetu de los jóvenes Barrios y Fermín. Si son siete, uno de ellos tendrá hueco… y aun así habrá injusticia.
La construcción de una España de récord e invencible
El contexto físico también será decisivo. La temporada 2025-26, con un calendario comprimido por el nuevo formato de Champions y la preparación mundialista, castiga los excesos.
Lo que está claro es que el mediocampo español goza de una salud extraordinaria. Hay cerebro, hay piernas, hay talento y hay futuro. De la Fuente tendrá que elegir entre la jerarquía de los consagrados y la energía de una nueva generación que empuja fuerte. Un dilema bendito, pero un dilema al fin y al cabo. Y, por primera vez en mucho tiempo, lo que preocupa no es la falta de talento… sino el exceso.