Que empiece la final, que acabe la espera y llegue la estrella-ESTAMOS ATENTOS

Que empiece ya la final, que acabe tanta espera, porque los hinchas no aguantan tanta angustia, ni los del Medellín, que no ven la hora de romperse las gargantas en el Atanasio Girardot para demostrar que son los locales, ni los de Santa Fe, que esperan que sus feroces rugidos en el juego de ida tengan eco en la cabeza de sus jugadores. Que arranque ya este partido, el definitivo, el que dará una estrella, y que recen los que tengan que rezar.

Que empiece ya

Que salgan ya los equipos a la cancha para que se miren como solo pueden mirarse los que van a jugar el partido más importante del campeonato, que se planten ya en la hierba con su estrategia, que hagan un último estiramiento que no será para terminar de calentar sino para disimular los nervios, porque si los hinchas viven de la angustia, qué decir de estos elegidos a los que les toca poner el pecho.

Que el árbitro, iluminado por el arcángel de la justicia, haga sonar ya el silbato inicial, que el VAR esté libre de toda culpa, que el equipo que gane el saque en el sorteo toque la pelota al frente; ‘allá vamos’, gritarán los del Poderoso; ‘vengan por nosotros’, rugirán los leones; que vayan ambos bandos al choque, cada uno con su coraje y su honor, dispuestos a conquistar el territorio rival, como si llevaran en una mano la bandera de su equipo, azul y roja de un lado, roja y blanca del otro –pero que ninguna sea solo blanca porque hoy no estamos para treguas, nadie quiere otro empate como el 0-0 de la ida, ¿o es que alguien prefiere penaltis?

Que Aguerre y Marmolejo, los guardianes del arco, estén listos para ser los aguafiestas, al fin y al cabo ese es su designio de arqueros, qué le vamos a hacer, pero que a la vez el impronunciable Fydrizsewski –ese ya es problema del relator– o el implacable Rodallega sepan cómo invocar el necesario gol, uno de los dos, no tienen que ser ambos, que con un 1-0 para cualquier lado se evitan el paredón de los penaltis. Tampoco tiene que ser un gol bonito: una final no está para fantasías.

Que Berrío en uno y Frasica en el otro estén inspirados para que el fútbol no esté ausente, de ellos depende un taquito, un túnel, una gambeta, algo para aplaudir, y en el caso de Frasica, que no se canse de correr, quizá llegue corriendo al Atanasio, pero que no se canse.

Que los gladiadores del medio campo del Poderoso estén dispuestos a destruir a sus rivales, y que del otro lado esos que se hacen llamar leones demuestren que no son inofensivos. Hablando de estos carnívoros, que Brayan León no se deje intimidar por la paradoja de su apellido, y que del otro lado a Harold Mosquera no lo traicionen las piernas, que no se lesione.

Que a Baldomero Perlaza y a Fainer Torrijano no se les ocurra acordarse de que jugaron algún día en Santa Fe, no lo harán, seguro, pero por si las dudas, y que en el otro bando Andrés Marmolejo y Daniel Torres no tengan nostalgias de su pasado en el Poderoso, tampoco las tendrán, seguro, pero por si acaso. Que a Chaverra no se le olvide que es mucho más que una ‘chaverrinha’, y que a Yilmar Velásquez no se le olvide que en ese estadio hizo una ‘velasquinha’: un gol desde detrás de mitad de cancha.

Y para no ser ingratos con los entrenadores, que harta responsabilidad tienen en una final, que Alejandro Restrepo haya amanecido con las ideas claras, que elija bien sus titulares, que no se nuble si el resultado amenaza, y que por su lado Jorge Bava no pierda la cabeza ni la fe cuando mire al banquillo, que alguna solución encuentre.

Los hinchas y su angustia

Mientras tanto, en las tribunas, que los hinchas del Poderoso no pierdan la calma, que no haya infartos colectivos, que no dejen de alentar ni un instante, que agiten sus banderas y griten con el alma que viva el DIM el Poderoso, y que con sus gritos vibren las montañas de Antioquia, a menos que sea la fe cardenal la que, cumpliendo con su fama histórica, sea la que mueva esas montañas. A propósito de esos hinchas santafereños, les toca alentar a la distancia, prender sus veladoras, hacer sus plegarias, rezarle al cielo como si este fuera rojo, hacer sus promesas, cumplir sus cábalas: que la final los coja confesados…

Que todo el Medellín haga los méritos para conseguir su séptima estrella, la merecen, no ganan hace nueve años y llevan tres intentos fallidos, y que todo Santa Fe se esfuerce por conseguir su décima, también la merecen, también son nueve años de espera y también llevan tres finales perdidas. Que ojalá en esa búsqueda no se queme mucho tiempo, que lo que queremos es que se juegue. Rodallega ya advirtió: “Decir que Medellín quema tiempo sería porque nosotros también allá vamos a manejar un poco el ritmo…”.

Así cómo vamos, cualquiera puede pensar que estamos pronosticando otro empate, nada más lejos de la verdad, si presionamos el reloj desde la primera palabra es para que esto pase rápido, no nos vamos a poner a invocar la ruleta de los penaltis. Ahora, si pasa, si toca, si Medellín y Santa Fe reparten sus angustias, que descienda sobre el Atanasio Girardot la suerte y la precisión del que más la merezca.

Y no siendo más en este previo, que la final empiece de una vez, y que pase lo que tenga que pasar, pero que pase ya, porque estas dos hinchadas no aguantan tanto.

PABLO ROMERO

Redactor DEPORTES

@PabloRomeroET

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