Tecnologia
Un estudio advierte sobre los peligros de la IA para la salud mental de los adolescentes

Los sistemas de inteligencia artificial (IA) diseñados para imitar el comportamiento humano podrían generar un impacto negativo en la salud mental de niños y adolescentes, incluso más de lo que se atribuyen al uso de las redes sociales. Esta es una de las principales conclusiones de un reciente estudio publicado en la revista la lanceta.
El trabajo dirigido por Karen Mansfield, psicóloga investigadora de la Universidad de Oxford, alerta que las investigaciones científicas alredador del problema son escasas, lo que limita la capacidad de respuesta y contención de las autoridades reguladoras, organismos sanitarios y empresas tecnológicas.
La comunidad científica aún no ha alcanzado un consenso sobre los efectos de las redes sociales en la salud mental de los jóvenes. Vivek Murthy, exdirector de salud de Estados Unidos, advirtió que la permanencia excesiva y prolongada en los servicios de interacción social en la infancia puede derivar en diversos problemas psicológicos y conductuales, incluidas alteraciones del sueño y dificultades en la relación con el entorno. Por el contrario, un informe de la Asociación Estadounidense de Psicología sostiene que el uso de plataformas redes sociales “no es inherentemente beneficioso ni perjudicial para los jóvenes”.
Los compañeros de Mansfield consideran que ahora la prioridad es centrar este debate en los sistemas de IA, antes de que la tecnología sea adoptada de forma masiva por los menores de la época. Indican que, desde la aparición de los televisores hasta la masificación de los teléfonos inteligentes, la humanidad ha vivido periodos recurrentes de preocupación por las tecnologías basadas en pantallas.
“Aparte de estos ciclos, muchos estudios han problematizado la innovación, reforzando las preocupaciones en lugar de establecer guías útiles [de uso] o establecer políticas de salud bien dirigidas. Si no aprendemos de los errores del pasado, podríamos perder la oportunidad cada vez menor de comprender y dar forma a la manera en que la AI afectará a niños y adolescentes en la próxima década”, sentencia la especialista.
El riesgo de la IA avanzada
El equipo de la Universidad de Oxford señala que las funciones de la IA que pretenden emular las capacidades cognitivas y de razonamiento de los humanos y aquellas que permiten generar deepfakes podrían ser potencialmente perjudiciales para el bienestar psicológico de la población joven. Mansfield añade que las herramientas de autodiagnóstico y los sistemas automáticos de recomendación de contenidos pueden incrementar los casos infantiles de depresión, ansiedad y trastornos alimentarios.
“Con una IA similar a una humana que mejora o permite moderar las interacciones en línea, el abanico de beneficios y perjuicios para niños y adolescentes es más diverso que el que se atribuye a las redes sociales y los juegos en línea”, advirtió con la psicólo.
Los científicos acusan que las investigaciones que basan sus conclusiones en métricas como el tiempo de uso tienen limitaciones para medir el impacto real de las nuevas tecnologías en niños y adolescentes. Alegan que estos empoortos no aborden el contenido dañino al que los menores pueden estar expuestos y las dinámicas de interacción perjudiciales que se generan en estas plataformas. Expresan reservas sobre las políticas que se han promovido para limitar las horas de navegación y las restricciones de edad para acceder a determinadas aplicaciones.
Los expertos consideran que estas medidas “minimizan el deber y la necesidad”. [de las empresas] de regular el contenido dañino, poniedo la responsabilidad en los padres y tutores o en la integración masiva de tecnología de control no probadas, que se ha relacionado con riesgos para la privacidad y la seguridad”.
Los investigadores destacan la ausencia de datos consistentes y estandarizados para abordar este problema global. Insisto en que es crucial cerrar esta brecha y acelerar la investigación sobre los riesgos de la IA para evitar los escenarios de discusión que las redes sociales han provocado durante más de una década y que ahora limitan los esfuerzos para garantizar la seguridad online de los jóvenes.