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lo ganó todo y les ganó a todos

Aquella fue una calurosa tarde de agosto de 1971. Se corrió, en Mendrisio, Suiza, el Mundial de Ruta de Ciclismo, ganado por Eddy Merckx, quien el martes pasado cumplió 80 años, que venció a su máximo rival, el italiano Felice Gimondi, y al francés Cyrille Guimard.
Esa vez nació ‘Mi historia con Merckx’, el mejor ciclista de la historia, a raíz de ese certamen, en el que aparecí de manera “accidental”, de paso para Roma a fin de iniciar un curso como entrenador en la Scuola Centrale dello Sport, auspiciado por el Mindeporte de la época (Coldeportes) y el IDRD, para el cual ya trabajaba.
Eddy Merckx lo ganó todo y es el mejor ciclista de la historia
Ya había escrito en EL TIEMPO sobre los Juegos Panamericanos de Cali 1971 y de radio no era sino un fiel oyente. El destino me llevó a cubrir el título mundial de Martín Cochise Rodríguez de los 4.000 metros en Varese, Italia, ese mismo año.
El estar allí me dio la increíble oportunidad de ver correr a Merckx y, al llegar triunfante, me causó tal impresión que aún hoy recuerdo hasta el más pequeño de los detalles, como la ausencia de Guimard en el podio final de la premiación de ese mundial.
Eddy Merckx Foto:Archivo EL TIEMPO
Y… ¿cómo no recordar también la salida del Giro de Lombardía en Milán a mediados de octubre de ese mismo año? Claudio Costa, DT de Cochise, me invitó a ver la carrera para estrenar un carro que acababa de comprar y acepté. En la salida, me acerco tímidamente al ‘monstruo’ Merckx, vestido con su camiseta arco iris, que identifica al campeón mundial, y le pido un autógrafo, que gentilmente estampa en mi libreta de estudiante y de aficionado.
Y siete horas después, Claudio y yo lo vimos cruzar la meta como vencedor por primera vez de la famosa clásica monumento que el colombiano Esteban Chaves ganaría 45 años después. Desde ese día hasta hoy, la vida, la salud, el deporte y el trabajo me permitirían seguir su fabulosa carrera, en vivo y en directo, algunas veces vinculado con Colombia y su ciclismo, unas cuantas face to face, otras a la distancia.
Mi segundo encuentro con Merckx tuvo lugar en julio de 1972 en París (parque de Vincennes), cuando ganó su cuarto Tour de Francia en línea. Yo era un aficionado, de paso para los Juegos Olímpicos de Múnich y, posteriormente, en octubre viajo a México para cubrir las últimas etapas de la Vuelta a ese país, que ganaría por segunda vez Álvaro Pachón.
Eddy Merckx Foto:Archivo EL TIEMPO
Pero me tocó transmitir el récord de la hora que intentaría el ‘caníbal’, como se le conoce a Merckx, en el velódromo olímpico de la capital azteca. Tal vez no había muchas razones para cubrir ese evento y lo cierto es que, dos días antes, aparecí en ese sitio que conocía muy bien, pues allí competí en la Olimpiada de 1968, y me encontré en uno de los camerinos a Ernesto Colnago, el ya famoso fabricante de bicicletas y mecánico personal de Merckx, quien preparaba la máquina con la que el belga consiguió, el 25 de octubre de 1972, una marca histórica que iba a perdurar por espacio de 12 años: 49 kilómetros y 431 metros.
En los años siguientes 1973-74-75-76 el ‘Caníbal’ siguió devorándolo todo: Giro, Vuelta a Suiza, Tour de Francia, con 8 etapas ganadas. Volví a estar en su tercer campeonato mundial de ruta en Montreal, Canadá, que cubrí para EL TIEMPO, redondeando el año con 38 victorias, manteniéndose en 1975 y 1976 en la primera línea de las clásicas, pero perdiendo terreno en las grandes vueltas, lo que no le impidió sumar 38 triunfos en 1975 y rebajar notoriamente la cifra a 15 un año después, sintiendo el paso de 10 años esplendorosos y la llegada de una generación de relevo.
De la misma manera como la vida y el trabajo me permitieron verlo, conocerlo y seguir sus años más esplendorosos, entre 1971 y 1976, tuve la oportunidad de ser testigo de su declive y el final previsto por él mismo de su inolvidable e incomparable hoja de vida, encontrándolo y entrevistándolo en su último Tour de Francia en 1977, derrotado por Bernard Thévenet, y también en la vecina San Cristóbal, Venezuela, corriendo el que fue también su último campeonato mundial de ruta, en el que curiosamente ocuparía el último puesto entre los 33 que terminaron la prueba ganada por el italiano Francesco Moser.
Eddy Merckx Foto:AFP
Su final del reinado estaba cerca. Edward Merckx (su nombre de pila) se las arregló en 1976 para ganar su séptima San Remo y la segunda Semana Catalana de su historial, poniendo fin a su gloriosa relación de 6 años con el equipo Molten. Pasando en 1977 a lucir la camiseta azul y blanca de FIAT, con la que consiguió victorias parciales en París-Niza, Vuelta a Suiza y Tour del Mediterráneo, terminando de esta manera la que fue la última temporada completa de su inigualable palmarés.
En esa ocasión, recién fundada Mundo Ciclístico y vinculado a RCN radio, lo entrevisté en la penúltima etapa del Tour, además de analizar los factores de su derrota (sexto al final) a manos de su compatriota Bernard Thévenet como había sucedido en 1975.
El final de la carrera del más grande de todos los tiempos tuvo lugar el 19 de marzo de 1978 en el circuito de Pays de Waes, cuando Merckx se puso por última vez un número a la espalda de la camiseta patrocinada por una cadena de almacenes (C&A), luego de haber tomado parte solamente en cinco pruebas.
Eddy Merckx Foto:AFP
Tenía 33 años, de los cuales había dedicado 17 al ciclismo y disputado 1.800 competencias oficiales.
En la casa del ‘Caníbal’
Ese año, con motivo del Giro de Italia, los organizadores de la carrera convocaron a un homenaje especial de despedida en Padova para el gran campeón belga, a la cual fueron invitados su esposa Claudine, periodistas, dirigentes y algunos de sus colegas ya retirados y otros activos, como Felice Gimondi, Francesco Moser, Johan de Muynck, etc.
El hilo conductor de mi vida periodística con el mejor ciclista de la historia me llevó a finales de ese mismo 1978, una fría mañana de diciembre, al lujoso barrio Kraaniem en Bruselas, sitio de residencia del hombre que había agotado todos los calificativos posibles por sus hazañas en una bicicleta.
Recibido por el propio campeón y su esposa Claudine, permanecí cerca de 4 horas en su casa, tiempo en el cual pude escudriñar en la vida del deportista y del hombre común y corriente. Un vaso con whisky y un cigarrillo fueron nuestros compañeros de visita en su sala de trofeos y el subsuelo de su casa, que más bien me pareció un taller de bicicletas, pues Eddy siempre fue un ciclista obsesivo hasta el perfeccionismo en el tema de su máquina.
Eddy Merckx y Héctor Urrego Foto:www.revistamundociclistico.com
Intercambiamos opiniones sobre toda su carrera, su estrellato y el declive hasta el retiro; recordamos sus victorias y derrotas, viajes y temporadas interminables, accidentes y enfermedades que también sufrió porque no fue nunca un robot, aunque a veces lo pareció.
El ‘Pelé del ciclismo’ hojeó un ejemplar de Mundo Ciclístico, que yo le había llevado. Algunas veces caminando y otras en el cálido ambiente de la sala de su casa, Eddy entregó respuestas que hoy conservo en mi memoria y en Mundo Ciclístico, donde está publicada toda la entrevista
“Mi mejor temporada fue la de 1974, pues conseguí la triple corona: Giro-Tour-Mundial de Ruta”. “Después de ganar el quinto Tour se volvió una obsesión ganar el sexto, pero no pude conseguirlo por diversas circunstancias”.
Eddy Merckx Foto:AFP
“En el Mundial de San Cristóbal supe que mi carrera había acabado. Y ese final de año fue el más angustioso de mi vida ante la incertidumbre”.
“Lo más difícil para un ciclista es tomar la decisión de no seguir corriendo. Yo lo hice finalmente porque los exámenes y los médicos, al comenzar 1978, me indicaron que no debía continuar”.
“Siempre corrí para ganar y creo que los demás lo hacen igualmente con esa misma intención. No podían acusarme de estar ‘matando el ciclismo”.
Un frugal almuerzo, preparado y servido por su esposa (Alex y Sabrina, sus hijos, estaban en el colegio), sirvió para despedirnos y, después de las fotos de rigor, me llevó al aeropuerto rumbo a París y Bogotá, dejándome la impresión de haber estado con el supercampeón del ciclismo mundial, pero también con el ser humano, esposo y padre de familia que pocos conocían hasta entonces por estar casi siempre cubierto con la aureola de los dioses del ciclismo.
En plena actividad y siendo ya el mejor ciclista del mundo, el genio de la época debió estar en Colombia en 1974, invitado al Clásico POC, pero a causa de una caída antes de viajar a nuestro país no pudo. Vendría en 1982 como invitado especial al Caracol de pista, acompañado de Claudio Costa, conocido técnico italiano, quien llevó a la consagración a Cochise y, en visita a las instalaciones de Mundo Ciclístico, opinó con visión futurista lo que sería el ciclismo de nuestro país.
“Colombia es un país cuyo ciclismo ha evolucionado mucho en los últimos tiempos. Han tenido ciclistas de gran calidad como Cochise y Rafael Niño, que ya mostraron su clase en el profesionalismo. Pero ahora, con sus presentaciones en el Tour del Avenir, están mostrando un gran nivel competitivo”, dijo. Luego, vino a Bogotá a la presentación del equipo Kelme, a quien le proveía de sus bicicletas, al mando de Fabio Parra.
El fantástico campeón estuvo por tercera vez en Colombia con motivo del Campeonato Mundial de Ruta en Duitama 1995 como comentarista de la televisión de su país.
Eddy Merckx, el mejor ciclista de todos los tiempos Foto:ARCHIVO_PARTICULAR
Los años han seguido pasando para el incomparable y mejor ciclista de todos los tiempos, y él continúa con su vida empresarial, viendo crecer a sus hijos (Axel fue un notable ciclista en los años 90 y hoy es mánager de un equipo norteamericano) y Sabrina. Ha sufrido las contingencias de la edad, como una intervención a nivel cardíaco y caídas montando en bicicleta que le han obligado a hospitalizaciones en dos oportunidades.
Eddy Merckx es un ser humano normal. Su historia es la de un joven belga que, por espacio de 14 años, catalizó la atención mundial en un deporte donde todo es esfuerzo y sacrificio. Es el gestor de una verdadera epopeya deportiva. Nada falta en su impresionante palmarés. Lo ganó todo y les ganó a todos.
No puedo menos que celebrar con alborozo su llegada a la meta de los 80 años y enviarle a la distancia el abrazo y la congratulación de un país ciclístico que lo ha tenido como ejemplo a seguir.
Desde 1971 hasta hoy, lo he visto, saludado y entrevistado con frecuencia en medio de la constelación de estrellas que la vida y el periodismo me han permitido conocer. En todo caso, su nombre y sus hazañas –pienso y escribo– permanecerán siempre recordados y frescos en el infinito del ciclismo.
Héctor Urrego
Para EL TIEMPO
@HectorUCiclismo