Economia
Itaú proyecta crecimiento del 2,7% de Colombia para 2025

 
Bogotá, 30 de octubre de 2025. Itaú Colombia mantiene su pronóstico de crecimiento económico del 2,7% para 2025 y 2,8% para 2026, impulsado por una demanda interna resiliente que crece cerca del 4%, según el análisis presentado por Carolina Monzón, gerente de Investigaciones Económicas de la entidad. En un contexto global de expansión moderada al 3% y recortes de tasas de interés —con el segundo ajuste de la Reserva Federal materializado esta semana y otro esperado en diciembre—, la economía colombiana exhibe fortalezas en el consumo privado, que ha aumentado un 25% respecto a niveles prepandemia. Sin embargo, persisten debilidades en inversión, minería y construcción, junto con presiones inflacionarias que limitan la maniobrabilidad del Banco de la República.
El informe de Monzón resalta la capacidad de los hogares para sostener el dinamismo económico, respaldado por bajos niveles de desempleo —por debajo de la media de los últimos diez años y en mínimos históricos— y un desempeño favorable en sectores como el entretenimiento y los servicios financieros. La confianza del consumidor alcanza los niveles más altos desde 2022, mientras que la de comerciantes e industriales se mantiene en terreno positivo, con lecturas de 20 unidades para los primeros y valores afirmativos para los segundos. Estas métricas reflejan una recuperación jalonada por factores externos, como el buen desempeño de socios comerciales, y locales, como cosechas récord de café.
Demanda interna como motor, pero inversión en terreno negativo
La gráfica de tendencia del consumo privado ilustra esta solidez: partiendo de un índice base de 100 en la prepandemia, la actividad actual se ubica en 125 puntos, con una trayectoria ascendente marcada. Este vigor se complementa con un gasto público que representa el 24% del PIB en 2025 y escalará al 28% en 2026, según el presupuesto aprobado. No obstante, el análisis identifica claros y oscuros: mientras los servicios crecen con vigor, la minería registra una contracción del 10% en el segundo trimestre, y la construcción enfrenta inquietudes regulatorias que mantienen la formación bruta de capital en niveles débiles.
Desde una perspectiva sectorial, la inversión —representada en la línea amarilla de los indicadores— emerge como el principal lastre, vinculado directamente a la desaceleración en minería y construcción. Esta dinámica contrasta con el desempeño de los servicios, que actúan como contrapeso, y subraya la necesidad de políticas que incentiven la capitalización fija para elevar la productividad agregada. En términos macroeconómicos, el bajo desempleo —alineado con mínimos históricos— genera presiones salariales y de demanda que impiden una corrección acelerada de la inflación, limitando el espacio para expansiones monetarias.
Relaciones con EE.UU.: Riesgo acotado por posición comercial favorable
Las tensiones bilaterales con Estados Unidos, reavivadas en las últimas semanas, representan un factor de vigilancia, aunque con impacto limitado. El año pasado, EE.UU. absorbió el 29% de las exportaciones colombianas, equivalentes al 30,7% del total; en importaciones, la cifra descendió al 23,7% desde el 25,6% previo. Las remesas desde ese destino constituyen el 50% del flujo total, con 6.900 millones de dólares en 2024 y una cifra similar en 2025. El déficit comercial bilateral, de apenas 1.200 millones de dólares, equivale a menos del 1% para EE.UU., reduciendo su relevancia en la agenda arancelaria de la administración Trump.
La tarifa recíproca del 10% —vigente desde inicios de año— no aplica a petróleo y oro, que representan el 43% de las exportaciones, recayendo principalmente en sectores agrícolas como café, flores, plátanos y aguacates. Medidas recientes, como la congelación de ayudas USAID (500 millones de dólares) y sanciones personalizadas contra el presidente y su círculo, sugieren un enfoque selectivo que evita impactos generalizados. Itaú estima una baja probabilidad de tarifas adicionales, respaldada por la posición relativa de Colombia: su tarifa efectiva del 4,1% es inferior a la de México (4,7%), Perú (6,1%) y Brasil (9%), pese a castigos del 50% en este último.
Este posicionamiento no altera significativamente las expectativas de crecimiento: el consenso de analistas mantiene proyecciones planas para 2025 y 2026, con ajustes al alza en el segundo semestre para el último año. La resiliencia económica global, pese a tensiones geopolíticas, ha permitido a economías emergentes absorber choques, un patrón replicado en Colombia.
Inflación en ascenso: De 5,2% a 5,4% en octubre, con cierre anual en 5,2%
Según Monzón, la inflación de octubre se acelerará al 5,4% anual desde el 5,2% de septiembre, impulsada por un dato mensual del 0,09% —inferior al consenso de 0,13-0,14%—, según estimaciones de Itaú basadas en datos preliminares del DANE. Jalones principales incluyen vivienda y servicios públicos (arriendos con tracción significativa), restaurantes y hoteles (0,2 puntos), y vestuario, bebidas y tabaco. Los alimentos contrarrestan con una presión bajista de 0,5 puntos, pese a disrupciones en la vía al Llano, gracias a una corrección estacional. Los precios de la electricidad permanecerán contenidos, evitando volatilidades adicionales.
Para fin de año, Itaú estima que la inflación cerrará en 5,2%, similar al cierre de 2024, frustrando el proceso de desinflación pese a un repunte temporal al 5,4-5,5% en noviembre. En 2026, se proyecta un 4,2% —con alimentos en 4,6% y núcleo en 4,1%—, superando el techo del 4% de la meta del Banco de la República y marcando un nuevo incumplimiento. Factores como arriendos dinámicos —indexados a la inflación anual— y un salario mínimo potencialmente de doble dígito generan sesgos alcistas. Un tipo de cambio débil (3.800-3.900 pesos por dólar) ofrece poco alivio, dado el vigor de la demanda interna y la rigidez en precios de combustibles, que agravan el déficit en diésel.
Política monetaria restrictiva y desafíos fiscales persistentes
Monzón proyecta que el Banco de la República mantendrá la tasa en 9,25% en su reunión de mañana —la séptima del año—, con votación dividida similar a septiembre, y en diciembre. Mensajes enfatizarán vigilancia sobre inflación, salario mínimo y consolidación fiscal, influenciados por preocupaciones expresadas por codirectores en foros del FMI. El mercado descuenta estabilidad en 9,1% para fin de año, pero proyecciones para 2026 apuntan a 9,25-9,3%, reflejando un entorno retador.
Itaú anticipa recortes solo en el segundo semestre de 2026, hasta 8,25%, con sesgo alcista por indexación y remesas expansivas. El déficit fiscal central acumula 5,1% del PIB a agosto —frente al 4% de 2024—, superando la meta gubernamental del 7,1%; Itaú estima 7,5% para 2025 y 6,8% para 2026, con gasto en 23,7% del PIB e ingresos en 16,3%. Standard & Poor’s reiteró la ausencia de señales de consolidación, exacerbando presiones sobre tasas de interés y percepción de riesgo.
El EMBI+ Colombia se ubica en 190 puntos básicos —baja desde 280 en abril—, pero permanece elevado frente a Brasil y México. Los bonos soberanos en dólares rinden más que pares regionales, incorporando primas por riesgos fiscales y regla fiscal laxa. En el ámbito electoral, primarias recientes inician la carrera presidencial; encuestas de noviembre serán clave, con preocupaciones ciudadanas en orden público, corrupción y salud. Reformas pendientes —tributaria, salud, educación y ley de competencias— perfilan un Congreso de marzo con debates intensos sobre transferencias regionales.
En síntesis, la proyección de Itaú para 2025 —crecimiento 2,7%, desempleo 9%, inflación 5,2% e interés 9,25%— resalta la resiliencia del consumo, pero exige atención a la inversión y el frente fiscal para evitar desequilibrios en 2026. La transición a Valeria para análisis de mercados globales complementa esta visión, enfatizando la interconexión entre coyuntura local y flujos internacionales.







