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Trump presiona para que se use azúcar de caña para endulzar la Coca-Cola, ¿es realmente mejor que el jarabe de maíz?
Por Erika Edwards — NBC News
El pasado miércoles, el presidente, Donald Trump, anunció que Coca-Cola acordó comenzar a endulzar sus productos con azúcar de caña, en lugar de jarabe de maíz de alta fructosa. Está por verse si esto sucederá; un portavoz de Coca-Cola no confirmó la afirmación del presidente.
Aun así, Trump declaró en Truth Social: “¡Ya verán! ¡Es simplemente mejor!”.
¿Es realmente mejor la azúcar de caña como lo afirma Trump?
En cuanto a los posibles impactos en la salud, la respuesta es no, afirmó el Dr. Dariush Mozaffarian, cardiólogo y director del Instituto Food is Medicine de la Escuela Friedman de Ciencias y Políticas de la Nutrición de la Universidad de Tufts.
“Tanto el jarabe de maíz de alta fructosa como el azúcar de caña contienen aproximadamente un 50 % de fructosa y un 50 % de glucosa, y tienen efectos metabólicos idénticos”, explicó.
Es decir, ambos pueden aumentar por igual el riesgo de obesidad, diabetes, niveles altos de triglicéridos e hipertensión arterial. Ambos aportan la misma cantidad de calorías, pero el cuerpo las procesa de forma diferente.
Pero hace falta contexto para entender mejor las implicaciones de ambos productos en la salud general de la población.
Ya sea del azúcar de caña o del jarabe de maíz, la fructosa parece ser la más perjudicial. El azúcar es procesado casi en su totalidad por el hígado, que convierte el exceso de fructosa en triglicéridos, un tipo de grasa relacionada con las enfermedades cardíacas.
Y a diferencia de la glucosa, la fructosa no estimula al cuerpo a producir insulina. La insulina activa una hormona que ayuda a la persona a sentirse saciada.
Con el tiempo, el exceso de fructosa puede provocar resistencia a la insulina y aumentar el riesgo de diabetes tipo 2.
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El jarabe de maíz contiene un poco más de fructosa que el azúcar de mesa, en una proporción de 55 % de fructosa por 45 % de glucosa.
La Dra. Melanie Jay, profesora de medicina y salud poblacional en la Facultad de Medicina Grossman de la Universidad de Nueva York y directora del Programa Integral Langone de Investigación sobre la Obesidad de la Universidad de Nueva York, afirmó que es posible que cambiar el jarabe de maíz por azúcar de caña sea beneficioso para la población.
“Una diferencia del 5% podría significar que millones de personas consumen menos fructosa”, afirmó. “Pero el azúcar de mesa no es un alimento saludable. El azúcar añadido, en cualquier forma, debería limitarse”.
Los refrescos azucarados se han asociado desde hace tiempo con la obesidad infantil. Un estudio internacional de 2023 reveló que los adolescentes que bebían uno o más refrescos al día tenían una mayor prevalencia de sobrepeso u obesidad, en comparación con los jóvenes que no bebían refrescos a diario.
Una Coca-Cola original de 590 ml (20 onzas) contiene 240 calorías, con 65 gramos de azúcares añadidos. Las directrices dietéticas actuales recomiendan que los adolescentes y los niños limiten el consumo de azúcares añadidos a menos de 50 gramos al día.
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Independientemente del edulcorante elegido, los refrescos generalmente se clasifican como alimentos ultraprocesados debido a sus azúcares añadidos, colorantes y saborizantes artificiales. Todos ellos han sido objeto de críticas por parte del Secretario de Salud, Robert F. Kennedy Jr., quien desde hace tiempo se opone a los alimentos ultraprocesados.
En un comunicado emitido el viernes, Kennedy expresó su satisfacción por la noticia de que Coca-Cola podría estar cambiando al azúcar de caña. “Los estadounidenses merecen tener acceso a los mismos alimentos naturales que disfrutan otros países, y el presidente se lo está brindando”.
¿Es diferente el edulcorante natural?
Si bien todas las frutas contienen cierto nivel de azúcar, y algunas verduras también, ese tipo de edulcorante natural no está al mismo nivel que los azúcares añadidos de los refrescos, explicó Jay. Una manzana, por ejemplo, sí contiene azúcar, pero también es rica en vitaminas, minerales, fitoquímicos y, sobre todo, fibra.
“Cuando comes una manzana, tu estómago tiene que procesarla. El azúcar no se libera rápidamente en el cuerpo, por lo que te sientes más lleno”, explicó. “Cuando bebemos refrescos, no obtenemos esa fibra, por lo que el azúcar se absorbe directamente en el torrente sanguíneo”.
Una cuestión de sabor
¿Un cambio de edulcorante alteraría el sabor de una Coca-Cola bien fría?
Los aficionados a la Coca-Cola con criterio probablemente notarían la diferencia, dijo Mozaffarian. (Por cierto, él está del lado del azúcar de caña: “No soporto el sabor del jarabe de maíz”).
Reducir el dulzor en general, dijo, es clave. “Necesitamos acabar con la adicción de Estados Unidos por el sabor intensamente dulce, realmente empalagoso”.
Jay, de la Universidad de Nueva York, comentó: “Siempre es mejor reducir el consumo de refrescos, sin importar el tipo de azúcar”.