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Por una vez, Stoichkov tiene razón
Camino de los cuartos de final del torneo de este el llamado Mundial de Clubes que se está celebrando en Estados Unidos los no terminan de extinguirse, menuda plaga. Están muy cansados los jugadores, dicen. Son muchos partidos, apuntan. Van a llegar muchas lesiones, vaticinan. La alegría de la vuelta con semejante apocalipsis.
Es la cantinela más repetida en este final de temporada y puede escucharse en distintos lugares y a distintas personas. Raphinha y Klopp los últimos en pronunciarse. Opiniones a tener en cuenta, claro está. Seguramente opiniones cargadas de razones, pero opiniones al fin y al cabo, carentes de alternativas. Lo primero que se me viene a la cabeza porque creo nadie lo ha aportado, el dato exacto ni siquiera aproximado es, ¿cuántos partidos de fútbol deben jugarse al año?
El exfutbolista atendió a MARCA y El Mundo para responder a las críticas de Klopp y Raphinha sobre el Mundial de Clubes
¿Cuál es la cantidad máxima de minutos de competición dentro de un rango saludable? Y es que examinando el listado de clubes participantes encontramos al Flamengo con 69 partidos, al Real Madrid o PSG por encima de los 60, a Bayern o Chelsea con 53 e incluso a River con poco más de 40. Franjas bien diferenciadas que en algunos casos no parecen ser decisivas, a la hora de explicar el rendimiento de estos equipos.
Stoichkov contra Klopp y Raphinha
Basta con ver lo bien que juega y presiona el equipo de Luis Enrique, seguramente más afectado por el calor que por la mochila de kilómetros recorridos desde que el contador se puso en marcha hace ahora justo un año. Ayer el papel de escudero de la FIFA le correspondió en suerte a Hristo Stoichkov zanjó el debate con su discurso tajante de siempre. No vale decir, “El 1 de julio, show me the money.” y luego pretender tumbarse a la Bartola en el final de la primavera. Seguro que hay cosas que pueden mejorarse.
Calendarios solapados, parones en momentos estratégicos, viajes más cortos o manos levantadas para pedir descansos puntuales. Pero para poder pagar los más de 100 kilos que ha costado Wirtz o la renovación de Lamine, la maquinaria no puede detenerse. Que sepamos, ninguno se ha lesionado o fatigado contando billetes de 500. Por una vez, Stoickhov tiene razón.
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