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‘El oro me puso en las vitrinas’

Abraham Olano cuenta hoy con 55 años y cuando tenía 25, hace 30, vivió su mejor momento en el ciclismo tras ganar la prueba de ruta del Mundial, que tuvo como epicentro el municipio boyacense de Duitama.
Ese día ha sido el más especial para él en su vida. Olano llegó como una de las estrellas de la selección de España que, además, contaba como el Tadej Pogacar de la época: Miguel Induráin, ganador cinco veces del Tour de Francia.
El paso a paso del título mundial de ciclismo de Abraham Olano en Colombia
Olano e Induráin fueron dos de las estrellas que se pasearon por las rutas del departamento de Boyacá en las que España clavó su bandera en lo más alto con el 1-2, Induráin-Olano en la contrarreloj individual, mientras que en la ruta se cambiaron los papeles. El bronce fue para el italiano, Marco Pantani.
Abraham Olano con la camiseta de campeón del mundo. Foto:EL TIEMPO
Olano e Induráin ‘jugaron’ con sus rivales, se llevaron el oro y la plata de Colombia, y hoy por hoy esa gesta inolvidable cobra historia.
Abraham Olano no es solo sinónimo de oro en la ruta y plata en la crono en Colombia, porque fue un gran campeón, pues tres años después de su logro en Duitama fue el campeón de la Vuelta a España tras batir a su compatriota, Fernando Escartín, quien le ayudó a ganar en Colombia.
Cuando pisó territorio colombiano, Olano venía de ser segundo en la Vuelta, en una lucha contra el francés, Laurent Jalabert, quien fue el campeón.
Fue tercero del Giro de Italia de 1996, detrás de Pavel Tonkov, el campeón, y de Enrico Zaina, segundo. Y en el Giro del 2001 volvió al podio, cuando escoltó a Gilbeto Simoni, primero en la general. Fue oro en el Mundial crono de 1998, otra camiseta arco iris. Fue un corredor que sus mejores gestas las hizo al reloj, consumado en ese esfuerzo y con gran pundonor para afrontar la montaña.
Le venían buen las carreras de una y tres semanas, poco le rendía en las clásicas, pero la vida es así, su mejor resultado, como él mismo lo afirma, lo encontró en una competencia de un día.
Abraham Olano con el equipo Mapei Foto:EL TIEMPO
Abraham Olano habló con EL TIEMPO. Le contó lo que vivió ese grandioso día, lo difícil del recorrido, la estrategia de España, el pinchazo en la vuelta final, su perro Paipa y la hamaca que todavía guarda y que se llevó de Colombia.
¿Cuál fue la idea de la selección de España para ese Mundial?
En la prueba contrarreloj cada uno va al máximo, hablo de Miguel Induráin y yo. El que mejor lo hiciera iba por la victoria, es que ahí no hay hay estrategia. Se iba a tope y nada más, el resultado debía de ser bueno para nosotros y él fue oro y yo plata.
¿Y en la prueba de fondo?
La idea era mantener la carrera controlada hasta las vueltas finales. Si se presentaba una fuga de los italianos, que eran los rivales a cuidar, había que estar ahí. Eso era clave. Marco Pantani era el hombre a controlar, porque era un recorrido para él, de mucha montaña. Fernando Escartín, José María ‘Chava’ Jiménez fueron importantes, pero a la hora de la verdad a todos nos tocaba esa tarea.
Induráin y Olano, oro y plata en la crono en Colombia Foto:EL TIEMPO
¿Cuál fue la idea en ese final?
Que Induráin rematara. Yo era el corredor libre para ese final. Tenía opciones de estar ahí para mirar cualquier movimiento y apoyarnos entre los dos.
¿Cómo se dio la opción de arrancar?
No había radio. En la penúltima vuelta y pinchó Miguel en el alto del Cogollo y comenzaron a atacar. Dimitri Konichev partió y Miguel venía desde atrás. Nos pasó a todos y miró, estaba como disgustado porque lo atacaron con el percance. Yo me decidí para ir al frente.
¿Eso hacía parte de la estrategia?
Sí. Si arrancaba yo, los otros tenían que tirar, ir a rueda y Miguel era el encargado de rematarlos en el Cogolllo, pero cuando pasé por ahí nadie me habpia agarrado, seguía de puntero y me lancé con toda.
Abraham Olano en Colombia Foto:EL TIEMPO
¿Cómo vivió ese momento del pinchazo en la parte final?
Cuando llegué a la curva del cementerio pisé algo y la rueda trasera se rompió. Me quedaban 1.800 metros, miré para atrás a ver si venía el carro neutral, pero no tenía mucha diferencia con los perseguidores y me tocó seguir.
¿Qué se le pasó por la cabeza en ese instante?
Sabía que si paraba y cambiaba la bicicleta me cogían. Lo que hice fue poner casi todo el peso en la rueda delantera para evitar una caída con el fin de llegar, pero no era nada fijo.
¿Qué recuerda de esos momentos?
Alejandro Torralbo era el mecánico de la selección y yo lo único que deseaba era que hubiera pegado bien el tubo, porque si no, si se despegaba lo más claro era que me fuera al suelo y perdiera el oro. Lo peligroso era que había tramos de la carretera húmedos y eso iba en mi contra, me podía caer.
Abraham Olano, campeón de la Vuelta a España1998 Foto:AFP
¿Cuál fue el momento más tenso?
Había un paso de tren y tenía que superarlo. Pusieron unas cosas de caucho y ese era mi preocupación, era peligroso con la rueda pinchada. Ese golpeteo era difícil, pero lo pasé bien y ahí sí a pensar que estuviera pegada la rueda y que el tubo no se saliera.
¿Qué opina del gesto de Induráin en esa bajada, cuando pasó al frente del lote para controlar a los rivales?
Fue un gesto de equipo. Él corría en el equipo Banesto y yo en el Mapei, pero ahí lo que importaba era el equipo, la selección, España. Siempre con Miguel éramos rivales, corríamos en equipos distintos. Cuando pinchó, yo controlé, pero cuando lo hizo él fue para controlar a Pantani, pues la carrera estaba decidida, o la ganaba yo o Miguel, pero esa imagen es espectacular. Hizo el trabajo de gregario.
¿Y qué pasó una vez cruzó la meta?
Hablé en la noche con mi familia. No en la meta, pero me acuerdo el momento de la llegada de Miguel, pues la satisfacción de hacer el 1-2, tres días antes lo habíamos hecho al revés en la crono. Es la satisfacción de la selección de España. Nos propusimos el oro y se logró.
Abraham Olano con el equipo Once Foto:AFP
¿Conocía algo de Colombia?
Del ciclismo, claro, conocía algo, porque el equipo Kelme siempre trajo colombianos, habían ido a correr allá, pero no sabía de la afición del ciclismo. Nunca había ido al país de ustedes y fui a ganar.
¿Qué le impresionó?
Me llevé la sorpresa que la gente conocía a los ciclistas de Europa. Eso me impresionó, la gente nos gritaba los nombres y eso quiere decir que hay afición. En Europa hay países que no llaman a los corredores por su nombre.
Colombia siempre ha tenido una imagen negativa por los conflictos, ¿qué pensaron antes del viaje?
Cuando te vas a un país desconocido y hay zonas de conflicto tienes las duda de la seguridad. Nosotros siempre dijimos que si la UCI dijo que el Mundial era en Colombia, pues eso garantizaba una seguridad y eso fue lo que pasó. No tuvimos problemas, todo fue muy tranquilo.
¿Qué pudo conocer?
El Mundial fue fantástico y volvimos muy satisfechos de Duitama. No conocí mucho, pero destaco las bonitas ruta, las montañas, pero lo que más me gustó fue la gente, el público, el trato, muy cercanos, todos dispuestos a ayudar.
Abraham Olano, grande entre los grandes Foto:EL TIEMPO
¿En qué lugar está ese oro mundial en su carrera?
Es el triunfo más importante porque fue el que me dio a conocer, porque uno porta esa camiseta durante un año, porque es referente. Eso me puso en las vitrinas de todo el mundo, el ciclista se marca y no pasa desapercibido.
¿Cómo es el tema del nombre del perro que tuvo en su casa?
Le puse de nombre Paipa. Era un cocker americano. De pelo largo. Le puse así porque nosotros estuvimos hospedados en Paipa. Claro, siempre que en la familia lo llamábamos, pues me acordaba de lo que se hizo en Colombia.
¿Cómo celebraron ese oro?
Cantamos, fue una fiesta, esa misma noche en el hotel. Estuvimos con el técnico, los compañeros, con guitarra al hombro y lo vimos bien.
¿Dónde tiene la medalla?
En una parte bonita de mi casa, al lado de los demás trofeos. Tengo varias vitrinas y en una de ellas tengo esas medallas enmarcadas en un cuadro.
Abraham Olano, campeón de la Vuelta a España 1998 Foto:AFP
¿Qué se llevó de Colombia?
Me traje una hamaca, que se atan a los árboles, pero doble, grande, para dos personas. Pensé que era cómoda para la siesta. La usé, pero no la llegué a poner del todo, la tengo guardada en mi casa. Es un gran recuerdo.
¿Cómo es su vida hoy?
Muy tranquilo. Sigo el ciclismo. Tengo tres hijos, todos ya grandes. El mayor se casó hace poco y con mi mujer, Karmele, vivimos pendientes de ellos. Ya han pasado 30 años del triunfo. El tiempo ha pasado.
Lisandro Rengifo
Redactor de EL TIEMPO
@lisandroabel