Mi opinión
Las promesas de cambio solo han traído crisis y desconfianza.

Enero de 2025 se presenta como un mes marcado por la incertidumbre en Colombia, donde las promesas de cambio del presidente Gustavo Petro han generado un clima de crisis y desconfianza tanto en la ciudadanía como en los sectores económicos. A medida que iniciamos este nuevo año, es crucial examinar de manera crítica las decisiones de su administración, así como las consecuencias de las mismas para el futuro inmediato del país.
Desde que Gustavo Petro asumió la presidencia en agosto de 2022, su gobierno se ha comprometido a realizar profundas reformas en áreas como la salud, la educación y el medio ambiente. No obstante, a poco más de dos años de gestión, los cambios prometidos no solo han sido lentos en materializarse, sino que han desencadenado críticas severas y un ambiente de incertidumbre. Según el más reciente informe de la Encuesta de Opinión Pública del Centro Nacional de Consultoría, la aprobación de Petro ha caído por debajo del 30%, un reflejo claro del descontento social ante la falta de resultados concretos.
Las promesas incumplidas son múltiples. En el ámbito económico, la reforma tributaria que se presentó como un medio para aliviar la pobreza ha impactado negativamente en la clase media y en los pequeños emprendedores. Nuevas cargas fiscales y cambios inesperados en las regulaciones han llevado al debilitamiento de la inversión estadounidense y europea en el país. De acuerdo con el Banco de la República, la inversión extranjera directa se ha reducido en un 15% en los últimos meses, lo que plantea serias dificultades para la recuperación post-pandemia.
La seguridad, otro de los pilares de la campaña de Petro, presenta un panorama desalentador. A pesar de las promesas de pacificación y reinserción de grupos armados, los índices de criminalidad han aumentado en varias regiones del país. Según un estudio de la Fundación Paz y Reconciliación, en 2025, el 40% de las localidades reportan un incremento en delitos violentos, contrario a los objetivos de disminuir la violencia que había delineado el gobierno durante su campaña.
En el ámbito social, los intentos de reformar el sistema de salud han sido aplaudidos en términos teóricos, pero enfrentan una implementación que se encuentra estancada. La falta de claridad en la transición hacia un sistema de salud más inclusivo ha dejado a millones de colombianos en una situación precaria. El día de hoy, miles de pacientes enfrentan demoras y la falta de acceso a tratamientos vitales, lo que se traduce en un agravamiento de problemas que afectan al sistema sanitario.
Con la mirada puesta en los próximos meses, el horizonte se torna sombrío. La llegada de nuevas crisis sociales es cada vez más probable, ya que los ciudadanos descontentos que se sienten engañados por las promesas electorales empiezan a organizarse. La movilización social podría escalar en profundidad y frecuencia, obligando al gobierno a tomar decisiones que quizás no esté listo o dispuesto a manejar.
La combinación de incertidumbres económicas, inseguridad en las calles y descontento social crea un caldo de cultivo para la inestabilidad. La posibilidad de una crisis política es real, y el incremento de las tensiones sociales podría llevar a protestas masivas, una situación que podría dificultar aún más la capacidad de Petro para gobernar efectivamente.
Con un clima de desconfianza creciente, la administración de Gustavo Petro enfrenta un desafío crucial: convertir las promesas en realidades tangibles y superar el escepticismo que inunda a la ciudadanía. Si no se toman decisiones coherentes y sostenibles, el año 2025 podría transformarse en un periodo de crisis profunda, donde las promesas de cambio no sean más que eco de una desilusión colectiva.
En conclusión, Colombia se encuentra en una encrucijada. Las decisiones de Petro en este inicio de 2025 serán determinantes para delinear el rumbo del país en el futuro. Es imperativo que la administración reconozca la gravedad de la situación y actúe con urgencia para revertir el descontento. De lo contrario, el espectro de una crisis prolongada no será solo una posibilidad, sino una certeza.