Ágatha Ruiz de la Prada en La Escalada: “El trabajo, mi mejor aliado contra la tristeza”

Ágatha Ruiz de la Prada es considerada una de las creadoras y artistas más relevantes de España, desarrollándose en un entorno repleto de arte y originalidad. Nació en Madrid, aunque sus orígenes se extienden hasta Barcelona, disfrutando de una niñez caracterizada por la combinación de dos universos antagónicos. “En Madrid residía en el hogar más vanguardista imaginable, adornado con arte contemporáneo en cada espacio. Era un piso extraordinario para su época. Simultáneamente, en Barcelona, me hallaba en un ambiente completamente distinto: una casa digna de ‘Downton Abbey’, con empleados que habían dedicado toda una vida al servicio. Mi infancia fue mágica, colmada de contrastes que moldearon mi carácter”, narra durante una charla con La Escalada de Infobae.

Su padre, un arquitecto prestigioso y coleccionista de arte contemporáneo, tuvo un impacto considerable en su forma de ver el mundo. “Desde pequeña, visitaba galerías, museos y estudios de artistas. Tuve la oportunidad de conocer a los grandes creadores de la época, y eso dejó una huella indeleble en mí. Por otro lado, mi hermano, que apenas es nueve meses menor que yo, encontraba todo esto aburrido. A mí, por el contrario, me fascinaba”, evoca la diseñadora.

Desde temprana edad, demostró un don natural para el dibujo. “Siempre me ha encantado crear dibujos y, además, heredé de mi ascendencia catalana un carácter emprendedor. Vendía papas fritas y más adelante pulseras en el colegio. Siempre me he sentido atraída por la idea de vender”, comenta con una sonrisa.

A pesar de haber crecido en un entorno privilegiado, Ágatha nunca ha vinculado el trabajo con el dinero. “En la familia de mi madre, nadie se dedicaba a laborar, mientras que mi padre era extremadamente creativo y dotado de ética laboral. Se obsesionaba con la perfección y el orden. Para él, todo debía estar en condiciones impecables, lo que exigía un esfuerzo constante. Ver esa dualidad me enseñó que trabajar es esencial para la felicidad. Mi madre, que lidiaba con depresiones, me llevó a ver el trabajo como el mejor antidepresivo. Si amas lo que haces, llevas una existencia plena; de lo contrario, el día a día puede volverse una carga”, comparte.

Con esta perspectiva, Ruiz de la Prada ha cultivado una carrera ecléctica, incursionando en el diseño de moda, mobiliario, y en tiempos recientes, productos de consumo. “No pienso que el trabajo deba estar siempre relacionado con el dinero. He llevado a cabo proyectos sin fines de lucro que han demandado mucho esfuerzo, mientras que en otras ocasiones he generado ingresos con iniciativas que no requirieron gran dedicación”, sostiene.

Cuando se le pregunta sobre cómo ha lidiado con las críticas a lo largo de su carrera, su respuesta es clara: “Cuando eres artista, lo más relevante

es la confianza en uno mismo. He sido completamente inmune a las críticas. Jamás les presté atención porque, al final, mi mayor juez soy yo misma. Si hubiera escuchado a quienes afirmaban que estaba loca por crear ciertos atuendos en los años 80, no habría llegado tan lejos. Esos mismos atuendos ahora se exhiben en museos y son valorados por jóvenes de todo el planeta. Miley Cyrus, por ejemplo, ha lucido mis creaciones y, 30 años después, ahora la gente los comprende y los aprecia. Si me hubiera dejado influenciar por las críticas, me habría limitado a confeccionar trajes oscuros de chaqueta, y eso no se alinea con mi esencia”, declara Ágatha.

Con una trayectoria que incluye desde el diseño de alta costura hasta propuestas más accesibles, su visión sobre la democratización de la moda es precisa: “Nunca he creído demasiado en ese concepto, pero reconozco cómo ha evolucionado en mi generación. Estoy agradecida con quienes han adquirido mis piezas, ya que siempre he sentido que son ellos los que me favorecen a mí, más que yo a ellos.”

Actualmente, su creatividad no se limita a la moda. “El mes pasado lancé una línea de chocolates y diseñé envoltorios para sal y pimienta. También he creado carritos de compras que llevamos incluso a Nueva York con una Miss Universo. He trabajado en muebles, en un envase de caviar y en un frasco de aceite de oliva que ya ha obtenido seis galardones internacionales, incluso en Los Ángeles. Y la próxima semana presentaré un producto ecológico para la limpieza. Siempre digo que no sé cocinar, pero disfruto ordenando. Me gusta que todo esté en orden, por eso estoy entusiasmada por lanzar esta línea de productos ecológicos, accesibles y de calidad.”

“Prefiero encontrarme con alguien limpiando su cocina usando mi detergente que recibir 30.000 euros por un abrigo. No me sentiría cómoda vendiendo algo tan exclusivo”, comparte Ruiz de la Prada.

Para los jóvenes que desean una carrera en moda o arte, su consejo es claro: “No dejen que las críticas los afecten ni que les hagan pensar que el éxito se logra de inmediato. Sean leales a sí mismos, trabajen con entusiasmo y disfruten del proceso. La clave no es solo alcanzar la meta, sino encontrar felicidad en cada etapa del camino”.

Con una carrera rica en innovación y una filosofía que prioriza la creatividad sobre la aprobación externa, Ágatha sigue siendo un ícono en el mundo del diseño y el arte. Su legado se mantiene y continúa inspirando a nuevas generaciones de creadores.