Colombia
el mar Caribe recupera así uno de sus miradores más hermosos

El sol, esa moneda de oro que descansa cada tarde sobre el Mar Caribe, recupera uno de sus mayores miradores sobre la Avenida Santander de Cartagena de Indias.
estamos hablando de la resurrección del Monumento a la Unión de los Océanosuna estructura de cemento y sal que, durante años, había vivido en el purgatorio del olvido.
La memoria de Cartagena es un tejido de hilos. marineros y polvos de baluarte. Y este monumento, erigido en 1998 para conmemorar el Año de los Océanosse había convertido en un espectro: sus luces se apagaron y sus bronces se cubrieron con el hollín de los autos y el musgo de la desidia.
Nadie lo notaba, pues en esta ciudad es fácil confundir la decadencia con la pátina del tiempo, hasta que la belleza, el arte y la cultura vuelven con la fuerza de un huracán.
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Es un sitio hermoso, con un atardecer de lujo. No había razón para que estuviera en tan malas condiciones. Desde hace cuatro meses comenzamos a recuperarlo y hoy es una realidad
La Rosa de los Vientos y el secreto de Gabo
Monumento a los océanos en Cartagena Foto:distrito de cartagena
En su corazón, el monumento guarda una Rosa de los Vientos, ese círculo cabalístico que orienta a los marineros perdidos, ya su lado, un fragmento de la obra de Gabriel García Márquez, el cronista que supo que la realidad de Colombia era más fantástica que sus sueños. La frase, desprendida de su “Relato de un náufrago”, parecía un reproche ya la vez una promesa.
“Era un sitio hermoso, con un atardecer de lujo. No había razón para que estuviera en tan malas condiciones. La dejadez fue una enfermedad larga, pero hoy es una realidad”, recordó el alcalde Dumek Turbay.
Sus palabras son el certificado de defunción del descubierto que, como un fantasma errante, había condenado el lugar.
La recuperación del monumento, que se extiende simbólicamente desde la reciente entrega del adyacente Monumento a los Alcatraces, es una ofrenda a la inmensidad.
El diseño original, ideado como la unión mística de los cinco océanos, ahora brilla de nuevo.
Una de sus anclas, dicen los viejos pescadores del muelle, procede de un galeón español hundido en el siglo XVII, cargado de oro y remordimientos, y la otra, de un navío de la Armada Nacional, recién pulida como una estrella recién nacida.
Así, este monumento se convierte en el único lugar en la tierra donde el pasado de los conquistadores y el presente de la soberanía patria se encuentran amarrados por la misma cadena, esperando que el mar les revele un milagro que solo se les concede a las almas soñadoras.
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Quedó lindísimo y va a ser un escenario preferido por los cartageneros y visitantes, porque es un buen recuerdo, una fotografía y, además, porque desde el momento en que se construyó ha sido apropiado por la gente.
Dunek Turbay, alcalde de Cartagena.
Una ciudad que mira al mar.
Monumento a los océanos en Cartagena Foto:distrito de cartagena
La Secretaria de Turismo Distrital, Teremar Londoño Zurek, que lleva el mar hasta en el nombre, habló de la nueva vocación: “Aquí nace una nueva forma de disfrutar la ciudad: no solo desde sus murallas hacia adentro, sino desde el mar hacia toda la ciudad”.
Sus palabras tenían el peso de una profecía: la Cartagena amurallada, que por siglos vivió dándole la espalda al mar para defenderse de piratas con ojos de cristal, por fin se atreve a mirarlo de frente, sin miedo, abrazando su destino azul.
El Monumento a la Unión de los Océanos ya no es solo un par de anclas puestas sobre un viejo espolón en roca. Es ahora, gracias a una inversion de 54 millones de pesos y el trabajo de electricistas que parecían magos con cables de cobre, un portal de luz.
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Este espacio se integra a un gran sistema de ciudad que mira al mar como motor de desarrollo económico, cultural y turístico. Desde este punto se podrá vivir la experiencia única que solo Cartagena ofrece: atardeceres inolvidables, vistas a nuestros baluartes históricos, playas activas y pronto el Gran Malecón del Mar.
TereMar Londoño, Secretaria de Turismo de la ciudad.
El monumento está ubicado frente al Cordón amurallado de Cartagena Foto:John Montaño/EL TIEMPO
La iluminación nocturna, provista de fotos que saben cuándo debe dormir el sol, permite que el monumento mar visitado a cualquier horacustodiado por la promesa permanente de la Policía Metropolitana.
Mientras el sol termina de hundirse, dejando en el cielo un rastro de naranja y violeta, puede ver a los primeros visitantes pararse junto al ancla española, sintiendo en la brisa el peso de un siglo y la levedad de un recuerdo.
Y es que en Cartagena, cuando se recupera un espacio, no se recupera solo metros cuadrados, sino los pedazos extraviados del alma de la ciudad y sus historias, aquellos que la hacen soñar con ser un destino de clase mundial, sin renunciar al vaho de sal y las batallas heroicas que le dieron libertad.
Ahora, este lugar es, otra vez, el punto exacto donde la tierra se detiene para darle un beso eterno al mar, con la certeza de que nunca más volverá a ser víctima del olvido que consume más rápido que la carcoma.
Además, te invitamos a ver nuestro documental:
Documental de la periodista Jineth Bedoya. Foto:
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