Economia
“El Engaño Detrás de la Consulta Popular | 360 Radio”
En instantes en que la nación se prepara para adentrarse en los laberintos de una onerosa consulta popular, no cabe duda de que sería de suma importancia centrarnos en el examen de las interrogantes que el Gobierno ha propuesto para el cuestionario que se pretende realizar al electorado con el objetivo de sustituir la fallida reforma laboral. Sin embargo, la misiva acusatoria del exministro Álvaro Leyva sobre la adicción de Petro ha agitado el escenario hasta convencernos de la falta de aptitud de este individuo enfermo para guiar los destinos de la patria.
Todo esto ya era conocido porque lo manifiesta Benedetti en los audios que se filtraron a los medios hace un par de años, pero hay una diferencia entre una diatriba expresada en una comunicación privada en medio de una rabieta desbordada de ira y un señalamiento realizado de manera reflexiva a través de una carta adecuadamente meditada y elaborada con consideración. Y eso Petro lo comprende.
Por ello, el periquito en cuestión se ha ido radicalizando al igual que sus colegas de gobierno, agrediendo a los demás sin limitaciones, utilizando el insulto como un recurso populista que busca mostrar un supuesto interés por las problemáticas del pueblo, mientras que los “HP” son considerados unos insensibles a los que no les preocupa la situación de los más necesitados.
Además, el Presidente amenazó con “desenvainar la espada de Bolívar”, un recurso retórico que encubre el intento de presionar con las armas la realización de una consulta favorable. Tal vez no con las armas oficiales, pero sí con las de sus cómplices, aquellos que se benefician de la tolerante ‘paz total’ y de los ceses al fuego sin costo con los que Petro recompensa sus actos terroristas.
Así, los incentivos de la consulta popular serán el chantaje armado —la espada en la yugular de los colombianos de bien—, y el populismo burdo con el que se redactaron unas preguntas que nadie, en su sano juicio, contestaría negativamente porque todas están “amañadas”, como manifiesta Fenalco, para dar como respuesta un Sí.
Aquí es donde se evidencia con claridad que la democracia es el mejor sistema de gobierno, pero está lejos de ser perfecta, y que se degrada hasta la ruina cuando se transforma en oclocracia, que es el dominio de la multitud, las masas, la turba, la plebe. En ese caso, pierde sentido el principio de ‘una persona, un voto’ como condición indispensable para que la democracia se establezca con justicia, pero no hay manera de que cada individuo deje de lado sus intereses personales y priorice los colectivos para poder tomar una decisión adecuada.
Por ejemplo, si a los votantes se les plantea que si desean que el trabajo dominical y en días festivos tenga un recargo del 100% (hoy es del 75%), casi todos considerarán lógico, correcto y legítimo decir que Sí, pero serán escasos los que se detengan a reflexionar objetivamente sobre las consecuencias negativas de encarecer el trabajo en días festivos, desincentivando la actividad económica y generando mayor desempleo. De ese modo tendremos una disposición muy “justa” (el 100% de recargo en festivos), pero inaplicable. Una conquista de papel.
De este tipo es todo el cuestionario. Las 12 preguntas formuladas son inconvenientes y muchas de ellas, superfluas, pues implican los mismos problemas que se crearían con la reforma que el Senado desechó y que el Gobierno intenta reactivar a la fuerza, burlando la separación de poderes. En otras palabras, volvemos a lo mismo: la reforma no creaba empleos nuevos ni formalizaba antiguos, la consulta mucho menos. La reforma destruiría, al menos, medio millón de puestos de trabajo, la consulta también lo hará. La reforma no mejoraba el panorama laboral de las mujeres y los jóvenes, la consulta tampoco. La reforma comprometía el crecimiento de la economía, la consulta… Bueno, no lloremos después, no todo es culpa del perico.
Por: Saúl Hernández Bolívar – @SaulHernandezB
Del mismo autor: Las locuras de Gustavo Petro