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“Revoluciona tu Bienestar: La Ciencia Detrás de la Dieta del Agua y Cómo Incorporarla a Tu Vida”

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La relevancia de hidratarse de manera continua. (iStock)

Para alcanzar un modo de vida saludable, es crucial realizar actividad física, descansar entre siete y nueve horas y adoptar una alimentación equilibrada, dando prioridad a las frutas y verduras en lugar de a los alimentos con grasas saturadas. Además, es fundamental consumir suficiente agua, ya que esta es vital para nuestra salud.

El agua no solo es beneficiosa para mantener nuestra salud, sino que también puede jugar un papel esencial en nuestra dieta. Esto lo sostiene el doctor, nutricionista e hidrólogo Nicola Sorrentino en una conversación con La Cucina Italiana. En su reciente obra, La dieta del agua, el académico pone de relieve el valor de este líquido: la cantidad que necesitamos cada día, qué variedades son las más recomendadas y su capacidad para ayudarnos a reducir peso.

La ingesta de agua puede prevenir la fatiga y el agotamiento, ya que la deshidratación puede hacernos sentir sin energía; también potencia la concentración, la memoria y el estado anímico, además de reducir el riesgo de jaquecas. Asimismo, es beneficiosa para la piel, la digestión y el rendimiento atlético. Pero, ¿cuál es la cantidad recomendada por los especialistas?

“Bajo condiciones normales, las sugerencias aconsejan consumir 1 ml de agua por cada caloría consumida, o de manera más sencilla: si seguimos una dieta de 2.000 calorías diarias, deberíamos beber 2 litros de agua”, comenta Nicola Sorrentino. Sin embargo, el experto indica que hay una manera más fácil de recordar: beber 8 vasos diariamente.

Beber agua del grifo (Shutterstock España)

Como señala el médico, este hábito es beneficioso para la reducción de peso, considerándolo como una de las herramientas más efectivas para prevenir y combatir la obesidad y enfermedades: “Beber dos vasos antes del desayuno, la comida y la cena facilita llegar a la sensación de saciedad más rápidamente”. Por lo tanto, aunque Sorrentino recalca que el agua no puede igualar el impacto de una dieta o del ejercicio físico, es un “gran aliado en la lucha contra el sobrepeso”, especialmente si se consume agua con gas y ligeramente fría.

No solo ayuda a la pérdida de peso al provocar sensación de saciedad más rápidamente, sino que también activa una serie de “mecanismos metabólicos denominados termogénesis (producción de calor con gasto energético) que nos facilitan adelgazar”. Naturalmente, el médico advierte que no se debe exagerar con este ni con ningún otro tipo de régimen alimenticio, ya que nuestro organismo requiere una variedad de nutrientes para mantenerse en óptimas condiciones.

Aunque algunas personas sostienen que el agua carece de sabor y que todas son iguales, el experto hidrólogo desmiente este mito: “En el agua no hay solo agua”. La principal consideración es que el agua debe ser “completamente transparente y clara, incolora o con tonalidades azuladas”, y, por supuesto, no debe tener “aromas desagradables”.

En regiones donde el agua del grifo es potable, es una alternativa excelente. No obstante, para aquellos que prefieren el agua embotellada, el primer aspecto a considerar es el residuo fijo: “las aguas minerales (o medianamente minerales) tienen un residuo fijo que varía entre 500 y 1500 ml por litro, mientras que aquellas con menos de esta cantidad se clasifican como oligominerales o ligeramente mineralizadas. Estas últimas son ideales como aguas de mesa, perfectas para el consumo diario y para minimizarla acumulación de líquidos.”

En realidad, Sorrentino destaca que en Italia numerosos restaurantes están empezando a ofrecer una “selección de aguas”, que consiste en “una colección reflexiva e informada de posibles combinaciones con los platos”: “La clave para un buen emparejamiento es que el agua potencie el sabor de la comida y el vino, y que sea apropiada para la estructura del plato”.






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Por ejemplo, la carbonatación (el nivel de gas, ya sea natural o añadido) “influye en la sensibilidad del gusto y reduce la impresión que dejan en la boca los alimentos grasos”. También es fundamental tener en cuenta en este aspecto el contenido mineral, la acidez y la predominancia de los diferentes minerales presentes.

comprender nuestra conexión con el agua, así como los patrones y costumbres sanas o dañinas, puede ayudar a conservar una alimentación equilibrada basada en los mejores productos. Junto con una buena dieta y actividad física, esto puede tener un efecto significativo en la reducción de peso.




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