Economia
¿Larga vida al carbón? Colombia muestra el complejo camino para dejar atrás este energético
Bloomberg Línea — Mientras el mundo acelera la transición hacia energías limpias, el carbón sigue jugando un rol clave en países de América Latina como Colombia, país que se cuestiona si mantenerlo como fuente de ingresos y empleo o avanzar hacia una sustitución más acelerada.
La encrucijada consiste en mantener el carbón como fuente de ingresos fiscales, exportaciones y empleos, o acelerar un retiro que aún tropieza con limitaciones ante la falta de modelos de negocio alternativos viables, infraestructura y seguridad energética.
Colombia, epicentro de esta discusión, se mantuvo en 2024 como un jugador representativo en el mercado internacional de este combustible fósil, aunque mantiene archivadas propuestas para avanzar en el desarrollo de nuevas plantas.
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“La transición energética debe ser justa, pragmática y territorialmente adaptada”, dice a Bloomberg Línea Daniel Díaz Toro, director ejecutivo del Consejo Mundial de Energía (WEC) en Colombia. “A corto y mediano plazo, el carbón sigue jugando un papel de respaldo energético en algunas matrices eléctricas, especialmente en situaciones de estrés hídrico o alta demanda”.
Países como Chile, Brasil y Honduras han comenzado a avanzar más decididamente hacia nuevas fuentes y los retiros de las plantas de carbón superan ampliamente a los desarrollos, según un reporte de la organización no gubernamental Global Energy Monitor. “Por segundo año consecutivo, no se pusieron en servicio nuevas unidades de generación de energía a carbón en América Latina en 2024″.
De acuerdo al reporte, titulado ‘Auge y caída del carbón 2025’, “0,7 GW (gigavatios) fueron archivados en 2024, reduciendo la capacidad de energía de carbón en desarrollo a 0.8 GW en 2024″.
De hecho, solo Brasil y Honduras mantienen propuestas activas para nuevas plantas de carbón, aunque han permanecido estancadas durante años.
Chile lideró los retiros en la región al cerrar ambas unidades de la Termoeléctrica Nueva Tocopilla de 0,3 GW, más de un año antes de su fecha de cierre previamente programada. Entre tanto, el año pasado, Panamá se comprometió a eliminar la energía de carbón en dos años, para 2026.
La Alianza para Superar el Carbón (PPCA), una iniciativa de países que buscan acelerar el fin de la generación de energía con carbón, dice que esta fuente sólo representó el 5% de la generación eléctrica de la región en 2023. En la actualidad, un 64% de su electricidad a partir de fuentes limpias, encima del promedio mundial (39%).
En visión de WEC, la participación del carbón debe reducirse progresivamente, priorizando una estrategia que combine retiro planificado, compensación social y reconversión económica de las regiones carboníferas.
WEC, una organización global e independiente que reúne a líderes y profesionales del sector energético, no aboga por un “apagón de tecnologías”, sino por una complementariedad inteligente que permita gestionar la transición sin comprometer la seguridad energética ni el desarrollo regional.
Más que reemplazar una fuente por otra, considera que el futuro de la generación eléctrica en América Latina depende de diseñar sistemas en los que las distintas tecnologías trabajen en conjunto bajo una lógica de complementariedad inteligente.
En ese enfoque, “el carbón irá cediendo espacio no por imposición política, sino porque otras opciones resultan más sostenibles, competitivas y alineadas con los desafíos del siglo XXI”, consideró Daniel Díaz Toro.
Colombia aún dependen del carbón
Colombia lidera ampliamente la exportación de carbón térmico en América Latina y se mantiene entre los cinco principales exportadores del mundo.
Aun así, el país no es ajeno a fenómenos como la minería ilegal, un flagelo que golpea a regiones como el Catatumbo, al nororiente del país, en la frontera con Venezuela.
De acuerdo a cifras de la Federación Nacional de Productores de Carbón colombiana (Fenalcarbón), el país concentra el 46,6% de las reservas de carbón de Latinoamérica (carbones antracíticos y bituminosos), con un potencial de 25 años adicionales de producción al ritmo actual.
Según WEC, aunque el carbón representa menos del 1% del PIB nacional, su impacto en las finanzas públicas regionales y en las economías de departamentos como La Guajira y el Cesar, al norte del país, es significativo.
En 2024, los volúmenes exportados por Colombia totalizaron 58,9 millones de toneladas de carbón térmico, de las cuales el 86% fueron realizadas por las operaciones de gran minería del norte del país (Drummond 52% y Cerrejón 34%).
Carlos Cante, presidente ejecutivo de Fenalcarbón
En algunos años ha superado el 40% de las exportaciones mineras totales, ha sido clave para el empleo y los ingresos fiscales en estos territorios, de acuerdo a WEC.
Se estima que en departamentos como Boyacá, Cundinamarca, Santander y Norte de Santander, donde queda el Catatumbo, la industria genera más de 35.000 empleos directos y 120.000 indirectos, mientras que a nivel fiscal representa el 82% de las regalías mineras.
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En otros países de la región como Chile, México y Brasil utilizan carbón principalmente para consumo interno, sin una dependencia significativa de sus exportaciones.
Según Fenalcarbón, las expectativas de producción y de exportaciones de los carbones colombianos para este año serán inferiores, pues en el primer trimestre de 2025 se observa una caída del 41,4%, pasando de 13,3 Mt en 2024 a 7,8 MT en 2025.
“Esta situación se da más por limitaciones de política pública interna, que han restado competitividad a las empresas productoras, disparando los costos operativos tanto en materia tributaria, como por el aumento desbordado de las tarifas de fletes”, dijo a Bloomberg Línea Carlos Cante, presidente ejecutivo de Fenalcarbón y exviceministro de Minas.
Además, se refiere a decisiones de política pública como la prohibición de las exportaciones de carbón hacia Israel y la declaratoria de zonas de reserva ambiental, que “también limitan el desarrollo normal de las actividades empresariales del carbón”.
La visión del Cerrejón
El gigante minero suizo Glencore confirmó a Bloomberg Línea que la región sigue siendo estratégica para su operación.
Su operación en el Cerrejón, la mayor mina de carbón de Latinoamérica a cielo abierto situada en La Guajira (Colombia), produjo 19,1 millones de toneladas en 2024, el 36% de la producción nacional y cerca del 16% de la producción global de carbón de la compañía.
El complejo genera más de 13.000 empleos directos e indirectos y ha aportado más de COP$11 billones en impuestos y regalías en los últimos años (unos US$2.745 millones).
Cerrejón insiste en que la demanda asiática de carbón térmico seguirá siendo un ancla para la operación en los próximos años, particularmente para garantizar seguridad energética mientras avanza la transición hacia fuentes renovables.
Según la previsión de la Agencia Internacional de la Energía (AIE), la demanda de carbón aumentará hasta casi 8.900 millones de toneladas en 2027, aproximadamente un 1% por encima de los niveles de 2024.
Y aunque el uso del carbón se ha desplomado en Europa y Estados Unidos, el aumento de la demanda en India y China es más que suficiente para compensarlo.
“Entendemos que existen diferentes opiniones sobre el futuro del carbón, pero en Cerrejón nuestras decisiones se basan en información objetiva sobre la demanda global”, respondió Cerrejón a Bloomberg Línea.
Retos locales
Según Cerrejón, las regulaciones locales, las tensiones sociales y las decisiones políticas influyen directamente en el aprovechamiento del potencial carbonífero de la región.
Ante los retos locales, voceros del Cerrejón dijeron que para aprovechar de forma responsable los recursos del carbón es clave contar con un entorno regulatorio claro.
Creemos que es clave construir, entre Gobierno, comunidades y empresas, un marco estable que permita desarrollar el potencial del carbón de forma sostenible y en beneficio del territorio porque una salida abrupta de la industria sin alternativas claras podría afectar a más de 30.000 personas que dependen directamente de la cadena de valor del carbón en La Guajira.
Cerrejón
Asimismo, instaron a afianzar el diálogo con las comunidades y a adaptar una visión de transición que contemple alternativas reales para las regiones productoras en el futuro.
Sólo en 2024, en el caso del Cerrejón, hubo 333 bloqueos, 70% de estos por temas ajenos a la operación de la empresa.
La mayor parte del bloqueo a las operaciones de Cerrejón se ha dado por requerimientos de las comunidades a entidades públicas relacionadas con servicios básicos y derechos sociales, incluyendo suministro de luz, vías de acceso, agua y otros servicios esenciales.
Estos bloqueos representaron 135 días de parálisis operativa, lo que afectó el transporte del carbón al puerto y el cumplimiento de compromisos comerciales.
A esto se sumaron cinco atentados terroristas, cuatro de ellos en los primeros dos meses de 2025, así como nuevos impuestos y decretos que han reducido la competitividad del negocio, según esas fuentes.
Entre la transición y la realidad
Mientras gobiernos y organismos multilaterales insisten en acelerar la descarbonización, los actores locales defienden una estrategia de equilibrio.
Para WEC, la región debe apostar a fuentes renovables competitivas como la solar y eólica, al almacenamiento energético y al hidrógeno verde, pero sin dejar de lado el rol del carbón como respaldo temporal.
Para Alejandro Castañeda, presidente de la Asociación Nacional de Empresas Generadoras en Colombia (Andeg), el carbón es más que un recurso de exportación: es una pieza central en la seguridad energética colombiana.
Las centrales termoeléctricas a carbón garantizan firmeza y confiabilidad al Sistema Interconectado Nacional, sobre todo en periodos críticos como los fenómenos de El Niño.
En 2023-2024, la generación a carbón llegó a cubrir hasta el 16% de la demanda nacional de electricidad, explicó.
Colombia cuenta con 1.654 MW de capacidad instalada a carbón, cerca del 9% de la matriz energética.
En años de alta hidrología, el consumo ronda 1,8 millones de toneladas, mientras que en períodos secos puede superar los 4,6 millones de toneladas.
Oportunidades en medio de la transición
Castañeda reconoce el reto de la descarbonización, pero insiste en que el carbón aún tiene espacio dentro de un modelo más sostenible.
“Las emisiones de toda la cadena de valor del carbón representan entre el 10% y el 15% de los gases de efecto invernadero del país”, dijo. “Por eso, debemos apostar a tecnologías de alta eficiencia, captura y almacenamiento de carbono (CCUS), mezcla con biomasa y economía circular para la gestión de cenizas”.
El dirigente pide una mayor coordinación institucional y una apuesta decidida del Gobierno en investigación, cooperación internacional e incentivos financieros.
A su juicio, si no hay estabilidad jurídica ni señales claras de política, será difícil atraer inversiones que permitan una industria más competitiva y responsable ambientalmente.
En su visión, la transición no debe comprometer la confiabilidad del suministro eléctrico.
“Se debe procurar por contar con escenarios de planeación integrales para no exponer la confiabilidad en el suministro de energía, lo cual puede tener impactos significativos en tarifas de energía, impactos sociales y en la competitividad del país”, comentó Alejandro Castañeda.
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