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Bioeconomía en Colombia aporta solo 0,13% al PIB y sigue sin despegar, según el DANE | Crecimiento | Economía

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La bioeconomía, llamada a convertirse en uno de los motores del crecimiento verde en Colombia y tomada como bandera del actual gobierno del presidente Gustavo Petro, sigue sin despegar con la fuerza esperada, según el más reciente informe del Dane, primero en su clase, donde se aprecia que su aporte al Producto Interno bruto sigue siendo muy bajo.

Así quedó consignado en las Cuentas Satélite de la Bioeconomía 2019–2024 publicadas por la autoridad estadística, que muestran que este sector generó en 2024 un valor agregado bruto de $2,15 billones, lo que representa una caída de 0,2% frente a 2023; mientras que en términos de participación en la economía, su peso en el PIB nacional fue de apenas 0,13%, una proporción que prácticamente no se ha movido en los últimos años.

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En una mirada más profunda, se puede decir que este dato revela un panorama mixto en el que por un lado, la bioeconomía ha logrado consolidarse como un espacio emergente de empleo, innovación y desarrollo sostenible; pero por otro, aún no logra traducir su potencial en un impacto macroeconómico significativo.

No en vano, el informe del Dane muestra que, pese al dinamismo en algunos segmentos productivos, el crecimiento estructural del sector sigue limitado por su baja productividad y la falta de inversión sostenida en ciencia y tecnología.

La bioeconomía en Colombia es un motor de crecimiento que aún no despega.

Imagen de ChatGPT

Un sector con raíces en la sostenibilidad

Para entender mejor estas cuentas, lo primero que hay que decir es que la bioeconomía abarca todas las actividades que aprovechan de forma sostenible los recursos biológicos como animales, vegetales y microorganismos; para generar bienes y servicios con valor agregado. Incluye desde la producción agrícola sostenible y los biocombustibles hasta la biotecnología, los alimentos funcionales y la biorremediación ambiental.

En el caso colombiano, el Dane estima que más del 76% del valor agregado del sector proviene de actividades secundarias, es decir, de manufacturas y procesos industriales ligados a la transformación de recursos naturales. En contraste, las actividades primarias (como agricultura, silvicultura y cría de animales) representan el 16,9%, y las terciarias (comercio, servicios ambientales, investigación o turismo de naturaleza) apenas un 7,1%.

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Dicho de forma simple, la mayor parte del dinero que mueve la bioeconomía en Colombia no proviene del campo ni de los laboratorios, sino de las fábricas que transforman la materia prima biológica; ya que es en la industria donde se concentran los procesos de valor agregado, mediante la elaboración de alimentos, biocombustibles, insumos naturales o materiales derivados de plantas y microorganismos.

Sin embargo, esta estructura también muestra una fragilidad en la que el país sigue dependiendo más del procesamiento que de la innovación o la diversificación científica, lo que limita el salto hacia una bioeconomía realmente competitiva.

Piedad Urdinola, directora del Dane

Piedad Urdinola, directora del Dane.

David Morales / Dane

Así mismo, durante 2024, el comportamiento por tipo de actividad fue desigual ya que las actividades primarias crecieron 17,9%, impulsadas por la producción vegetal y animal, la propagación de plantas y el aumento de cultivos vinculados a bioinsumos y las actividades terciarias, que incluyen investigación científica y servicios especializados, también mostraron una expansión de 9,3%.

Sin embargo, las actividades secundarias, que concentran la mayor parte del valor económico, cayeron 4,2%, lo que terminó arrastrando el resultado total a terreno negativo.

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Rentabilidad en retroceso

El informe del Dane revela otro aspecto clave y es que mientras la generación de empleo en la bioeconomía muestra señales positivas, la rentabilidad empresarial sigue deteriorándose, dado que el excedente de explotación e ingreso mixto bruto, que es una medida de ganancias y rendimiento del capital, se redujo 2,6% frente a 2023, pasando de $1,78 billones a $1,73 billones.

En contraste, las remuneraciones a los asalariados aumentaron 12,5%, lo que sugiere una mayor formalización laboral y un incremento de la demanda de talento calificado en actividades científicas y tecnológicas y pone sobre la mesa un comportamiento mixto que refleja un cambio de estructura interna en la que el sector empieza a consolidar empleo y capacidades técnicas, pero todavía carece de escalabilidad empresarial y cadenas de valor.

Bioeconomía

La bioeconomía en Colombia es un motor de crecimiento que aún no despega.

Imagen de ChatGPT

Otro de los hallazgos es la baja asignación de recursos públicos hacia la bioeconomía dentro del gasto ambiental nacional. En 2024, el gasto del Gobierno en actividades ambientales relacionadas con la bioeconomía fue de $4.778 millones, lo que equivale a solo el 0,04% del gasto ambiental total y aunque el gasto ambiental general creció 23,6%, el destinado a bioeconomía apenas aumentó 11,4%.

Así las cosas, queda en evidencia que a pesar del discurso político y técnico que la presenta como un eje del desarrollo sostenible, la bioeconomía no figura todavía entre las prioridades presupuestales del país, ya que su limitada financiación pública se traduce en una menor capacidad para promover proyectos de innovación, transferencias tecnológicas o escalamiento industrial de bioproductos.

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Ciencia e innovación: el corazón del avance

El Dane destaca el papel del Ministerio de Ciencia, Tecnología e Innovación (MinCiencias), que durante 2024 lanzó la Misión de Bioeconomía y Territorio como parte de la estrategia nacional de transición productiva. De los 27 mecanismos de financiación habilitados por la entidad, 8 (casi el 30%) se orientaron específicamente hacia la bioeconomía, con $27.914 millones asignados y $7.295 millones en contrapartidas.

En total, se financiaron 62 proyectos (28,3% del total nacional) y se conformaron 23 alianzas estratégicas centradas en biotecnología, bioinsumos, alimentos funcionales, aprovechamiento de biomasa y biorremediación. También se apoyó la formación de 70 profesionales (66 mujeres, 3 hombres y 1 persona intersexual), en su mayoría vinculados a programas de doctorado y estancias posdoctorales.

Bioeconomía

La bioeconomía en Colombia es un motor de crecimiento que aún no despega.

Imagen de ChatGPT

En otro frente, el informe destaca que la bioeconomía no solo tiene una dimensión industrial o científica; también representa una oportunidad territorial y cuenta que en la Amazonía, por ejemplo, el Instituto SINCHI reportó en 2024 la caracterización de 68 especies nativas con 141 usos potenciales, de los cuales 75 derivaron en prototipos de bioproductos como aceites esenciales, pulpas de fruta, productos horneados y extractos naturales.

Además, 33 protocolos de manejo sostenible fueron adoptados por las corporaciones ambientales Corpoamazonia y CDA, aplicados a especies como asaí, chontaduro, copoazú, castaña del Brasil y yarumo.

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Por último, la autoridad estadística también sostuvo que los negocios verdes asociados a la bioeconomía se concentran en tres grandes ejes, comenzando por agricultura y ganadería sostenible (35,6%), el turismo de naturaleza (22,5%) y el biocomercio en alimentos naturales (22%). Estas tres actividades representan el 80% de las iniciativas verdes registradas en el país, mostrando que la bioeconomía no es solo un concepto científico, sino también una red productiva con impacto local y comunitario.

Piedad Urdinola, directora del Dane, cerró esta presentación contando que si bien es la primera vez que se presentan estas cuentas, de ahora en adelante “se producirá de manera anual, 10 meses y 20 días después del cierre del año de referencia”.

DANIEL HERNÁNDEZ NARANJO
Periodista de Portafolio



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