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Por qué Trump despidió a una funcionaria poco conocida, desatando teorías de conspiración sobre los datos del Gobierno

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Por Jeff Zeleny, Alayna Treene y Kevin Liptak, CNN

El presidente Donald Trump estaba furioso por el informe de empleos de julio que señalaba una desaceleración significativa en la economía. Entonces, acudió a uno de sus rencores habituales y apuntó a la estadística encargada de la tabulación de las cifras mensuales, que fue nombrada por el expresidente Joe Biden.

A diferencia del presidente de la Reserva Federal, Jerome Powell, a quien Trump ha estado criticando durante meses, el presidente tiene la autoridad para despedir al jefe de la Oficina de Estadísticas Laborales (BLS, por sus siglas en inglés). Y eso fue lo que hizo el viernes, en una decisión sin precedentes que desató la más reciente gran controversia en la Casa Blanca y, además, generó una serie de repercusiones por la injerencia de la política en los datos económicos del Gobierno.

“Estaba pensando en eso esta mañana, antes de que salieran los números”, dijo Trump a los periodistas el viernes. “Me dije, ‘¿quién es la persona que hace estos números?’”

Esa persona, a quien Trump de repente convirtió en un nombre conocido tras despedirla públicamente, es Erika McEntarfer.

Mientras algunos de los asesores económicos del presidente intentaban dar explicaciones sobre el decepcionante informe de empleos de julio –y las revisiones a la baja en las cifras de mayo y junio que indicaban una desaceleración en la contratación–, fue un argumento de Sergio Gor, jefe de personal presidencial y principal garante de la lealtad hacia Trump, el que según los asesores resonó más con el presidente: ella es una funcionaria designada por Biden.

Fuentes familiarizadas con la decisión de destituir a McEntarfer dijeron que el presidente ya la había mencionado anteriormente, criticando el hecho de que la persona que encabezaba la agencia que compila datos económicos tan cruciales haya sido nombrada por su predecesor.

Eso por sí solo ya había molestado a Trump, dijeron. Pero hasta el viernes, él no creía tener un motivo para despedirla.

Eso cambió tras el informe del viernes, cuando Trump informó a algunos de sus principales asesores que quería despedir a McEntarfer. Dos funcionarios de la Casa Blanca dijeron que, según su conocimiento, nadie se opuso a esa decisión.

“La despedí”, dijo Trump a los periodistas. “¿Y saben qué? Hice lo correcto”.

De esta manera, nació una nueva teoría conspirativa en la Casa Blanca, ya que el presidente afirmó sin pruebas que McEntarfer había “manipulado” el informe mensual de empleos.

McEntarfer, quien no ha hecho comentarios, ha pasado décadas como estadística gubernamental, trabajando en la Oficina del Censo y en toda la burocracia, recolectando y estudiando cifras laborales y económicas. Pero en un discurso en enero ante el Club Económico de Atlanta, habló sobre la importancia de producir datos económicos a tiempo.

“He estado interesada en la medición económica durante mucho tiempo”, dijo McEntarfer. “Pero como todos los que hemos vivido los últimos cinco años, he desarrollado un mayor aprecio por la importancia de los datos económicos oportunos”.

Su despido fue el más reciente ejemplo de un Trump que trata de desacreditar hechos que resultan inconvenientes para su narrativa política, o de destituir a quienes son los responsables de recopilar esos datos. En la controversia casi se perdió la discusión sobre el estado real del mercado laboral estadounidense, que ahora muestra señales inquietantes en medio de la incertidumbre causada por los aranceles de Trump.

La decisión de destituir a McEntarfer recibió una condena inmediata de economistas de todas las tendencias, quienes calificaron la medida como “dañina”, “autoritaria” y de “república bananera”.

“No sé si hay algún motivo para este despido”, dijo William Beach, a quien Trump eligió durante su primer mandato para dirigir la Oficina de Estadísticas Laborales. “Y realmente perjudica el sistema estadístico. Socava la credibilidad de la BLS”.

Funcionarios dijeron que lo que más molestó a Trump del informe fueron las grandes revisiones a la baja de meses anteriores, que él ha asegurado en público, sin evidencia, que eran políticamente motivadas.

“Eso fue lo que lo hizo estallar”, dijo a CNN un funcionario de la Casa Blanca, y agregó: “vio las revisiones y supo que algo andaba mal para que los cambios fueran tan drásticos. Y esto no es algo que ocurra por primera vez. Considerando que tantas empresas toman decisiones basadas en estos números, es un problema que debía solucionarse”.

Lejos de ser una señal de estafa política, sin embargo, las revisiones son una parte estándar del informe mensual de empleo. Las bajas respuestas a la encuesta pueden dificultar la estimación del informe, por lo que la BLS continúa recopilando los datos de nómina a medida que se informan y revisa los datos en consecuencia.

A principios de este año, Trump tuvo una conversación similar con sus funcionarios más cercanos respecto de si podía despedir a Powell. Esos asesores le aconsejaron que no, diciéndole que esa medida no solo era legalmente cuestionable, sino que también tenía implicaciones más amplias para la economía, dado el papel de Powell como independiente del poder ejecutivo.

Pero muchos de esos mismos funcionarios argumentaron ante Trump que destituir a McEntarfer, quien sirve a voluntad del presidente, era una medida que Trump se sentía justificado para tomar, a pesar de que a la BLS se la considera una agencia imparcial.

Funcionarios de la Casa Blanca enviados a la televisión para defender la medida ofrecieron explicaciones de todo tipo, pero ninguna presentó claramente pruebas de la afirmación de Trump de que las cifras de empleo estaban “amañadas” o “falsificadas” para hacerlo quedar mal.

Trump declaró el domingo que sería cuestión de días antes de nominar a un nuevo comisionado para dirigir la agencia, al que se refirió como el “estadístico”. No se mencionó cómo, de manera precisa, el nombrado por Trump podría solucionar los diversos problemas que el equipo del presidente ve en la forma en que la oficina recopila y compila las cifras de empleo.

Tradicionalmente, los líderes de la agencia han sido economistas seleccionados de otros cargos gubernamentales, grupos de expertos o universidades. Ninguno ha sido un nombre ampliamente conocido, ni antes de su nombramiento ni durante su mandato.

Funcionarios dijeron que Trump busca a una persona “altamente calificada” para asumir el cargo y “modernizar” los métodos de la oficina, pero quien sea que surja como seleccionado por Trump sin duda enfrentará un escrutinio durante su proceso de confirmación en el Senado, donde incluso algunos republicanos han cuestionado el abrupto movimiento de Trump al destituir a la comisionada titular.

Uno de los funcionarios de la Casa Blanca dijo que Trump, hasta el lunes, aún no había tomado una decisión sobre el reemplazo de McEntarfer. Los principales asesores del presidente, incluida la jefa de gabinete Susie Wiles y los líderes de su equipo económico — incluido el Director del Consejo Económico Nacional, Kevin Hassett; el Secretario del Tesoro, Scott Bessent; y el Secretario de Comercio, Howard Lutnick, entre otros — desempeñarán un papel importante en la decisión del próximo comisionado, dijo el funcionario.

Beach, en una aparición en “State of the Union” de CNN, dijo que quien reemplace a McEntarfer tendrá dificultades para ganar credibilidad, a pesar de que el objetivo declarado de Trump es restaurar la confianza en las cifras.

“Supongamos que nombran a un nuevo comisionado, y esta persona, hombre o mujer, es sencillamente la mejor posible, ¿verdad? Y reporta una cifra mala. Pues todo el mundo va a pensar, bueno, no es tan mala como probablemente es, porque sospecharán influencia política”, dijo. “Así que esto es perjudicial. Esto no es lo que necesitamos”.

La decisión del presidente no pareció generar una reacción interna generalizada entre sus asesores, incluso cuando economistas externos de ambos partidos denunciaron la medida y advirtieron que podría socavar la confianza en cifras económicas críticas.

“Mi trabajo es apoyar al presidente en este tema, y lo apoyo. Tenemos que asegurarle al pueblo estadounidense que podemos confiar en estos datos. Son influyentes, cambian los mercados, cambian las inversiones”, dijo la secretaria de Trabajo, Lori Chavez-DeRemer, en una entrevista en Fox Business el lunes.

Solo unas horas antes de que Trump anunciara que destituía a McEntarfer el viernes, Chavez-DeRemer dijo que el informe de empleo “ofrece más evidencia de que el pueblo estadounidense está viendo un progreso real”.

Otros miembros del equipo económico del presidente respaldaron su decisión. Muchos se apresuraron a vincular los problemas con las cifras de empleo con la decisión de Powell de mantener las tasas de interés estables —para la molestia de Trump—, sugiriendo que los responsables de la política en la Fed no estaban recibiendo información precisa para tomar sus decisiones.

En múltiples entrevistas desde el viernes, Hassett ha afirmado que el partidismo se había infiltrado en los informes de empleo, sin aportar pruebas que respalden esa afirmación. Dijo en una aparición en Fox News que “los datos no pueden ser propaganda”, aunque no proporcionó ningún detalle que pudiera demostrar cómo McEntarfer o los cientos de estadísticos de la agencia podrían haber manipulado los números.

El lunes, sugirió en CNBC que la Oficina de Estadísticas Laborales no era más que otro foco de oposición arraigada a Trump.

“En todo el Gobierno de EE.UU., ha habido personas que han estado resistiéndose a Trump donde pueden”, afirmó.

Como la mayoría de los funcionarios del Gobierno de Trump, Hassett había pasado el primer viernes de la mayoría de los meses de este año promocionando los informes mensuales de empleo, diciendo que la tasa estable de contrataciones era una prueba de una economía fuerte. El propio Trump publicaba con frecuencia cuando los informes de empleo mostraban aumentos de seis cifras, sin cuestionar los números cuando parecían mostrar un mercado laboral robusto.

“¡EXCELENTES CIFRAS DE EMPLEO, EL MERCADO DE VALORES VA ARRIBA MUY BIEN! ¡¡AL MISMO TIEMPO, MILES DE MILLONES ENTRAN POR LOS ARANCELES!!”, publicó Trump en junio respecto al informe de ese mes de la BLS.

Solo después del desastroso informe del viernes, decidió ordenar el despido de McEntarfer.

“…Entonces eso es un problema”.

El furor inmediato por la decisión de despedirla se desvaneció un poco durante el fin de semana, aunque varios miembros del Congreso expresaron su preocupación antes de salir de Washington para su receso de agosto.

“Si el presidente está despidiendo a la estadística porque los números no son fiables, eso es bueno saberlo”, dijo la senadora Cynthia Lummis, republicana de Wyoming. “Pero si el presidente está despidiendo a la estadística porque no le gustan los números -pero son precisos- entonces eso es un problema”.

Economistas y estadísticos defendieron a McEntarfer, diciendo que su destitución podría generar una preocupante desconfianza en datos económicos cruciales. En su discurso de enero en Atlanta, ella reconoció los crecientes desafíos para compilar el informe mensual de empleos debido a que la tasa de respuesta a las encuestas de empleadores y empleados ya no es tan sólida como antes.

“Nuestro objetivo en la BLS es modernizar las estadísticas oficiales para el siglo XXI”, dijo McEntarfer, “y tratar de ponerlas en una senda sostenible para el futuro”.

Seis meses después, fue despedida.

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