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Santa Fe sufre en la ida de la final con un empate en El Campín; Medellín se lleva un buen botín para su casa

Caras largas, manos en la cabeza, corazones agitados o estrujados, gargantas desgarradas, alguna lágrima asomando, algún lamento, alguna rabia, algún miedo. Así terminaron los hinchas de Santa Fe en las tribunas cuando se acabó la primera final contra el Medellín, con ese 0-0 que alimenta el sueño del DIM y desnuda la angustia de los cardenales. Pero falta un partido, el domingo en el Atanasio Girardot, así que cualquier cosa puede pasar, sobre todo cuando los que juegan son unos leones heridos, no muertos.
Al comienzo del partido en Santa Fe no solo eran leones, eran perros de cacería, perros bravos y rabiosos que mordían y ladraban y acorralaban, por acá no pasan, bramaban cuando el Medellín intentaba atacar con su juego de toque, y cuando esos perros leones recuperaban el balón, ellos mismos se gritaban, vamos por el gol, y allá iban todos, despejando el camino, elaborando para que el gol llegara rápido, pero nunca llegó.
Santa Fe vs. Medellín, final Liga BetPlay 2025-I Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO
La afición cardenal empezó a vivir el partido con el entusiasmo propio de una final y pasó a la inevitable angustia, tan propia de una final y más de Santa Fe. Es decir, empezaron a sufrir lo que hay que sufrir cuando se lleva esa camiseta encima. Porque aunque Santa Fe estaba bien plantado, y lucía seguro y sólido, el DIM se fue cogiendo confianza, poco a poco, se fue acercando, con una presión feroz. Berrío se convirtió en el jugador más incómodo para Santa Fe. A ese sí que no lo podían agarrar ni morder. Fue el primero que puso a prueba al portero Mosquera Marmolejo. El DIM era como un equipo de cazadores de leones y se veían muy bien entrenados para su cacería.
Santa Fe vs. Medellín, final Liga BetPlay 2025-I Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO
Iban 30 minutos y Santa Fe al fin demostró que sí tenía pólvora, que no la había agotado toda cuando sonaron los himnos. Rodallega, al fin libre, olfateó una oportunidad de gol y sacó un remate de media vuelta que hizo acostar al arquero Aguerre. No entró, pero con ese disparó Santa Fe se animó, en la cancha y en las tribunas, fue un remate como para conjurar los nervios que merodeaban por todo el estadio desde hace varias noches.
A los 35 minutos cayó el primer león. Ewil Murillo se lesionó y afuera, entró Edwar López. No faltó el hincha que se cogiera la cabeza y lanzara una maldición, no por López, sino por la mala suerte que empezaba a rondar al equipo. Medellín se puso a tocar la pelota, pero de manera tan inofensiva, que le dio tiempo a Santa Fe para reacomodarse. Quedaba tanto tiempo por delante que nadie pensaba en lo que iba a pasar.
Santa Fe vs. Medellín, final Liga BetPlay 2025-I Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO
Antes de terminar el primer tiempo El estadio quedó congelado cuando Londoño, cansado de ser espectador, lanzó un violento remate que hizo volar a Marmolejo, que no llegaba ni con cuatro manos, le hacía vista al balón, pero él es tan bueno que si alguien dice que lo sacó con la mirada, le creemos. Qué susto se llevaron los cardenales. Pero no tanto como el que vivieron al minuto 47, ese sí fue susto bravo, cuando León casi anota, qué paradójico hubiera sido que con ese apellido le anotara a Santa Fe en la final, pero la tiró arriba y eso que tenía el arco solo, tan solo que esta vez no pudo ser la mirada de Mosquera la que los salvó, tuvo que ser la mano invisible de algún alma santafereña de esas que no faltaron a la cita con la final.
Santa Fe vs. Medellín, final Liga BetPlay 2025-I Foto:César Melgarejo. EL TIEMPO
El primer tiempo terminó de infarto y decir infarto no es una exageración, que lo digan los hinchas que allí estuvieron agarrando el corazón para que no se les escapara cuando Rodallega lanzó ese tiro libre que alguna pierna intrusa desvió.
En una final los 15 minutos de descanso sirven para todos. Los hinchas recuperaron parte de la vida que se les había ido en los primeros 45 minutos. Se sentían rejuvenecidos para alentar a sus jugadores. Pero el inicio del segundo tiempo no pintaba nada bien para los cardenales, no cuando en dos minutos Berrío estrelló un disparo en el palo, un palo que ya puede ser bendito en El Campín, un palo que merecía los aplausos de los hinchas, que no entendían cómo era que se habían salvado, aunque Mosquera tuvo su dosis de heroísmo, porque rozó la pelota.
Santa Fe, sin gol
Rodallega se encargó de devolverles a los hinchas el aliento que habían agotado en esa jugada milagrosa, el delantero hizo una media volea en el área y casi clava el primero, el único. El balón llevaba candela, como para quemar la red. Pero no fue. Se animó Santa Fe, sonó el claxon, cantó la hinchada a una sola voz, se agitaron las banderas, y fue cuando en un tiro de esquina Olivera aprovechó el olor a pólvora que dejó regada Hugo y se levantó como eyectado, como para trepar al cielo, y metió un cabezazo que se fue por arriba. Olivera se cogió la cara al mismo tiempo que lo hacían el DT Bava y todos los hinchas. Después el DIM pudo ganar y aplastar la ilusión cardenal, pero Mosquera, como casi siempre, lo evitó.
El tiempo empezó a hacer de las suyas, se empezó a retirar de la primera final, por más de que los santafereños pedían unos segundos más. El gol en este partido fue como una promesa política: nunca llegó. A Santa Fe le toca llevarse para Medellín su coraje y el eco de los gritos de sus hinchas, a ver si allá, de visitantes, que son muy buenos, logran la estrella.
PABLO ROMERO
Redactor de DEPORTES
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