Si lo de Guardiola le pasa al Cholo…

Un tal Marcos Leonardo, brasileño de Itapetinga, todavía sin estrenar en la selección de su país, desató la tormenta en Orlando. Fue en la casa Disney convertido en una mezcla de Scar, Maléfica, Capitán Garfio y el resto de personajes malévolos que marcaron nuestra infancia. Anotó en la prórroga de un partido convertido desde el pitido inicial en una gran montaña rusa en el que Al Hilal, como ya demostró ante el Real Madrid, jugó sin complejos, con personalidad y con acierto protagonizando uno de los resultados más inesperados no sólo de este Mundial de clubes sino que diría de todo el calendario internacional.

El City se va de vacaciones, a la calle en octavos de final, de vuelta a casa después de preguntarse ayer Pep Guardiola si este torneo les va a pasar factura en las próximas Navidades por el esfuerzo que supone.

Un 3-4 que es algo más que una derrota. Es una invitación a la reflexión respecto al embrujo perdido por el mejor entrenador del mundo, a pesar de lo dicho ayer por Davide Ancelotti que lo ve, obviamente, con un prisma mucho más blanco.

Y es que desde que empezó a torcerse la temporada allá por el mercado de invierno el equipo celeste de Manchester ha firmado a ocho jugadores. Marmoush, Nico González, Khusanov, Vitor Reis en enero y a Reijnders, Cherki, Ait-Nouri y Bettinelli expresamente para esta competición. En torno a 350 millones de euros de inversión, algo así como las ¾ partes del presupuesto total del Atlético de Madrid de la presente campaña. Imagínense.

Como podrán imaginarse también que se estaría diciendo, ya que hago alusión al Atlético de Madrid, del Cholo Simeone si fuese el que hubiera dispuesto de semejante arsenal de refuerzos sin ningún tipo de cortapisa porque hasta en eso hay diferencias. Una cosa es fichar al que puedes y otra bien distinta fichar al que quieres.

Ahora se despeja esa parte del cuadro con dos eliminatorias de cuartos de final más globales donde sobreviven dos brasileños, Palmeiras y Fluminense, el Chelsea y este sorprendente Al Hilal de la mano del nunca bien ponderado Simone Inzaghi que en un cuarto de hora le ha cambiado la cara al mejor equipo de Asia.

Gran lección para todos. Malos tiempos para el fundamentalismo.

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