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Trump aumenta su control sobre los datos económicos tras el despido de la responsable de las estadísticas de empleo | Economía

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El presidente de EE UU, Donald Trump, tiene dos buenas oportunidades para intervenir en la política económica del país: los nombramientos del responsable de la Oficina de Estadísticas Laborales, que compila los datos de empleo, y del sustituto de la gobernadora de la Fed Adriana Kugler. La primera, Erika McEntarfer, fue despedida de forma fulminante el viernes por los malos datos de empleo de julio; la segunda presentó su dimisión ese mismo día.

La línea de puntos que conecta los dos casos es que ambas habían sido designadas por presidentes demócratas, y que con su salida, Trump tiene margen de maniobra para controlar la información económica ante otras dos señales inquietantes: la ansiedad provocada por la guerra arancelaria, y la retracción del consumo. Aunque la mayoría de los economistas cree que una recesión es poco probable, el tipo de caída en la contratación que muestran los datos de julio históricamente ha presagiado turbulencias. La intervención de Trump será además especialmente relevante en el segundo caso, pues la salida de Kugler se produce en la cuenta atrás para el relevo de Jerome Powell, presidente de la Fed, cuyo mandato concluye teóricamente en mayo. Y podría acelerar una sucesión antes de lo previsto.

El mandatario republicano ha hecho saber que reemplazará a McEntarfer, a la que acusó, sin pruebas, de manipular las cifras para perjudicarlo políticamente, “en los próximos tres o cuatro días”, sin dar más detalles. Ejemplo de funcionaria de carrera —de esos que su Administración está despidiendo en masa—, McEntarfer trabajó como economista para el gobierno durante décadas y había sido confirmada por el Senado por 86 votos contra cuatro en enero de 2024 en una votación bipartidista, incluidos los de los actuales vicepresidente JD Vance y secretario de Estado Marco Rubio, ambos senadores entonces.

Sin proporcionar ninguna prueba que sustente las acusaciones del despido, Kevin Hassett, director del Consejo Económico Nacional de la Casa Blanca, insistió el domingo, en declaraciones a la NBC, en que su Administración “en absoluto” ha matado al mensajero por los malos datos de empleo. “El presidente quiere que su propia gente esté allí, para que cuando veamos las cifras, sean más transparentes y más fiables”, dijo Hassett, candidato a reemplazar a Powell en la Fed.

La Oficina de Estadísticas Laborales publicó el viernes los datos de contratación en julio, además de las habituales revisiones de sus estimaciones anteriores de crecimiento del empleo, las correspondientes a mayo y junio, ambas a la baja. Según Hassett, en los datos había “patrones partidistas”. “Los datos no pueden ser propaganda”, subrayó.

Pero para economistas y expertos en estadística, las acciones de Trump amenazan con contaminar el trabajo no partidista de la Oficina, con el riesgo de asustar a los inversores, ya que se trata de datos económicos vitales que sustentan el precio de activos globales por valor de billones de dólares y dan forma a las decisiones sobre tipos de interés. “El presidente Trump se está acercando peligrosamente” a eso, escribió el viernes Daniel Hornung, ex subdirector del Consejo Económico Nacional; “sería un error terrible, con consecuencias económicas duraderas”.

William Beach, que fue responsable de la Oficina durante el primer mandato de Trump, ha calificado el despido de “dañino”. “No sé si hay ningún motivo para este despido. Y realmente daña el sistema estadístico. Socava la credibilidad de la Oficina de Estadísticas Laborales”, dijo en declaraciones a la CNN.

Las débiles cifras de empleo —73.000 contrataciones, muy por debajo de las 110.000 que pronosticaban los analistas— podrían empujar a la Reserva Federal a recortar los tipos de interés, que es precisamente lo que Trump quiere. Las probabilidades de una bajada en septiembre se elevaban en la mañana de este lunes al 83%, casi el doble que antes de conocerse el informe el viernes.

Las repetidas amenazas de Trump a Powell, a quien no se cansa de descalificar, han encontrado en la dimisión de la gobernadora Kugler un perfecto ariete para embestir a la Fed; al igual que con McEntarfer, el presidente ha dicho que probablemente elegiría al nuevo gobernador “en los próximos días”. Ambos casos, que requieren la confirmación del Senado —actualmente en receso veraniego—, le ayudarían a consolidar la agenda económica para el resto de su mandato.

El puesto de Kugler, que renunció cinco meses antes de lo previsto, es uno de los pocos que se espera queden vacantes durante la presidencia de Trump, ya que ningún otro de los cinco gobernadores cumplirá su mandato en este plazo. “Creo que se fue porque estuvo de acuerdo conmigo sobre las tasas de interés”, es decir, en el bando contrario de los que decidieron mantenerlos sin cambios, dijo Trump el domingo por la noche, añadiendo que tiene “un par de personas en mente” para reemplazarla.

Los favoritos para ocupar el puesto de Powell son el citado Hassett, Kevin Warsh de Stanford, y el secretario del Tesoro estadounidense, Scott Bessent. “Es un idiota”, dijo Trump sobre Powell la semana pasada. “Debería haber recortado los tipos de interés hace mucho tiempo… Creo que hace un trabajo terrible”, añadió.



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