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Marcel Marceau: El Mimo que Convirtió Su Arte en Rescate para 400 Niños Judíos frente al “Carnicero de Lyon”
Con el conflicto recién concluido y las fuerzas aliadas en Alemania, un oficial estadounidense en Frankfurt mostró interés por el porvenir de Marcel Marceau, un joven oficial de 22 años que, gracias a su dominio del inglés, se desempeñaba como enlace entre las tropas francesas liberadoras lideradas por Charles de Gaulle.
– Señor, ¿qué intenciones tiene para el futuro? – preguntó el estadounidense.
– Pantomima – contestó el francés.
– ¿Qué significa eso? – indagó el norteamericano, sin saber el término.
– Hacer visible lo que no se ve y lo invisible, visible…
Quizás por curiosidad o porque pensó que sería una excelente manera de divertir a los soldados, al día siguiente el estadounidense organizó una gran carpa para que el francés realizara esa “pantomima”. Lo que ocurrió en 1945 en Frankfurt está recreado en la película “Resistencia” (2020), dirigida por Jonathan Jakubowicz y protagonizada por Jesse Eisenberg, donde se representa a ese joven oficial, con el rostro pintado de blanco y un vestuario que podría confundirse con el de un payaso, actuando ante las tropas solo con gestos y movimientos. Sin pronunciar ni una palabra. Marcel Marceau, así era llamado el francés, nunca olvidó ese instante que marcó el comienzo de su trayectoria. “Allí inició mi primer destello de reconocimiento como mimo. Aparecí en la portada del Stars and Stripes, el periódico del ejército estadounidense”, recordó mucho tiempo después, ya como un artista de renombre mundial.
Su apellido auténtico era Mangel, y en ese instante Marcel optó por seguir utilizando Marceau para ocultar su ascendencia judía ante los nazis. Nacido el 22 de marzo de 1923, Marcel contaba con 16 años cuando las tropas alemanas invadieron Francia. Su padre, un carnicero kosher, fue capturado y enviado a Auschwitz, donde fallecería en 1944. No obstante, él y su hermano Alain lograron escapar a Lyon, donde asumieron nuevas identidades y se unieron a la Resistencia. En este contexto, Marcel se transformó en un verdadero inconveniente para el jefe de la Gestapo, Klaus Barbie, a quien engañó en numerosas ocasiones. Más que combatir con armas – que también era capaz de hacer – elegió salvar a la mayor cantidad posible de niños judíos para protegerlos del exterminio. Y lo llevó a cabo con excelencia, gracias a su ingenio y talento.
Al llegar a Lyon, su primera misión junto a Alain fue integrarse a un grupo de falsificación de documentos. Se encargaban de reproducir pasaportes y otros papeles que serían utilizados por miembros de la Resistencia en actividades clandestinas. También “cristianizaron” a judíos franceses, evitando de este modo su deportación a los campos de exterminio. Además, participaron en la reubicación de huérfanos, enfrentándose a las operaciones de traslado planificadas por Barbie, el temido “Carnicero de Lyon”, quien realizaba redadas y supervisaba deportaciones. Así logró capturar a cientos de niños judíos; muchos eran asesinados de inmediato, mientras que otros eran enviados a Alemania y Polonia, donde eran internados en campos de concentración.
Marceau trabajaba bajo la dirección de su primo, Georges Loinger, líder de la unidad secreta de la Resistencia Francesa conocida como Oeuvre de Secours aux Enfants, un grupo judío que ayudaba a rescatar a niños.
judíos del terror en la Francia bajo control nazi. Marcel y su grupo formularon un estrategia para llevar a los menores a Suiza, un país neutral, en contingentes de veinte a treinta, viajando en tren desde Lyon hacia el Este y, desde allí, a pie, cruzando los Alpes en invierno. Al alcanzar la frontera, otros integrantes de la Resistencia estaban allí para transportar a los niños hasta Ginebra.
Disfrazaron a los menores como exploradores para, en caso de ser detenidos por las fuerzas alemanas, argumentar que estaban de campamento en las montañas. Como si fuera un juego, Marceau empleó sus talentos de mimo para enseñarles a comunicarse en silencio, evitando que los nazis los oyeran y ayudándoles a volverse invisibles. “Marceau comenzó a hacer mímica para mantener a los pequeños en silencio mientras se escapaban. No tenía relación con el espectáculo. Hacía mímica para salvar vidas”, narró años más tarde Phillipe Mora, cuyo progenitor luchó junto a Marceau en la Resistencia francesa.
Marceau solo reveló pormenores sobre estas misiones décadas después del conflicto. “Viajar con grandes grupos de menores no era sencillo y extremadamente arriesgado, porque los soldados nazis de los retenes eran tontos… pero no tanto. Mi recurso secreto era mi disciplina como mimo. Fingíamos no hablar. Ni yo ni ellos. Caminaban, reían, creo que me apreciaban, y estoy seguro de que muchos años después entendieron que yo luchaba por sus vidas”, declaró en una entrevista en 2001.
De esta manera, se llevaron a cabo varias expediciones en las que se estima que salvó a cerca de cuatrocientos niños judíos de ser ejecutados o deportados por Barbie. Así, con sus dotes artísticas y su silencio, el mimo judío-francés consiguió eludir una y otra vez al Carnicero de Lyon.
Posteriormente, y hasta el final de la guerra, Marcel y su hermano Alain se unieron a las tropas de liberación francesas bajo el mando del general Charles de Gaulle, donde Marcel asumió funciones como oficial de enlace con las tropas estadounidenses bajo la dirección del general George Patton.
Cuando actuó ante las tropas estadounidenses acantonadas en Frankfurt en 1945, Marcel Marceau dio el primer gran paso para crear ese personaje mudo pero expresivo que lo haría famoso en todo el planeta. Poco después se inscribió como alumno en la academia de arte dramático Charles Dullin en el teatro de Sarah Bernhardt de París, donde recibió instrucción de maestros como Charles Dullin y Étienne Decroux, quien también fue mentor de Jean-Louis Barrault. Reconociendo su excepcional talento, lo invitaron a unirse a su compañía y asumir el papel de Arlequín en la pantomima “Baptiste”. Su actuación fue aclamada, lo que lo impulsó a presentar su primer mimo-drama, “Praxitele and the Golden Fish”, en el teatro de Bernhardt ese mismo año.
Inspirado por Charles Chaplin, a quien adoraba, creó “Bip”, el personaje que representó durante su trayectoria, caracterizado con un estilo chaplinesco: bombín, bastón, pantalones y chaqueta desproporcionados, además de los icónicos zapatos grandes. Pintó su rostro de blanco con albayalde, un carbonato de plomo de color blanco puro, que contrastaba con sus labios pintados de un rojo intenso. Adornó su sombrero con una flor marchita, símbolo para él de “la fragilidad de la vida”. “Bip” nunca pronunciaba palabras,comunicándose de manera excepcional únicamente con su cuerpo y sus gestos.
Creó sus propias piezas, inherentemente silenciosas, en las que “Bip” experimentaba múltiples peripecias, interactuando con elementos como mariposas, leones, trenes, barcos y una variedad de objetos. De este modo, desarrolló un estilo singular de pantomima que lo estableció para siempre como un referente entre los artistas. En relación a su obra “Joven, maduro, anciano y muerte”, un crítico de teatro mencionó que “conseguía en menos de dos minutos lo que la mayoría de los novelistas no logra en volúmenes”.
La única vez que pronunció palabras en una actuación ocurrió, curiosamente, en una película muda. En “La última locura de Mel Brooks” (1976), acompañado por varios actores invitados, Marceau es el único personaje que emite una palabra, un contundente “¡No!”, en una escena que ha quedado grabada en la memoria junto a su legado y el del cine.
Siempre se consideró un pacifista y se mantuvo leal a ese ideal: jamás deseó actuar en naciones bajo regímenes dictatoriales. “No hablo: ese grito interno es suficiente para despojar el alma… Lucho por la paz: soy un activista de esta causa muchas veces perdida… ‘Bip’ es un héroe atemporal, sin época, y con una esperanza perpetua… El silencio es infinito: las palabras marcan los límites… Nunca le pidan a un mimo que hable: ¡nunca se callará!”, expresó en alguna oportunidad.
Para difundir su arte, estableció la Escuela de Mimos de París, donde enseñó de manera personal a numerosos alumnos. A lo largo de su existencia, obtuvo reconocimientos tanto por su trayectoria artística como por su valiente actuar durante la Segunda Guerra Mundial. Fue condecorado con la Legión de Honor francesa, su labor como embajador de las Naciones Unidas fue reconocida, y recibió honores de universidades en todo el mundo. En 2001, se le concedió la Medalla Wallenberg en reconocimiento a su compromiso humanitario y su valentía al apoyar a los niños judíos durante la ocupación alemana en Francia.
Marcel Marceau falleció en Cahors, Francia, el 22 de septiembre de 2007, a los 84 años, y sus restos descansan en el Cementerio de Père-Lachaise. Su tumba no cuenta con epitafio, aunque alguna de sus frases podría haber sido esculpida. Como aquella que dice: “Con el silencio se dicen menos tonterías… Solo se expresan las esenciales”.